Inteligencia emocional y visión de los líderes

  • Alberto Jiménez Merino
La pérdida de tiempo y recursos para estudiantes, familias, universidades y gobierno, es preocupante

El estado mental y emocional de la sociedad no es el mismo después de la pandemia por COVID-19.

La emoción es la alteración del ánimo, de manera intensa o pasajera, agradable o penosa. La inteligencia emocional (IE) es la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos, esto es de acuerdo con Alberto Bello (2004).

La IE es la capacidad para resistirnos a reaccionar de manera impulsiva e irreflexiva, actuando, en lugar de ello, con receptividad, y participando, de esa manera, en la promoción de una comunicación sin barreras. Es en gran medida la capacidad de tolerancia a la frustración ante resultados adversos, la cual tiene una gran correlación con el éxito humano.

Los mejores resultados en las decisiones personales se obtienen cuando existe la capacidad para controlar las emociones. Mantener la calma ante las adversidades es la mayor fortaleza de un ser humano, porque le permite decidir con mayor posibilidad de éxito.

Ponerse en los zapatos de los otros y escucharlos, representa más del noventa por ciento del éxito de las decisiones resultantes. Muchas disculpas se pueden evitar si se piensa antes de hablar; se puede diferir, pero sin ofender; así como respetar al otro, que seguramente es diferente en todos los aspectos.

La visión es el propósito que se desea conseguir en la vida o el sitio donde le gustaría a las personas encontrarse en el futuro. Esta debe construirse desde las edades tempranas. Sin embargo, no estamos ayudando a nuestros jóvenes a construir su visión, porque ni los padres ni los maestros construimos la propia, y el sistema educativo, no lo ha considerado.

Liderazgo, según OCC-Solutions.com, es el arte de inspirar, movilizar y orientar toda la inteligencia, emociones y energía de un equipo o grupo para asegurar el logro de propósitos y objetivos comunes.  Líder es la persona encargada de guiar a otras para alcanzar metas que comparten.  Un líder es quien ayuda a otros a llegar allí donde no podrían hacerlo por sí solos. Es quien resalta las virtudes de los otros de tal forma que ellos se den cuenta.

Después de la pandemia del coronavirus COVID-19 se han identificado más de cincuenta secuelas, según diversas fuentes. Las consecuencias emocionales se han incrementado notablemente, muchas de las cuales tienen que ver con los impactos económicos de la pandemia en las finanzas de gobiernos, empresas y familias.

Enrique Chávez León, Coordinador de Posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad Anáhuac, señala que los pacientes, durante y después de la infección, tienen un riesgo alto de desarrollar depresión y ansiedad. Los síntomas son más frecuentes en mujeres y en aquellos con familiares infectados.

Esta columna tiene tres motivaciones principales: recordar la importancia del estado emocional de la sociedad, resultante de los efectos de la pandemia COVID-19; el inicio de un nuevo ciclo escolar (2024-2025); y, el cambio de gobierno de la República, Cámara de Senadores, Cámara de Diputados, gobiernos estatales, Congresos locales y presidencias municipales.

El estado mental y emocional de la sociedad no es el mismo después de la pandemia.

Si hemos requerido de buenos gobernantes, hoy se necesitan aún mejores. Funcionarios con discurso inteligente, con altos niveles de empatía y gran vocación de servicio. Que sepan escuchar y dar respuestas. Escuchar a quien trae un problema, una propuesta o una inquietud. Escuchar a los que saben sobre ese problema. Escuchar para dar una atención y para aprender un poco más. Muchas personas de la sociedad, solo buscan ser escuchadas.

Y “no hay mejor regalo que dar a la República que la preparación de nuestros jóvenes” (Marco Tulio Cicerón). Desde hace décadas, los jóvenes mexicanos, los futuros líderes de la patria están decidiendo su destino, basados en la necesidad, en las posibilidades y deseos de sus padres, pero sin ningún conocimiento de sí mismos.

Hay estudios que demuestran que ocho de cada diez personas realizan actividades que no les gustan, razón suficiente para no desarrollarlas con alegría y para no intentar destacar, y menos aportar a la productividad de los sectores en los que se desempeñan.

La deserción escolar, el cambio de carrera y la eficiencia terminal son grandes problemas que afectan la formación actual de los recursos humanos. Mucho se debe a la falta de una adecuada orientación vocacional y a la ausencia de apoyo para ayudar a los jóvenes a identificar y desarrollar sus talentos.

La deserción escolar ha sido un fenómeno recurrente desde hace mucho. Las primeras razones son de carácter económico, la falta de recursos ha limitado asistir a la escuela, pero también la falta de una orientación adecuada sobre qué estudiar, la inseguridad prevaleciente o el bullying escolar, han tenido efectos determinantes.

Elegir erróneamente la carrera y decepcionarse de la misma, es la principal justificación de abandono estudiantil en el primer año, de acuerdo con Alfonso Díaz Furlong, director de Admisiones y Seguimiento Académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, según la misma fuente.

Con base en todo lo anterior, la pérdida de tiempo y recursos para estudiantes, familias, universidades y gobierno, debe ser un tema preocupante para todos.

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Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.