Bolivia, democracia, y reelección

  • Héctor Olmedo
El retorno a la democracia no significa un aumento de calidad en la vida de la población.

Bolivia ha sido parte de la cobertura de los medios internacionales durante los últimos meses. La destitución de Evo Morales al frente del poder ejecutivo, demuestra nuevamente que la estabilidad política pende de un hilo bastante delgado, y que las instituciones de ese país no han logrado tener el suficiente nivel de desarrollo para conciliar la pugna perpetua por el poder.

Realicemos un breve recorrido histórico de los años más recientes de Bolivia; como otros países latinoamericanos, se caracterizó durante la mitad del siglo XX por instaurar regímenes militares que duraron  de 1964 a 1982 como el encabezado por René Barrientos con una visión económica hacia la apertura de los mercados y la inversión de capitales extranjeros, continuando con una serie de gobiernos militares, exceptuando al de Juan José Torres, que provenía de un partido de izquierda, y derrocado por Hugo Banzer Suárez que alinea a Bolivia al Plan Cóndor (Operaciones político-militar entre las dictaduras de América Latina con el fin de erradicar el socialismo).

La oleada democrática también alcanzó a Bolivia, con el retorno a la democracia en 1980; sin embargo, el retorno a la democracia no significa un aumento de calidad en la vida de la población, en el caso de Bolivia, el retorno a la democracia estuvo aparejada con una fuerte crisis económica que se prolongó hasta 1990 y que fue intervenida por diversos gobiernos con medidas orientadas al préstamo de organismos internacionales.

Es en este punto que las variables se encuentran para dar origen a un fenómeno social como veremos a continuación:

Por un lado la crisis económica generó una serie de movimientos sociales impulsados principalmente por sectores como el campesino, el minero, el comercio informal, cocacolero e indígena. Por otro lado, el retorno a la democracia de Bolivia edifica las primeras estructuras del andamiaje institucional electoral. La suma de estos dos factores dio origen al proceso electoral que llevaría a Evo Morales a asumir la Presidencia de Bolivia (200-2006) a través del Movimiento al Socialismo (MAS).

Las políticas implementadas por Evo Morales tuvieron una fuerte influencia del socialismo latinoamericano con similitudes al instaurado en Cuba y Venezuela: la presencia del Estado en casi la totalidad de los sectores económicos, políticas de nacionalización de empresas en detrimento de características propias de la democracia, como la libertad de expresión, la libertad política y la libertad económica.

La primera reelección de Evo Morales, se suscitó en el año 2009, cabe destacar que la Constitución no contemplaba esta figura, y que fue redactada en medio de enfrentamientos entre opositores y oficialistas, finalmente, la redacción final dio lugar a un “único” periodo más que abarcaría del año 2009 al 2014.

¿Cómo existió un tercer periodo? El marco jurídico de la Constitución de Bolivia se vio burlado por el oficialismo al insistir en una tercera reelección bajo el argumento de la Refundación del Estado de Bolivia, ¿qué significa esto? bajo el periodo de Evo Morales se creó el Estado Plurinacional de Bolivia lo que dio lugar a una nueva Constitución, de esta manera excusaron que el primer periodo de gobierno no contaba para solicitar la reelección.

Fue así como lograron un tercer periodo que abarcaría del año 2014 al 2020. 

El origen del conflicto en Bolivia tiene sus antecedentes en el año 2016, con un referéndum que desbloquearía un cuarto periodo presidencial, y que pese a la expresión de la voluntad popular de decir no a la reelección, el Tribunal Constitucional Plurinacional objetó que se violaban los derechos políticos y permitiría un sinnúmero de reelecciones. 

Los conflictos y la polarización política-social dieron como resultados lo que desde el oficialismo consideraron un “golpe de Estado” y el autonombramiento de la senadora Jeanine Añez que asumió la Presidencia con la promesa de convocar a elecciones en un plazo máximo de 90 días. Frustrando el intento de Evo Morales de obtener un cuarto periodo.

¿Quién obedece a la Constitución? El oficialismo por un lado la sometió a redacciones surgidas en el momento y en el cumplimiento de objetivos personales, y por otro lado, la oposición también rompe con este régimen jurídico al realizar autonombramientos fuera de la legalidad.

¿Qué sucedió en Bolivia? Como corolario me permito realizar los siguientes razonamientos:

  1. La reelección debe llevar consigo un alto grado de legitimidad política, y por encima un robusto apéndice jurídico que justifique este proceso.

 

  1. La modificación “exprés” de cualquier Constitución promovida por el oficialismo, sea desde el Poder Legislativo o el Ejecutivo, da lugar a objetivos dudosos y poco claros atentando contra la soberanía popular.

 

  1. La construcción de un discurso de hegemonía basado en los logros de un gobierno sobre otro no puede ser pretexto para perpetuarse en el poder.

 

Las democracias latinoamericanas como se puede apreciar la de Bolivia, carecen aún de un respeto irrestricto a la Constitución y a las instituciones, de procedimientos electorales claros y se sitúan en un miedo irracional a la observación de organismos internacionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA).

El Poder Ejecutivo y el Presidencialismo siguen siendo la fuente de la cual emana el poder y que asfixia o absorbe al Poder Legislativo y al Poder Judicial. La construcción de las democracias en América Latina, tienen que apuntar a una disminución del presidencialismo o, aún muy arriesgado decirlo, cambiar de forma de gobierno, y dirigirse hacia modelos de representación política en las que exista una mayor distribución de los poderes y evite las concentraciones de éste. 

¿La reelección es “buena” o “mala”?  Tal vez esta sea una de las preguntas que más surgirán. Desde mi punto de vista, en América Latina los procesos de reelección han generado incredulidad en las instituciones, una alta concentración del poder y conflictos que terminan en guerras civiles o en casos más positivos en renuncias voluntarias. Tal vez, en algunos años cuando las democracias y los sistemas políticos alcancen un nivel de madurez y desarrollo, la reelección podrá ser vista como una extensión de un periodo de desarrollo y no como una extensión de la posesión del poder. 

El debate existente acerca de los logros alcanzados por el gobierno de Evo Morales, puede orientarse en una discusión fundamentada si analizamos los indicadores: en materia económico el crecimiento durante los 13 años de gobierno fue del 327%, la inflación se contuvo alcanzando uno de los niveles más bajos de todo el continente, la pobreza y la desigualdad disminuyeron en cerca de un 25%.

La historia de Bolivia y la de toda la humanidad no tienen un punto final.  Lo que observaremos durante los siguientes años sin duda será objeto de nuevas formulaciones y opiniones.

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Héctor Olmedo

Licenciado en Administración Pública y maestro en Ciencias Políticas por la BUAP; especialista en Derecho Electoral y Cultura Política. Se ha desempeñado en áreas de la administración pública federal y en órganos electorales federales y locales. Miembro de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales.