Medalla de honor al héroe de Chilpancingo

  • Raúl Espejel Pérez
El crimen de Chilpancingo. El heroísmo de Gonzalo Miguel Rivas. La medalla Belisario Domínguez

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En 1953, a iniciativa del entonces presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortines, se instituyó la Medalla de Honor Belisario Domínguez con la finalidad de enaltecer anualmente a los ciudadanos mexicanos que se hayan distinguido como servidores de la nación o de la humanidad. Por primera ocasión, se entregó en 1954. Los galardonados fueron dos eminencias del magisterio nacional: Rosaura Zapata y Erasmo Castellanos Quinto.

Esta vez, el pleno del Senado de la República, al margen de posiciones partidistas y en  congruencia con la idea que dio origen a la medalla Belisario Domínguez, debe otorgarla, en un acto de reconocimiento cívico post mortem, a Gonzalo Miguel Rivas Cámara, aunque un senador de nombre Marco Antonio Blásquez Salinas esté en desacuerdo.

Para quién aún no cuente con información que le permita saber quién fue ─o quién es─ Gonzalo Miguel Rivas Cámara para ser merecedor de esa distinción honorífica, en pocas palabras, diré que Gonzalo, a costa de su vida, salvó la vida de decenas de personas que hubieran fallecido quemadas en caso que hubieren explotado los depósitos donde se almacenaban 100 mil litros de combustible, en una gasolinera, situada en el perímetro de la ciudad de Chilpancingo.

Por ese incuestionable y desinteresado acto de valor social, Rivas Cámara es considerado, por muchas personas, como el héroe de Chilpancingo.

Al medio día del lunes 12 de diciembre de 2011, medio centenar de alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa que desde el mes anterior mantenían bloqueada la Autopista del Sol (a la altura del Parador del Marqués, en la salida hacia el puerto de Acapulco) para exigir a las autoridades educativas el otorgamiento de becas y plazas de profesores para ser ocupadas sin que las personas interesadas en ellas, demuestren, previamente, que tienen los conocimientos y capacidad suficientes para desempeñarlas eficazmente, fueron desalojados por elementos de la fuerza pública con el propósito de liberar esa importante vía de comunicación terrestre.

Por supuesto que ese desalojo, aunque tardío, no agradó a los normalistas de Ayotzinapa, quienes convenencieramente lo calificaron como represión política del Estado. Para demostrar su inconformidad por la supuesta represión, dos normalistas (existen videos, fotografías e indicios suficientes para facilitar su identificación, aprehensión y consignación ante un juez penal) esparcieron varios litros de gasolina en el área de bombas despachadoras con la finalidad de incendiarlas.

Al percatarse Gonzalo Miguel Rivas Cámara ─quien en ese momento estaba dando mantenimiento al sistema de cómputo de la gasolinera─ del peligro que representaba la actitud criminal de esos dos alumnos vándalos de la escuela normal de Ayotzinapa, procedió a cerrar las válvulas de los tanques subterráneos que suministran gasolina a las bombas despachadoras.

Gonzalo, de inmediato, con extinguidor en mano, trató de apagar el fuego de una de las bombas que estaba incendiándose, cuando en ese momento el fuego alcanzó la gasolina que se encontraba en un recipiente de plástico que en su huida abandonaron los dos normalistas incendiarios. Las llamas envolvieron rápidamente el cuerpo del ahora héroe de Chilpancingo.

Quien falleció en los primeros minutos del año 2012 por las quemadura que le ocasionaron los 2 normalistas de Ayotzinapa que debieron ser detenidos en flagrancia. Pero la inacción de las autoridades gubernamentales, esos criminales aún se encuentran libres y sin castigo después de 5 años 10 meses de haber cometido su cobarde asesinato.

De no haber evitado Gonzalo Miguel Rivas Cámara el incendio de la gasolinera, los 100 mil litros de combustible hubieran ocasionado una catástrofe inimaginable.

Habida cuenta que cerca de ella había decenas de personas varadas y automóviles, autobuses y camiones de carga detenidos por el bloqueo carretero impuesto por los alumnos de la normal de Ayotzinapa.

Hoy el Senado de la República no tiene mejor prospecto para condecorar, post morten, con la medalla Belisario Domínguez, a Gonzalo Miguel Rivas Cámara.

Aunque por los pasillos del Senado de la República deambula ─como fantasma asusta niños─ un senador del Partido del Trabajo, de nombre Marco Antonio Blásquez Salinas, que se opone a la condecoración de Rivas Cámara mientras presume su admiración y cercanía con Andrés Manuel López Obrador, al que pone como “ejemplo” a sus hijos, después de haber votado contra la Ley 3 de 3.

El camino recorrido por Rivas Cámara después de su lamentable fallecimiento no está exento de obstáculos.

Además de ese senador del Partido del Trabajo, que al ser entrevistado en televisión, junto al escritor Rafael Pérez Gay, por Carlos Loret de Mola, demostró su fobia contra el acto heroico de Gonzalo Miguel  y aprovechó la coyuntura para descalificar la campaña que durante más de 5 años realizó, a través de sus artículos de prensa en Milenio, el escritor Luis González de Alba para que la presea Belisario Domínguez sea entregada a Gonzalo Miguel Rivas Cámara, existen personas interesadas en desvirtuar y deslegitimar el derecho, ganado después de fallecer heroicamente, por quien dejó en el desamparo a su familia ─esposa y dos hijas─, al poner a salvo la vidas de decenas de personas que no conocía y perder la suya.

La senadora Layda Sansores, así como dirigentes de la CNTE y del partido político Morena y un señor que manipula a los padres de los 43 normalistas desaparecidos lamentablemente la noche del 26 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, también se oponen a que la medalla Belisario Domínguez se adjudique a Gonzalo Rivas, aduciendo que  adjudicársela in memoriam equivale a criminalizar el normalizmo (¿?).

Falso de toda falsedad. Nadie que no padezca atrofia cerebral puede afirmar semejante barbaridad. Esos desafortunados acontecimientos, aunque en ellos participaron alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa, se produjeron en fechas y lugares diferentes y también por motivos diametralmente diferentes. El primer acontecimiento  fue un acto heroico ocurrido en la ciudad de Chilpancingo el 12 de diciembre de 2011 y el segundo acontecimiento sucedió, como ya se dijo, la noche del 26 de septiembre de 2014, en la ciudad de Iguala, cuando fueron levantados 43 alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa que viajaban en autobuses que robaron.

A ese robo los normalistas le llaman tomar “prestados” los autobuses. ¿Qué podría suceder a una persona que robe dinero en un banco y aduzca que no lo robó sino lo tomó “prestado”?

Debido a que los gobiernos federal, estatales y municipales, por temor a ser acusados de represores, no actúan como es su obligación, cuando grupos estudiantiles, como en los casos de los normalistas de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, y los de Tiripetío, en Michoacán, cometen diversos delitos, como robo de autobuses; asalto a establecimientos comerciales, a camiones distribuidores de mercancía así como a casetas de cobro de peaje en autopistas; ataques a las vías generales de comunicación; incendio a edificios públicos y a vehículos gubernamentales y particulares y secuestro de personas, éstos quedan impunes invariablemente.

Estos delitos son cometidos por normalistas al amparo de lo que ellos llaman protesta social.

Nadie puede desestimar la forma apasionada como Luis González de Alba, reconocido escritor, periodista real y efectivamente de izquierda y uno de los líderes destacados del Movimiento Estudiantil de 1968 ─éste sí verdadero y legítimo líder estudiantil─, fallecido recientemente, insistió incansablemente para que el Senado de la República otorgue post morten la medalla de honor Belisario Domínguez a Gonzalo Miguel Rivas Cámara.

Cuando las autoridades gubernamentales han demostrado incapacidad para hacer justicia en el asesinato de Gonzalo Miguel Rivas Cámara, los senadores tienen a su alcance la oportunidad de enaltecer la memoria del héroe de Chilpancingo.

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Raúl Espejel Pérez

Ha colaborado como articulista en la revista Jueves de Excélsior, El Universal de México, El Universal Gráfico, El Universal de Puebla, El Día, Nueva Era de Puebla y la revista Momento de Puebla (versión impresa y digital).