En las últimas semanas las emisiones del volcán Popocatépetl se han incrementado de manera considerable, y esta ceniza tiene efectos contaminantes y afecta además la salud.

Se ha demostrado que la ceniza volcánica tiene propiedades abrasivas y esta tiene distintos efectos con base al tamaño de las partículas que la componen, ya sean estas de 10 micras o de 2.5 micras denominadas PM 2.5.

Son estas últimas las que son capaces de pasar por nuestra nariz, garganta, tráquea y llegar hasta los alvéolos pulmonares, que son los pequeños sacos donde se establece el intercambio de gases oxígeno y bióxido de carbono. El depósito en los pulmones de las PM 2.5 es acumulativo y produce una reacción inflamatoria, lo que a su vez favorece que ante un cuadro de infección como puede ser un catarro o gripe se tenga una enfermedad más severa y con manifestaciones persistentes como puede ser la tos.

De hecho, en animales experimentales se ha mostrado que la inhalación de ceniza provoca alteraciones en la estructura de los pulmones, inflamación persistente (crónica) e incluso áreas donde los alvéolos pierden su forma y se sustituye por un tejido duro denominado fibroso.

Existen también reportes similares en la estructura pulmonar en humanos que se han expuesto por períodos prolongados a la ceniza volcánica como las emisiones del Monte Santa. Elena en Estados Unidos de América, el Hudson en Chile o el Popocatépetl en México.

Por otra parte, en humanos se ha reportado que la exposición a ceniza volcánica incrementa las reacciones alérgicas, en la piel provoca inflamación (dermatitis) particularmente si la ceniza se combina con el sudor por ejemplo al hacer actividades deportivas al aire libre. Por lo que se recomienda no hacer actividades deportivas en exteriores, usar cubrebocas y por favor no frotarse los ojos, y de esta forma protegernos.