Hace ya algunos años durante un mitin de campaña en la Junta Auxiliar de La Libertad –aquí en Puebla Capital-, uno de los aspirantes a Presidente Auxiliar ofreció transformar el pequeño conjunto del llamado volcán más pequeño del Mundo –el Cuexcomate-, en un atractivo de talla internacional.

Ante esa promesa a todas luces inalcanzable, de entre los asistentes se escuchó un ocurrente grito con tan suficiente volumen, que su contenido propició una generalizada carcajada: “Éste cree que todos andamos arreando guajolotes a cachetadas”.

Guardadas las distancias y los tiempos –de entonces a la actualidad-, y en el contexto de la presente fenomenología sociopolítica y económica que sufren México y el Mundo, el suceso tiene similitudes que vale la pena reflexionar.

Uno de ellos es aquél que emerge de la sabiduría popular: “Prometer no empobrece”, que es justo lo que a un tercio del sexenio de López Obrador, mientras el País va de reversa en todo, hasta ahora no hay visos siquiera de que pueda lograr alguno de sus proyectos macro.

Y eso lo previó desde que López Obrador ganó la Presidencia de México, la propia Olga Sánchez Cordero, ex Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y su actual Secretaria de Gobernación.

Independiente de que en el actual estado de crisis macro, agravada por la pandemia de la que por cierto López Obrador se mofó y negó -hasta propiciar que hoy México sufra más 40 mil muertes por contagios, y más de 350 mil contagiados-, procede insistir en el apunte de nuestra anterior entrega:

“MUTAN AMLO Y SU IV-T, A UN HÍBRIDO PORRIL BOLVARIANO”

No hay duda; un somero análisis de su pensamiento-lenguaje expuesto durante todas sus “mañaneras”, no hace sino exhibir y confirmar que en efecto, el “Mutan AMLO y su IV-T a un híbrido porril bolvariano”, es una descriptiva y resumida definición de lo que intelectual e ideológicamente son López Obrador y su historial.

Y esto no son especulaciones ni críticas sin soporte: La Teoría del Conocimiento que es base teórico-operativa de la Cibernética -que hoy lo opera todo en el Mundo-, es una copia íntegra del funcionamiento de la inteligencia humana: Justo la que hoy llamamos inteligencia artificial.

En la inteligencia artificial, la Teoría del Conocimiento incluye electrónicamente los estados de la inteligencia humana –y su percepción-, frente a la realidad objetiva y demostrable. Son éstos: Certeza, duda, opinión, fe y error.

Tales estados –por ejemplo-, mientras en los programas Word se indican con colores rojo –error-, azul –duda- y otros tonos que significan falta parcial de certeza, indican al operador que debe atenderlos para no fallar.

Bien, pues debido a que en lugar de Lógica y Teoría del Conocimiento López Obrador estudió dialéctica marxista, hoy a diario y desde la Presidencia de la República, lo vemos errar, discurrir y hablar a tropezones, balbuceos y sinfín de dispersiones ilógicas y sin materia.

Esto es sumamente grave para México, porque implica que permanentemente el Presidente de la República opera intelectualmente su IV-T, sobre ese híbrido porril bolivariano que equivale a un galimatías que ni él entiende, porque incluso termina perdiéndose.

Y los lamentables efectos ahí están: Pandemia en descontrol, economía en riesgo de quiebra, crimen organizado operando a sus anchas, corrupción, y toda la calamidad que a diario padecen hoy como nunca los mexicanos.

Puede que desde su imaginación el Presidente asuma que somos los mexicanos quienes “andamos arreando guajolotes a cachetadas”, y aunque afortunadamente no es así, toca a los intelectuales demostrar que México sí tiene materia gris, para no quedar pasivos frente al actual reto para la Nación Mexicana.

López Obrador ha reconfirmado que el híbrido porril bolivariano que trae enquistado en la mente, lo sigue lanzando a insensateces como la última sumamente grave: Aplicarle a Salud un recorte presupuestal en plena pandemia; ni el mínimo de sentido común.

¿Quién anda arreando guajolotes a cachetadas?