Corrupción policial

  • Eduardo García Anguiano
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Tabasco sacó a la luz la falta de moral, pero el fenómeno está de moda: la corrupción.

Además del caso en el sureste mexicano, se comenta que las policías están penetradas por la criminalidad y que el problema radica en las corporaciones municipales, sin dejar de señalar a otras por supuesto; ¿por qué se corrompe el policía?

Puede hacerlo porque de una parte:

  • Hay un corruptor con dinero para ofrecer.
  • Se presenta la oportunidad de hacerlo sin ser sancionado.
  • No hay respeto a quien representa en la calle a la autoridad.
  • Hay transgresores de la ley que no desean pagar la penalidad por su acto.
  • Se desea protección para ciertas actividades.
  • Ante el abuso de autoridad se quiere salir rápido de la situación.
  • La cultura de la legalidad no es practicada.
  • Predomina la idea de: “más vale un mal arreglo que un buen pleito”.

Del otro lado:

  • Se recibe un salario bajo por la función a desempeñar.
  • El seguro de vida es menor en proporción al del funcionario público.
  • Las prestaciones como INFONAVIT y FONACOT pocos las reciben.
  • No hay becas para estudios de los hijos de policías.
  • El adiestramiento y armamento no es apto para los nuevos retos.
  • No hay turnos de ocho por ocho, sino 12 por 24, u otra modalidad.
  • Hay órdenes de “pasar dinero hacia arriba”.
  • El Jefe “cobra” por darles el puesto.
  • Les “cobran” por su implemento de trabajo: patrulla, motocicleta o crucero.
  • Pagan por el mantenimiento de los vehículos y hasta por la gasolina.
  • Les ordenan realizar funciones para las que no fueron contratados.
  • Experimentan amenazas veladas o directas: “plata o plomo”.
  • Exponen la vida sin ser recompensados suficientemente a cambio.
  • No hay reconocimiento a su trabajo, sólo cuando los matan.
  • Para compensar tienen el deseo de obtener dinero de cualquier forma.
  • Se presentan abusos de poder contra el ciudadano.
  • El beneficio pecuniario es superior a lo que tienen, aunque con alto riesgo.
  • La mística de trabajo se ha perdido.

¿Son fenómenos inéditos? Seguramente no y habrá mucho más causas, sólo que el impacto ha cambiado de dimensión. La función principal del policía preventivo consiste en mantener las condiciones de convivencia social, así es que mientras la corrupción sólo llegue a ello, el problema no sobresale mucho ya que hasta ese ámbito se circunscribe, aunque en términos legales y morales, sea un problema.

Sin embargo, en la actualidad al agregarle factualmente a las policías preventivas el combate al narcomenudeo y con ello a la delincuencia organizada –legalmente fue hace poco tiempo– se les imbuye también en la corrupción derivada de la nueva responsabilidad; situación que ocurrió sin un diseño institucional y social combinado capaz de neutralizar los efectos del fenómeno corruptor desde una visión del desarrollo, además del control y la disciplina (el recurso del SUBSEMUN en su parte de profesionalización en algo ha ayudado).

La combinación es explosiva entonces, tanto por el dinero en juego como por las condiciones ya citadas, por lo que ahora el impacto no sólo se resiente en la convivencia social, sino también en la disminución de la capacidad operativa policial, en la legitimidad de la institución estatal que representa el policía y en el deterioro de la gobernabilidad en su conjunto.

En estos días nos complacería que el espíritu de unas letras sobre la policía de Guillermo Alberto Hidalgo Vigueras, se convirtiera en realidad: “Donde nosotros vamos no podemos fallar, no existe otra hora, mejor momento... ni segunda oportunidad”.

 

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Eduardo García Anguiano

Sociólogo y Maestro en Administración Pública. Ha laborado en el gobierno federal y gobiernos locales en áreas de seguridad, gobierno y salud. Ha sido profesor en: UDLAP, IMIDECIP, Instituto Técnico de Formación Policial de la CDMX y en el INAP.