De enero a la fecha se han incrementado los feminicidios en el país, por lo que la sociedad cuestiona mucho la capacidad del gobierno en la resolución de esta problemática. A ello sumamos, que muchas mujeres ya no se sienten seguras, ni en el trabajo, ni en la escuela, ni mucho menos en las calles. En las últimas semanas, las noticias que se muestran en la televisión como en las redes sociales, están saturada de información  sobre la violencia contra las mujeres, secuestros, así como los casos de los estudiantes asesinados en la Ciudad de Puebla.

 Por ese motivo, la sociedad exige ante los medios de comunicación  que estos casos no queden impunes y se haga justicia. Sin embargo, es a través de las redes sociales donde los internautas opinan y desconfían de las autoridades para poder encontrar a las personas responsables de los hechos. De ahí viene también, que algunas mujeres cuando son agredidas física o psicológicamente tengan miedo al denunciar, porque incluso son ellas quienes dudan de las leyes mexicanas y creen que no serán apoyadas.

Ante todo esto ¿Qué está pasando en el país? ¿Por qué tantos feminicidios? ¿Por qué esta problemática interesa a unos y a otros no? Quizás tenga que ver la falta de comunicación entre unos y otros, en la familia, en la escuela, en la calle y en la sociedad. Es decir, como nos estamos relacionando de padres a hijos, hermanos, amigos, vecinos. Pero también, tiene mucho que ver la falta de sensibilidad, empatía y solidaridad con el otro. Por esa razón, en las redes sociales solo se muestra una guerra de mexicanos contra mexicanos, donde lo único que se hace es juzgar y criticar la postura del otro, además de la capacidad de un mandatario ante la ola de violencia que vive el país.

Entonces ¿Qué propuestas o acciones estamos realizando para no generar más ira, coraje e impotencia entre nosotros? ¿A caso estamos educando bien a los niños y jóvenes? Muchos maestros están comprometidos con su quehacer, los padres de familia están educando a sus hijos en valores, ¿y los demás, qué hacen? Culpar al otro, porque es la vía más fácil, decirle a la oposición que dejó un país con una gran descomposición social.

No. Claro que no; el país está así desde hace muchos años, como los feminicidios de Ciudad Juárez, en enero de 1993, la guerra contra el narcotráfico en el gobierno Calderonista, así como el caso de Ayotzinapa en el gobierno Peñista. Han pasado varios años y la situación es crucial.

Sin lugar a dudas, compete al gobierno dar seguridad, estabilidad a los mexicanos, así como construir un plan para frenar esto, pero también como ciudadanos ¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos leyendo por lo menos un libro al mes? ¿Estamos educando en valores, respeto, responsabilidad, lealtad y honestidad? o ¿preferimos las redes sociales, que en muchas ocasiones mal informa?

La desinformación es otra cuestión que creemos con claridad. No obstante, en la televisión hay muchos programas de violencia y en las redes sociales videos o fotos de jóvenes que muestran su cuerpo para conseguir más seguidores. ¿Serán los padres irresponsables que no saben las acciones de sus hijos? o son ¿familias desintegradas que no pueden con la educación de sus hijos?

No se trata de culpar a nadie, la finalidad es reflexionar, porque a este paso vamos por muchos años más de violencia y lo veremos como algo cotidiano. Por esa razón, podemos marchar y marchar, así como dañar los monumentos históricos, y el gobierno publicar que ya está trabajando para frenar la ola de violencia. Sin embargo, considero que el compromiso que debe tener cada uno de los mexicanos es educar a sus hijos, desde pequeños, ese sería el primer paso para frenar no solo la violencia sino muchas de las problemáticas hay en el país. El objetivo es tener a niños y jóvenes comprometidos con la sociedad, que puedan opinar, aportar y sobre todo apoyar con buenas ideas para un mejor país.

Son pocas las personas que dedican un tiempo a la lectura, los demás utilizan las redes sociales para ello, o no les alcanza el tiempo para leer, por el quehacer de casa, por el exceso de trabajo, por no tener el acceso u oportunidades, por no administrar el tiempo, por estar en el teléfono o simplemente porque no lo ven irrelevante. En ese sentido, tenemos mucho por hacer, por contribuir y no dejárselo todo a un gobierno que quizás poco pueda atender.