El minimalismo digital
- Marisol Aguilar Mier
Sin lugar a dudas, ya no podemos imaginar nuestras vidas sin los teléfonos inteligentes: operaciones bancarias, organizar una cita, tomar fotos y videos (y compartirlos), verificar el estado del tiempo, realizar compras, ponerse al día con las noticias, estudiar o capacitarse, escuchar música, recibir indicaciones para llegar a una dirección, comunicarse, buscar información, revisar el tránsito en una zona, participar en una reunión de trabajo, responder el correo electrónico, y un largo etcétera. Se han convertido en una prolongación de nuestras manos.
Para darnos una idea, de acuerdo con el informe Global de Deloitte titulado: Tendencias Globales de Consumidores de Dispositivos Móviles, más de un tercio de los consumidores en todo el mundo afirmó que toma su teléfono dentro de los primeros cinco minutos después de despertarse por la mañana. Otro ejemplo: los adultos en Estados Unidos revisan sus celulares 344 veces al día en promedio, es decir, una vez cada cuatro minutos, y pasan casi tres horas diarias conectados a ellos.
Pero, el problema es que a menudo, realizar una tarea simple con el celular nos lleva a revisar las notificaciones o de pasada, a echar un vistazo a nuestras redes sociales y cuando nos damos cuenta, perdimos la noción del tiempo y nos descubrimos en el infinito scrolling. La neurociencia ha comprobado que escuchar la notificación del celular activa áreas del cerebro relativas a la ansiedad y se siente la necesidad de leer en ese mismo momento el mensaje.
Amanda Rugeri lo explica muy bien: “es un círculo vicioso. Cuanto más útiles se vuelven nuestros teléfonos, más los usamos. Cuanto más los usamos, creamos más vías neuronales que nos conducen a levantar nuestros celulares para hacer cualquier tarea, y más necesidad sentimos de revisarlos incluso cuando no se requiere”. Por ello, nuestra capacidad de concentración se ve interrumpida constantemente y esta multitarea digital perjudica también la memoria y el rendimiento.
Pero, ¿por qué nos resulta tan difícil “desconectarnos”? Adam Alter, académico de Marketing y Psicología en la Universidad de Nueva York, explica cómo la tecnología se ha vuelto irresistible pues las empresas tecnológicas diseñan productos digitales con el propósito de ser adictivos, mediante ciertas características como notificaciones, recompensas inmediatas y elementos de juego cada vez más novedosos y sofisticados. A la par, aumenta más y más la competencia entre dichas empresas por ganar la atención de los usuarios con el objetivo de maximizar el tiempo que pasamos en plataformas digitales, ya que esto se traduce en mayores ingresos.
Por lo anterior, la omnipresencia de las pantallas, cuando implican un uso prolongado y adictivo, tiene efectos negativos en nuestra salud física y psico-emocional. Y desde luego, también en nuestra productividad, bienestar y calidad de vida. La ilusión de que los dispositivos nos hacen la vida más fácil pronto se disipa cuando notamos que más que ayudarnos a ser más eficaces, lo que aumenta es la distracción.
Entonces, ¿qué alternativas o soluciones podemos encontrar? Como una respuesta que va contracorriente, surge el minimalismo digital, que explica el experto, Cal Newport. Se trata de una filosofía que apuesta por simplificar y reducir la presencia y el uso de la tecnología en nuestras vidas, para centrarnos en las cosas que realmente nos importan. Y lo interesante es que no se trata de pretender vivir sin ella, más bien, de ser más estratégicos en su uso. Es decir, más conscientes y selectivos en las herramientas y aplicaciones digitales que elegimos, en términos de lo que aportan a nuestro bienestar. Esto implica que seamos capaces de establecer límites claros sobre el tiempo que pasamos en línea para lograr reducir el ruido del ciberespacio y recuperar así, el control sobre nuestras vidas digitales. Algunos de los consejos para lograrlo son:
- Valor intencional: adopta las herramientas digitales que realmente aportan valor a tu vida y te ayudan a lograr objetivos significativos.
- Reducción del ruido digital: elimina los elementos digitales y las distracciones innecesarias, como aplicaciones y servicios que no aportan dicho valor. Al minimizar el ruido digital, se busca una mayor concentración y enfoque en las actividades que priorizamos.
- Desconexión selectiva: establece períodos regulares de desconexión digital, para permitir un descanso consciente, favoreciendo la presencia plena y la atención.
- Uso intencional del tiempo en pantalla: cuando utilices tus dispositivos digitales, hazlo de manera intencional y consciente. Esto implica evitar la multitarea digital y centrarse en una sola cosa a la vez.
- Participación en actividades significativas: esto incluye leer libros impresos, practicar deportes, hacer caminatas al aire libre, juegos, dedicar tiempo a proyectos creativos o hobbies que no dependan de la tecnología.
En conclusión, la tecnología es una herramienta poderosa y prácticamente indispensable, pero el abuso o adicción tecnológica tiene consecuencias altamente negativas en nuestra salud. Adoptemos una perspectiva crítica, responsable y consciente para integrarla de manera estratégica, aprovechando sus beneficios sin comprometer nuestro bienestar físico y mental en la #CiudadDigital.
Referencias:
Alter, Adam (2018). "Irresistible: The Rise of Addictive Technology and the Business of Keeping Us Hooked" Londres, Inglaterra: Editorial Penguin Book
Newport, Cal (2021) “Minimalismo Digital: En defensa de la atención en un mundo ruidoso”. Barcelona, España: Paidos
Rugeri, Amanda (2023). “Cómo los celulares han cambiado nuestro cerebro” en BBC News Mundo
Opinion para Interiores:
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Maestra en Nuevas Tecnologías para el Aprendizaje y licenciada en Educación por la Ibero Puebla. Actualmente colabora como académica en el área de Educación Virtual en la IBERO Puebla en el desarrollo de innovación tecno-educativa, e-learning y competencias digitales.