Respuesta al Sr. Vitaliano Torrico sobre la (in)utilidad de la filosofía

  • Arturo Romero Contreras
Respuesta al artículo de Vitaliano Torrico sobre la inutilidad de la filosofía

Comencé mi colaboración con e-consulta a partir de una columna filosófica: http://www.e-consulta.com/opinion/2016-09-19/la-filosofia-en-un-mundo-pre-pensado donde ofrecería una invitación a la filosofía y una justificación. Otro colaborador de este medio ha decidido responderme: http://www.e-consulta.com/opinion/2016-11-14/mas-filosofia-la-huapachosa y en estas líneas le replico. Quiero agradecer al Sr. Vitaliano Torrico haberse tomado la molestia de leer mis “extensas” columnas y el haber escrito un comentario nada breve al respecto. Éste comienza diciendo que no ofrecí ninguna justificación de la filosofía y, muy juicioso, me recuerda las definiciones que ofrece nuestro sagrado Diccionario de la Real Academia Española. Sin duda apruebo el rigor que demuestra todo lector al buscar en el diccionario las palabras que le sorprenden. ¿Cómo pedirle menos a un filósofo? Mi incomodidad viene del hecho de haberme pedido ¡demasiado poco! Porque ponerse a increpar un artículo con definiciones de diccionario, vaya ocurrencia: ¡podría haber tomado al menos un diccionario de filosofía! Incluso para la ironía. Con todo, siempre se puede hacer mucho con poco, a condición de ponerle un poco de seso al asunto y aguantarse las ganas de despotricar. Intentemos responder.

El sabio diccionario nos recuerda que justificar significa: (1) Probar algo con razones convincentes. Al sr. Torrico no sólo no le ha parecido convincente mi argumentación, sino que le ha parecido que no había ninguna. Pero como aquí somos huapachosos pero serios aportaremos algunas clarificaciones. Una prueba se entiende en la ciencia al menos en dos sentidos: como evidencia (aunque habría que leerse a Popper para ver lo dudoso del término) y como demostración (ejemplificada por la matemática). El filósofo no prueba en este sentido. Hay diferentes modos de argumentar y para darse una buena idea de lo que ello significa hay que pasearse por las páginas de Aristóteles, por ejemplo, por los Analíticos primeros y segundos, pero también por las Refutaciones Sofísticas. A veces hay que repasar el ABC. El Sr. Torrico es una persona profundamente analítica, así que, para estar a su altura tendremos que mostrar de forma más clara nuestros argumentos. Ahí van: 1) se dice que la filosofía no sirve para nada; pero 2) el sentido de la palabra “utilidad” es definido dentro de un sistema de relaciones sociales y económicas inmediatas (irreflexivas) y cuestionables; por lo tanto 3)  la inutilidad de la filosofía no puede ser juzgada ni desde la inmediatez del mundo, ni desde el cuestionable sistema político y económico sino que, al contrario, constituye su negación. Se trata de un silogismo muy simple. Digamos que la tesis uno se puede escribir “f [implica] ˜u”, es decir, la filosofía (f) implica no utilidad (u). La siguiente premisa podríamos formalizarla así: “m [implica] u”: el mundo políticamente cuestionable actual (m) implica (define, decide) un concepto de utilidad, con el cual juzgamos todo. Yo afirmo la filosofía: f, por lo tanto, obtenemos ˜u (por modus ponens). Tenemos ˜u, por lo tanto, concluimos ˜m (por modus tollens). No tengo que recordarle que las premisas pueden ser cuestionables, pero la forma del juicio es correcta. De hecho, el texto busca mostrar, ahora sí, lo razonable de las premisas. Me podrá impugnar ahora sobre el tipo de negación que estoy usando, si es clásica o paraconsistente, si es trascendental o dialéctica. Pero no llegó tan lejos.

Luego nos dice el DRAE que justificar significa: (2) Rectificar o hacer algo justo. Debo decir que mi motivación no es puramente especulativa, sino busca reivindicar un concepto de lo justo. Justificar la filosofía, implica precisamente mostrar su relación con la justicia. Y, premisa, siendo el mundo injusto y, premisa dos, siendo la filosofía un pensamiento que piensa los bordes y límites (no le tengo que recordar que topológicamente, la vecindad de los puntos que constituyen la frontera de un espacio compacto, incluye puntos interiores y exteriores a ese espacio) de ese mundo, entonces, es posible, y tan sólo posible, que la filosofía nos permita pensar un más allá de este mundo. Ahora, que si ni siquiera compartimos la premisa de que este mundo tiene algo de injusto y que hay que cambiarlo, ¡entonces en verdad no hay nada que discutir!  Ya me podrá argumentar si el mundo constituye un conjunto homogéneo, cuál es su topología, si la filosofía es subconjunto del mundo o viceversa, etc., pero estimo que se ha reservado tales consideraciones para otro momento. Por cierto que hay más de un argumento en el artículo, pero para muestra basta un botón.

Una tercera definición del DRAE es: (3) Probar la inocencia de alguien. Más que probar la inocencia, quise probar que la filosofía puede ser culpable, es decir, que ella no está condenada a la impotencia que predican de ella sus detractores. Por cierto que nuestra época es absolutamente contradictoria a este respecto y aquí podríamos aplicar una reducción al absurdo. Por un lado se nos dice: la filosofía (y mutatis mutandis, el pensamiento), no sirve para nada. Por el otro se afirma: el pensamiento es peligroso, tan sólo dirigid la mirada a Alemania, tierra de pensadores que pensaron en grande y luego a su destino a manos del nacionalsocialismo. Y entonces se nos condena pensar en chiquito, a no plantearnos grandes preguntas. Sí, el pensamiento es peligroso, pero no por sí mismo, no por su ambición, sino por su efectividad. Así pues, se trata de rehabilitar los derechos de la filosofía en el mundo, pero, al mismo tiempo, de dar criterios para pensar no sólo lo verdadero, sino también lo justo. Por cierto que el Sr. Torrico es más ambicioso que yo, me dice que mi columna es extensa y que sin embargo ofrezco muy poca carne. Seguramente habrá quienes logren percibir el resultado opuesto en su columna, como diría Lolita Ayala: muchas noticias en pocas notitas.

Dudo que pueda comparar mi trayectoria con los largos estudios en filosofía del Sr. Torrico, pero trataré de acercarme a, lo que dice, son mis argumentos (que por otro lado, negaba que hubiera alguna). Según él: “Desde un principio la filosofía es un extravío. Preguntar por ella es algo que no tiene, en sí misma, respuesta; por tanto, no tiene pregunta porque es algo que nadie entiende. Y, finalmente, como no tiene pregunta ni respuesta, no puede demostrar su conexión con el mundo. Y menos puede demostrar su utilidad en el mundo”. Resulta que no me reconozco en ninguna de estas tesis. Se trataba de una ironía, pero esas son cosas que uno deja al lector, así que con toda ternura le explico que mi posición es exactamente la contraria: la filosofía no es un extravío; no me interesa preguntarme por la “esencia perenne” de la filosofía, sino por sus posibilidades teórico-prácticas; no creo que la filosofía sea algo que nadie entiende, doy clases y creo lo opuesto; y finalmente: ¡lo único en lo que baso la relevancia de mi artículo es en el hecho de que la filosofía está en conexión fundamental con el mundo! ¡Menuda (y terrible contradicción) habría sido la mía si hiciera una columna filosófica diciendo que la filosofía no tiene preguntas, es ininteligible y que está desconectada del mundo! Vaya que a veces hay que rezarle a san Gadamer para que nos libre de malentendidos tan mayúsculos. Resulta que el Sr. Torrico ha hecho pasar todas las ironías por mi posición, lo que le ha llevado a quedarse en el pórtico de las razones, que por no haberlas encontrado, tampoco las ha dado. En otras palabras, no llegó nunca al asunto.

Después, sin haber discutido nada de la sustancia de mi artículo, y después de haberse peleado con su propia sombra, el Sr. Torrico pasa a mi “segunda contribución”, que ha puesto en sanas comillas para que no se piense que mis letras merecen el apelativo. Siendo que el Sr. Torrico ha comprendido mal mi primera “contribución” su silogismo es válido (según el mundo de sombras que se ha hecho), pero falso. La filosofía no es inútil ¡todo lo contrario! Flaco favor se haría un mandarín de la filosofía, el cual él cree que yo soy, escribiendo en la esfera pública, en un diario. ¡Hay que saber leer los gestos! Y quien publica filosofía en un periódico no puede sino colocarse en la línea de los ilustrados y muy particularmente la de Kant, quien hizo de la libertad de expresión la piedra de toque de toda sociedad moderna. Pese a todo tengo que agradecer profundamente sus palabras pues en este intercambio, aunque girando sobre entuertos, celebramos la herencia de la ilustración. Y no le tengo que recordar que en este mundo y muy particularmente en este país, se persigue y se mata a los periodistas. ¡Cómo no va a ser algo muy práctico publicar la palabra! Ahí podría haberse ahorrado las imprecaciones (eso sí, nada filosóficas, ni argumentadas, sino más próximas al alarido) y haber concluido que yo incurría en una simple contradicción performativa, o sea, que decía una cosa y hacía otra.

Viendo que en esta humilde Facultad de Filosofía y Letras no alcanzamos ni siquiera a practicar la fenomenología según el Sr. Torrico, recibimos de él, como saeta, dos citas de Husserl, una de “Lógica formal y lógica trascendental” y otra de la “Crisis” para aleccionarnos (presumo) lo que es la “verdadera” fenomenología y aquello en lo que debe consistir la filosofía. No puedo ni siquiera decir si esto lo cree el Sr. Torrico o si él cree que Husserl lo cree; ni siquiera puedo discernir qué es lo que él cree que yo creo.  Volviendo a Husserl. Para empezar habría que hilar más fino. El texto sobre “Lógica formal y lógica trascendental” es de 1929, mientras que el de la “Crisis” es de 1936. Apunte histórico: Hitler sube al poder en 1933 y este hecho marca un hiato en toda la filosofía que se había practicado en el siglo XX. La cita elegida del primer texto muestra al Husserl más “cientificista”, próximo a su definición de fenomenología de “Ideas I”, donde ésta se entiende como ciencia eidética (e.d. que aprehende las esencias), cuya naturaleza es fundamentalmente trascendental. Dicho Husserl se presta más a esa actitud de divina inutilidad que tanto critica el Sr. Torrico. El texto de “Crisis” ya no está orientado principalmente a ofrecer una fundamentación trascendental de las ciencias. Por “fundamentación” deberá entenderse un enraizamiento en el mundo de la vida (Lebenswelt) y eventualmente la tierra (Erde) y no se tratará de buscar un terreno seguro para las ciencias, sino del destino de la humanidad a partir la historia occidental de la razón. Y, ese sí, debe leerse como un llamado y defensa de la razón de cara a la barbarie en ciernes. En ese sentido, mi idea de un mundo “pre-pensado”, que el Sr. Torrico critica, ¡es profundamente fenomenológica! Ese mundo pre-pensado se corresponde con todos los conceptos que operan en los más diversos ámbitos de la vida (Husserl podría haber dicho “regiones”) sin que seamos conscientes de su origen, ni de su engranaje con otros conceptos.  Pero más que a Husserl, habría que traer aquí a Hegel. Desde la “Fenomenología del Espíritu”, pero de manera más decidida en la “Ciencia de la lógica” queda claro que aunque la conciencia no se aperciba de sus operaciones, es ella la que despliega el conjunto de categorías (determinaciones según su lenguaje) que configuran el mundo: razón de más para la implacable tarea de su elucidación. No tengo que recordarle al Sr. Torrico la estrecha relación que hay entre el concepto de lógica en Hegel y las consecuencias que extrae para su “Filosofía del derecho”. Por eso, y para hablar en términos más contemporáneos, la tarea de una deconstrucción de los conceptos corrientes, con el fin de mostrar su validez y constitución y así poder intervenirlos es justamente lo que defendía yo en mi “segunda contribución”. Además, la vinculación entre la filosofía y el mundo práctico no me la podrá escatimar el Sr. Torrico, sobre todo cuando los temas han sido los desaparecidos, el capitalismo, el arte desplegado en público.

Para concluir debo decir que me siento ambivalente. Por un lado le agradezco al Sr. Torrico el tomarse la molestia de leerme y comentarme. Yo no podría haber hecho menos para corresponderle. Por el otro, me acongoja mucho ver una completa incomprensión de lo que escribí y esta defensa “promedio” y “vulgar” que hace de la filosofía: elaborada con entradas de diccionario y citas de Husserl que no son ni explicadas, ni discutidas, ni interpretadas, ni contextualizadas (eso de mirar la paja en el ojo ajeno…). No hay, en el texto del Sr. Torrico, una sola idea expuesta en sus propias palabras, de lo que deba o pueda ser la filosofía; ni una palabra sobre su temática, sobre su método, sobre su relación con el mundo, todo aquello que me ha criticado. Lacan decía que en el terreno del narcisismo florece bien la violencia, porque en el fondo uno se está hablando, impugnando, preguntando y respondiendo a sí mismo.

No puedo sino reiterar la tesis que defendí sobre el mundo pre-pensado en el que vivimos. Se le hace poco favor a la filosofía (y al pensamiento en general, incluso al periodismo) echando mano de lugares comunes y frases armadas. Ellas forman parte de la cuadrícula conceptual en la que se desplaza nuestro pensamiento de manera usual hasta el punto del automatismo (algo que yo criticaba irónicamente a propósito de lo que se dice sobre la filosofía), lo que nos lleva constantemente a concluir trivialidades y sobre todo a taponarnos el entendimiento hasta el punto de no poder ni siquiera entender lo que se lee.       

Twitter: @arturoromerofil

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Arturo Romero Contreras

Es doctor en filosofía por la Universidad Libre de Berlín, Alemania. Actualmente es profesor-investigador de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.