Futbol femenil, un reflejo de la sociedad
- Mariana Solana Filloy
El pasado 3 de octubre la Federación de Futbol Soccer de Estados Unidos publicó el Reporte Yates, una investigación a profundidad sobre las condiciones de abuso, hostigamiento y violencia en el futbol femenil de los Estados Unidos, específicamente en la National Women´s Soccer League, la liga de futbol femenil profesional de este país.
El reporte da cuenta de un sin número de casos de jugadoras que sufrieron situaciones de hostigamiento por parte de los directores técnicos de sus equipos, se habla de amenazas para poder mantener su trabajo, propuestas sexuales para obtener la titularidad en los partidos, intentos de tocamiento, envíos de imágenes con contenido sexual, violencia verbal y psicológica, así como la creación de ambientes hostiles e inseguros de trabajo.
Hay varios aspectos que agravan la situación: la primera es que no es un caso particular el que se identifica en la investigación, son varios los entrenadores que tuvieron este tipo de conductas y muchas las jugadoras que fueron víctimas de ellos. Un segundo elemento que es imperdonable es que varias de las jugadoras levantaron reportes inmediatamente después de haber pasado por estos momentos tan difíciles. Algunas lo hicieron con la directiva de sus equipos, otras con la directiva de la liga e incluso hubo quienes dieron cuenta de esto a la federación nacional de futbol y a pesar de esto los entrenadores siguieron en su posición y sin ninguna llamada de atención de parte de las autoridades del deporte.
En el único caso en el que hubo decisiones contundentes, esto derivó de una entrevista en la que Mana Shim, jugadora de Portland Thorns, hizo públicas, en distintos medios, las agresiones que había sufrido de parte de su entrenador Paul Riley. A partir de esto el entrenador salió de ese equipo, pero inmediatamente fue contratado por otro equipo de la propia liga.
Las acciones de las distintas directivas de los equipos, así como de la liga y la federación nos hablan de un sistema que minimiza y normaliza la violencia y que protege a los agresores, aun teniendo pruebas contundentes en su contra y en donde las jugadoras parecen ser la última de las prioridades. Hubo casos en los que la respuesta que recibían las jugadoras alegaba a su falta de agradecimiento por poder dedicarse profesionalmente a este deporte, como si les estuvieran haciendo un favor y no hubieran ganado sus posiciones o se esforzaran todos los días, no solo por hacer bien su trabajo, sino por fomentar el crecimiento de la liga femenil y del deporte en todos los niveles. En este tipo de comentarios se hace evidente no solo la falta de respeto a las jugadoras y sus derechos, sino también un desdén hacia el futbol femenil en general.
Tristemente esta situación no es exclusiva a la liga de futbol femenil de los Estados Unidos, sino que se repite en muchas otras ligas de distintos países. Hace algunos años jugadoras brasileñas reportaron abusos por parte de los directivos de los equipos de la liga femenil de su país, en México ha habido distintos casos de violencia hacia jugadoras y de impunidad para los agresores.
Actualmente la selección femenil de España se encuentra en un momento de tensión importante, después de que 15 de las mejores jugadoras del equipo reportaran a la directiva distintas actitudes y acciones de su entrenador que afectaban su salud mental y su ambiente de trabajo. La respuesta de la federación fue publicar un comunicado en el que aseguraban que estas jugadoras habían renunciado a la selección y en donde hacen pública información privada sobre la salud mental de estas. No ha habido siquiera una investigación por parte de la federación para saber qué está pasando con este entrenador y él sigue ocupando su cargo sin ninguna modificación, mientras que las jugadoras están fuera de la selección. Estamos hablando de un equipo con algunas de las mejores jugadoras del mundo, incluyendo a la ganadora del Balón de Oro Alexia Putellas y ni siquiera eso ha sido suficiente para que el tema sea visibilizado en medios, para que se cuestione a la federación, etc. Si eso pasa en un equipo con jugadoras muy “visibles”, que podemos esperar de equipos que no tienen reflectores en ellos.
Estamos hablando de sistemas que permiten la violencia contra las jugadoras y que protegen a los agresores. Como bien dice la exfutbolista y escritora Gwendolyn Oxenham (2017):
“vemos en el deporte femenil lo que vemos en nuestras sociedades: discriminación, violencia, impunidad para los agresores, ceguera del resto de la población y reproducción de patrones dañinos.”
(La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla).
Opinion para Interiores:
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Licenciada en Procesos Educativos por la Universidad Iberoamericana Puebla, donde colabora como docente. Forma parte del equipo de Formación y Orientación Educativa de la misma Institución. Ha participado en investigaciones relacionadas con la formación docente y los estudiantes normalistas.