No era ni como nos gobernaba o como nos cuidaba, si el Covid nos acaba, los culpables son ustedes los Alcaldes

  • Alberto Pacheco Márquez
Hoy vivimos la mayor crisis del milenio, una crisis que ha desnudado completamente al ser humano

Lo ha despojado de ese outfit repleto de hedonismo, de las gafas oscuras del egoísmo, de las orejeras de la indiferencia, de los zapatos del ego, de las camisas del individualismo, de los pantalones de la avaricia.

Hoy desde el aislamiento, nos volvemos a encontrar a nosotros mismos, pero, sobre todo, volvemos a recuperar la capacidad de ver con más profundidad y con mucha más claridad.

La crisis también ha sacado a la superficie, aspectos de la vida pública que pasábamos por alto, ya sea por conveniencia, apatía o indiferencia y, que hoy más que nunca, deberían ser pivotes hacia el resurgimiento, pero en realidad, son unos verdaderos lastres. 

Me refiero puntualmente, al rol que los alcaldes han jugado por mucho tiempo, siempre nadando de a muertito antes los grandes desafíos, endilgando toda responsabilidad al gobierno Estatal y al Federal, exculpándose así, de la falta de competencias para asumir el liderazgo que les corresponde y que, en realidad, es el más importante, porque es la más cercano a los ciudadanos.

En la actualidad, ya no confiamos en la capacidad del estado para resolver las crisis, quizá ya no le confiamos la capacidad de nada y menos, de trazar un rumbo nuevo que nos haga salir adelante. 

La impotencia de los gobiernos suscita la desconfianza creciente de los ciudadanos y por ello la crisis actual es, a un tiempo, una crisis de la capacidad de acción, una crisis de conocimiento, una crisis de método.

Los alcaldes, salvo honrosas excepciones, han venido a mostrar lo ridículo y surrealista que puede ser un individuo capacitado exclusivamente para la ignominia, pues esta crisis, los ha exhibido como una caterva de mentecatos.

El rol que ejercen en estos momentos, es la de simples voceros de las acciones que se realizan desde el ámbito federal y estatal, en algunos casos, se atreven a emitir una serie de acciones timoratas que de nada realmente servirán a sus gobernados. 

Salen a reclamar apoyos, en su mayoría económicos, material de sanidad, y algunos convocan a través de la misma retórica basura de siempre, a la unidad, a la solidaridad, hacen llamados a los gobiernos estatales y al federal para que no se olviden de su gente…Ternuritas. 

Se niegan por conveniencia, a aceptar que, si esta situación se sale de control, en gran medida será su responsabilidad y por más que señalemos al Presidente de México o a los gobernadores, no es sino, la incompetencia a nivel local de los Alcaldes, lo que nos está poniendo en jaque.

Puesto que, no solo se trata de una crisis de salud pública, sino de las agravantes económicas y sociales, que, en su conjunto, son el verdadero peligro y la bomba que está a punto de estallarnos en las manos.

-Analicemos -

El Presidente AMLI Bebé, en consonancia con su animadversión a los empresarios, se niega a un rescate, ignorando que sin apoyo para las MiPymes, no habrá actividad empresarial, en consecuencia, no tendrá recaudación suficiente y sin esta, sus programas sociales, caerán como fichas de dominó muy pronto o muy probablemente, para eso sí, será capaz de aplicar un rescate que inexorablemente lo orillará a la deuda…

Pero vamos, que sin justificar a AMLI, podríamos o más bien deberíamos estar frente a otro escenario, sí los alcaldes fueran capaces de generar condiciones reales de bienestar en sus respectivos municipios y aquí propongo un escenario, que si bien es simulado, es por el que deberíamos estar transitando.

Si los Ayuntamientos recaudaran, mínimamente el 50% de sus ingresos propios, hoy, estarían en condiciones de generar estrategias de reactivación económica inmediata a través de transferencias y subsidios directos como: 

Ingreso básico empresarial para el ecosistema de sus MiPymes, enfocándose en las que emplean a los grupos de mayor vulnerabilidad. Los créditos son inservibles, porque las empresas en épocas de crisis necesitan liquidez y no deudas.

Exención total de impuestos municipales a las grandes industrias y empresas de servicios asentadas en sus demarcaciones, previo acuerdo de que mantengan el 100% de la plantilla laboral local.

IBU ingreso básico universal alineado a programas de empleo temporal y proyectos a nivel social y cultural, para aquellos que no son beneficiarios de los programas federales y que perdieron sus formas de sustento.

Digitalización total de sus ecosistemas productivos, para hacerlos competitivos y que puedan subirse al carril de las tendencias de comercio digital que hoy más que nunca necesitábamos.

Lo anterior, incentivaría exponencialmente el consumo interno de modo que, la tasa interna de retorno social sería prácticamente inmediata y al siguiente año, la recaudación se vería también, exponencialmente incrementada.

Así, el Gobierno federal, podría enfocarse a los sectores nacionales estratégicos a fin de que, sigan de pie y fuertes en medio de la crisis.

Lamentablemente, lo anterior es un sueño guajiro, porque los Ayuntamientos, dependen hasta en un 90%, exclusivamente, de los recursos provenientes de las participaciones federales.

De los casi 2500 municipios que hay en México, solo 80 recaudan el 50% del impuesto predial, el cual es el más visible de los impuestos municipales. Lo anterior nos coloca como el último lugar de la OCDE en recaudación como porcentaje del PIB.

-Otro escenario es el referente a la salud-

Si el Coronavirus ha rebasado las capacidades del sistema de salud que tenemos en México, es también, debido a la incompetencia de los alcaldes, que creen que sus responsabilidades en la materia, se reducen a jornadas de salud que utilizan para sacarse la foto o la creación de infraestructuras deportivas, pero con el único objetivo de engrosar sus ya de por sí, abultadas billeteras.

No hay un solo ayuntamiento, que haya establecido un protocolo para combatir la pandemia de la obesidad, ni que haya diseñado una política publica seria y bien instrumentada para impactar a sus respectivos ciudadanos.

Los ayuntamientos no regulan en lo absoluto, el acceso a productos chatarra de los niños, ni promueven acciones contundentes para que los adultos cobren conciencia sobre la importancia de una buena talla y peso, por lo que hoy, el 73% de los mexicanos padecen algún grado de obesidad, siendo las víctimas perfectas para el covid19.

La obesidad, le cuesta al estado casi 10 mil millones de dólares por año, y eso, contemplando solo algunas dimensiones de la misma, ya que se podría sumar el boquete que deja a nivel de la productividad, ya que la obesidad genera la pérdida de casi 400 millones de horas laborales y la pérdida de entre 150 mil y 200 mil empleos por año.

Cuando la crisis económica y social se agudice, no solo será el cierre de empresas y la falta de empleo, o la saturación de los hospitales el mayor de los problemas, sino el incremento natural que tendrá la delincuencia y la migración de muchos hombres y mujeres que, ante la desesperación, no dudarán en sumarse a las filas del crimen.

Y nuevamente, el papel de los alcaldes es el de mayor relevancia, puesto que las policías municipales son las de menor nivel de cualificación y de las que más desconfianza generan, lo que nos traerá y espero equivocarme, un estado de caos o muy cercano al mismo.

Lo ven amigos y amigas, mientras nos desgarramos culpando a Amli bebé o a Baby Barbosa, los alcaldes nadan de a muertito, evadiendo toda responsabilidad sobre la debacle que se nos viene encima…

¿Y nosotros? Ahora si que, como dice el Tlatoani de Macuspana, que el corazón de Jesús esté conmigo y con todos ustedes.

Nos vemos cuando nos leamos…

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia