¿... y las vacunas, apá?
- Araceli Molina Diz
Estamos en la tercera ola de la pandemia. Nuevamente podemos leer en redes a las personas pidiendo oraciones por sus familiares, solicitando tanques de oxígeno o subiendo historias en las que se realizan una prueba de PCR.
México ocupa el cuarto lugar de mayor mortalidad por COVID-19 y Puebla, continúa siendo la entidad más rezagada del país conforme al Plan Nacional de Vacunación. Si a esto sumamos a las personas que no han entendido que vacunarse es un acto altruista que protege a toda la sociedad, a esos insensatos que se quejan del presidente pero actúan de la misma forma egoísta y caprichosa al negarse a la vacunación; pues estamos muy lejos de alcanzar inmunidad ante este virus.
Y es aquí cuando cobra importancia la estrategia, es aquí cuando temas como la gestión pública y el liderazgo se vuelven fundamentales para la toma de decisiones en momentos de crisis.
Cuando tuve la oportunidad de estudiar Gestión pública en momentos de crisis, siempre pensé generar estrategias en momentos fatídicos como un temblor, inundaciones, incendios forestales, temporadas de huracanes e incluso un plan de evacuación en caso de que nuestro cercano amigo “Don Goyo” (el volcán Popocatépetl), nos diera la sorpresa de hacer erupción; pero jamás fui capaz de plantearme el supuesto de una pandemia mundial.
Quiero suponer que fue un escenario poco planteado, es por ello que el Gobierno Federal no ha sido capaz de presentar una estrategia eficiente ni una comunicación estructurada al respecto. En mi opinión, el error de su estrategia ha sido el sujetar las decisiones al vaivén del capricho del presidente, un hombre enamorado de sus ideas, convencido de que sus opiniones tienen veracidad y su discurso mañanero es suficiente para calmar la crisis.
A diferencia de gestiones como la de Angela Merkel considerada por el Financial Times como “la gerente de las crisis”, ya que es una tomadora de decisiones pragmática, que nunca se desvía de su estrategia y basa sus decisiones en datos comprobables y evidencia. En México se ha basado la estrategia en “los otros datos” que tiene nuestro presidente, y la comunicación ha tenido como base el cálculo político y la polarización.
Si recordamos, el año pasado al iniciar la pandemia nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador realizó polémicas declaraciones, entre las que destaco:
- “El escudo protector es como el detente (…) El escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción (…) detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”
- “No debe de haber alarmas, se piensa que no es tan dañino, tan fatal este virus llamado coronavirus”
- “Estamos preparados para enfrentar el coronavirus”
- “Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar; hay que abrazarse, no pasa nada”…
Entre muchas otras. Ojalá estemos a tiempo de fortalecer y repensar la estrategia de vacunación, proporcionar información técnica para la población renuente a ser vacunada, y solidarizarnos en unidad como humanidad para salir adelante y vivir para ver y construir juntos la estrategia para enfrentar los tiempos de postpandemia.
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