La lectura ante la audiovisión

La lectura. La cultura audivisual. En México se lee al año libro y medio. En Noruega 18

Estamos viviendo una época en la que el desarrollo de los medios de comunicación privilegian la imagen sobre la palabra, la generación de personas que concurren hoy a las aulas están caracterizadas por haber nacido y crecido entre televisores, video juegos, computadoras e Internet. Antes de saber leer y escribir los niños “aprenden” ante el televisor, reciben la imagen tal como el medio la transmite sin mediar un proceso de reflexión, el cual aún cuando se quisiera llevar a cabo, no es necesario, pues alguien ya pensó por el televidente y este toma lo que le dan tal cual viene (cuestión aparte, que no es objeto de esta aportación, es la calidad de los contenidos con sus graves implicaciones  sociales), así se obtiene información de manera fácil y divertida y como se mencionó sin ningún esfuerzo de pensamiento.

La pereza intelectual que esto trae como consecuencia, relega la lectura a lo estrictamente necesario y sabemos que la comprensión de significados se favorece por la lectura, y la expresión de estos por la escritura, la deficiencia en el desarrollo de habilidades para leer y escribir nos lleva al analfabetismo funcional, es decir no se comprende lo que se lee, y no se tiene capacidad para expresarse por escrito, amén de las limitaciones en cuanto a conocimiento y uso de vocabulario, y   un aspecto fundamental para lograr un aprendizaje significativo es la comprensión de textos, pues cuando la persona no comprende el sentido global del texto no relaciona los conocimientos nuevos con los previos, es decir, no se lleva a cabo la reorganización del conocimiento y por lo tanto no se aprende significativamente.

Aquí, como se mencionó juega un papel importante la lectura y es una actividad no del gusto de la mayoría de los estudiantes, por tanto es preciso estimularla entre nuestros educandos pues  la lectura es un excelente entrenamiento para la conceptualización,  la abstracción, el desarrollo de la sensibilidad, imaginación y capacidad crítica que demanda el conocimiento para ser adquirido por las personas, y estas habilidades contribuyen a desarrollar la competencia por excelencia que es aprender a pensar, por su importancia cognitiva y por su trascendencia y decisiva influencia en la forja de las demás.

México como país presenta un desalentador panorama en lo que al hábito de leer se refiere, la Cámara Nacional de la Industria Editorial afirma que el promedio de lectura en la nación es de 1.2 libros al año, pero otras instancias señalan es medio libro al año lo que los mexicanos en realidad leen en promedio. Las cifras no son nada halagüeñas si se comparan, por ejemplo, con Noruega, Alemania o Estados Unidos, países que registran un promedio de lectura de 18, 15 y 12 libros anuales por habitante, respectivamente.

Elevar los niveles de lectura de libros es muy importante para la formación de lectores y constituye  una tarea que no se puede soslayar. Formar más niños, jóvenes, hombres y mujeres que sean lectores curiosos y ávidos, que hagan de la lectura un medio para crecer, a lo largo de la vida, es una tarea muy grande. Llevarla a cabo requiere el concurso de toda la sociedad: de las familias y las escuelas, de los centros de estudios superiores y las instituciones de cultura, de las organizaciones ciudadanas, las empresas privadas y las dependencias de gobierno.

La tarea no es fácil, pues, remontar la influencia de los medios audiovisuales en las formas culturales de las nuevas generaciones requiere de mucha creatividad, talento y sobre todo, vocación para la tarea educativa, la educación debe proveer los medios necesarios para el  logro de  un equilibrio entre el uso de estos medios y la generación de esfuerzo intelectual por parte de los educandos, este es uno de los principales objetivos a lograr  en el proceso de enseñanza –aprendizaje. La crítica no va al avance de las tecnologías de información y comunicación ni a estos como tales, sino al uso que se hace de ellos, y en el caso que nos ocupa, las consecuencias de ese  uso para el desarrollo intelectual de las personas. Por otra parte las instituciones educativas no siempre han contribuido a revertir las deficiencias descritas, uno de los más grandes errores de la educación tradicional es querer que los alumnos aprendan lo que la investigación concluye, en vez de motivarlos a investigar, esto trae como consecuencia que no sean críticos ni reflexivos.

Estamos ante un gran reto, los medios audiovisuales ya son imprescindibles, pero el crecimiento intelectual de los estudiantes requiere de la lectura, las competencias de las que ésta los dota hacen que la información a la que acceden  en los medios de tecnología sea mejor aprovechada en su beneficio.

[El autor trabaja en el departamenteo de Egresados e Inserción Profesional UPAEP]

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