¿Existe una crisis migratoria en México?

  • Laura Carreto Tirado
La llegada de los venezolanos ha sido mayoritariamente vía aérea

En octubre del año pasado empezaron a llegar las caravanas de migrantes centroamericanos a nuestro país, seis meses después aún continúa el éxodo migratorio, algunos van con el objetivo llegar a Estados Unidos, otros han visto en nuestro país una oportunidad para empezar de nuevo. Independientes a las caravanas, a esta ola migratoria, se le añade el arribo constante de venezolanos, cubanos y africanos.

Las razones de la migración centroamericana (el mayor contingente migrante) son: la violencia, la falta de empleo, el crecimiento desordenado de las ciudades, la deserción escolar y la baja calidad educativa; un ambiente violento, que pone al alcance de los jóvenes: armas, drogas, alcohol y conductas negativas; además de la impunidad y la corrupción de las autoridades se unen a todas estas características sociales (ITAM: 19). El empoderamiento de los grupos criminales como “los Mara Salvatrucha” ha tenido como consecuencia la propagación de la violencia, amenazan a los jóvenes para que se unan a sus redes y a las mujeres con violarlas; obligan a poblaciones completas a pagar cuotas, lo cual ha provocado una alza migratoria en México a lo largo de los últimos años y en los recientes meses ha llegado a ser masiva.

La llegada de los venezolanos ha sido mayoritariamente vía aérea: principalmente a CDMX y Cancún, migrantes que deciden vivir en México porque ya tienen amigos o familiares afincados en el país y quienes igualmente huyen de la crisis. A diferencia de los centroamericanos su arribo al país ha sido de manera individual y con grandes dificultades para ingresar, pues los agentes migratorios en los aeropuertos hacen un interrogatorio largo y cansado, muchas veces son retornados sin explicación alguna y tras largas horas de aislamiento y sin saber respecto a su situación migratoria.  

El paso de los migrantes centroamericanos por México ha sido un camino obligado para llegar a Estados Unidos, se encuentran un escenario muy difícil, pues aparte de las grandes distancias que tienen que recorrer y sobrevivir ante los diversos climas, lo más duro de enfrentar son los peligros por la criminalidad. Un episodio muy triste fue el de San Fernando en Tamaulipas en 2010, donde fueron asesinadas 72 personas. Constantemente en las noticias escuchamos o leemos casos de migrantes que son abandonados a su suerte en los trailers, a temperaturas muy altas, donde van hacinados y sin oxígeno, también son víctimas de la delincuencia y secuestros; en general es una situación muy adversa, más aún si viajan con niños, personas de la tercera edad, o personas discapacitadas. Por cierto es reprobable la manera en que fueron tratados más de 300 migrantes hace unos días, quienes fueron víctimas de una violenta redada en Pijijiapan, Chiapas, mientras caminaban por la carretera.

Las mujeres y niñas migrantes están más en indefensión, están expuestas de sufrir violaciones sexuales. Dentro de los contingentes también migran menores no acompañados quienes también son vulnerables, presa fácil para las redes criminales.

Las políticas migratorias del sexenio de EPN fueron más aguerridas y de control: haciéndole caso a las órdenes de Estados Unidos que ha presionado para que nuestro país frene el paso de los centroamericanos. Las prácticas pasadas ignoraban los derechos humanos: como ejemplo está que los niños centroamericanos eran separados de sus padres por horas y permanecían en las estaciones migratorias hasta por 15 días, sin espacios adecuados para su edad y su desarrollo; no había leche, pañales o comida disponible (Animal Político, 2018).

En la administración federal anterior no existió un programa integral para la protección de los niños migrantes acompañados y no acompañados, solamente en lo referente a su repatriación. Hasta ahora tampoco existe en el nuevo gobierno, esperemos que se haga el trabajo correspondiente, es necesario que se empiece a diseñar una nueva estrategia migratoria, que entre otras cosas ponga en primer lugar la protección a las mujeres, niñas y  niños. Recordemos que a principio de este año, los niños que viajaban dentro de las caravanas, pasaron mucho tiempo en Tijuana muchas veces tuvieron que pernoctar en plena calle junto a sus familiares, a falta de albergues, pues estos no se daban abasto.

México es un lugar de tránsito, pero también es un destino final para los migrantes: como ejemplo la cantidad tan grande de solicitudes de refugio: 12, 716 tan sólo en lo que va del año, la mitad de todo el 2018. Los solicitantes de refugio son mayormente de centroamericanos y venezolanos quienes huyen de la violencia y crisis en sus países como se mencionó al principio. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que el número de personas que necesitan protección es mucho mayor de las que piden asilo, además de que falta información respecto a cómo solicitar esta calidad migratoria, es por eso que mucha gente vive de manera irregular en el país (La Jornada, 2019).

La llegada de miles de migrantes centroamericanos que han llegado en los últimos 6 meses en grupos organizados, infringiendo la seguridad y las leyes en la frontera de Chiapas (tal vez por su desesperación) han ocasionado el descontrol de las autoridades migratorias: la estación de Tapachula, Chiapas está sobrepasada. Las caravanas de migrantes son conducidas por supuesto líderes que lucran con la necesidad de las personas.

Por los datos antes mencionados se puede afirmar que sí hay una crisis migratoria en México: por el número tan elevado de migrantes que han llegado el país en los últimos seis meses, tanto de tránsito como para quedarse, así como también por el número de solicitudes de refugio que crecido repentinamente. Afortunadamente un juez federal en EE.UU prohibió la medida de enviar  a México a los solicitantes de refugio de este país, lo cual agravaba la situación para las autoridades mexicanas, como lo mencioné en un artículo publicado en este mismo espacio: http://www.e-consulta.com/opinion/2019-03-20/mexico-la-sala-de-espera-para-solicitantes-de-asilo-en-eeuu

Si bien esta crisis en buena medida depende de factores externos a México, las autoridades pueden hacer frente en la medida que: 1) Se tenga un proyecto especial para la llegada de las caravanas; 2) Identifiquen a quienes están organizando la salida masiva de migrantes de sus países; 3) Controlen y apliquen justicia a quienes violen las leyes de nuestro país. Igualmente es urgente idear un plan para que: los que sean aceptados como refugiados tengan posibilidades de salir adelante y no caigan en las redes criminales. Es necesario capitalizar a esta nueva población, la cual seguramente tiene capacidades y características útiles para México.

El nuevo gobierno se enfrenta a un reto nunca antes visto, al interior es preciso que tome más medidas de control, lo cual no contradice su postura de la defensa de los derechos humanos, al exterior es importante seguir con los planes de inversión en los países centroamericanos para frenar las crisis económicas, lo cual no es una medida intervencionista sino de cooperación internacional.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas