La suma infinita

  • Alejandra Fonseca
La superficialidad humana está hecha del binomio inmutable.

“Ellos” están mejor organizados, muy bien organizados y cada vez se organizan mejor. Su preparación no es preparación académica, es una forma de vida que sus antecesores les han sabido transmitir al desmenuzar cada una de sus experiencias hasta en sus más ínfimos detalles para que las practiquen, las aprendan y las perfeccionen. Todo lo que hacen, piensan y sienten, desde que tienen uso de razón o antes quizá, está en función de un único objetivo: sacar provecho de la situación… y no les falla.

Se han criado en una cultura que explota, por donde sea, la fragilidad e inocencia humanas que conocen bien. Aprovechan la debilidad que contiene el caos de las redes sociales que, en lugar de enriquecer nuestra vida “real”, han hecho que nos invada la realidad “virtual”.  Deambulamos por la vida pensando que todo es un videojuego en el que, si te matan o matas, tienes otra oportunidad y vuelves a empezar, o que apagas el ordenador y se termina el asunto.

“Ellos” saben que nadie vigila y no se puede meter orden; saben que van muchos más pasos adelante que nosotros y saben que quienes se acercan, tienen precio. Saben que en este juego los malos siempre ganan y que no hay espacios vacíos en su estructura cuando pescan al cabecilla. Siempre hay uno que viene atrás y que no es ningún novato.

“Ellos” también son “ellas”: mujeres y hombres, jóvenes y viejos por igual –sin importar preferencia sexual--. La explotación en ambos lados de la ecuación se volvió unisex, con la única variante de niños y niñas, --desde recién nacidos--, como incógnita algebraica que hay que despejar, y los fortalece mientras nosotros nos aplicamos. Y son los jóvenes, esos jóvenes tan hábiles en redes sociales, quienes renuevan el negocio al añadir ideas para llevar el asunto a donde quieren y seguirlo controlando y que nadie se anteponga.

La superficialidad humana está hecha del binomio inmutable de dinero y sexo, sexo y dinero que cataliza nuestra vanidad y exacerba el camino en que andamos.

La explotación es una suma finita de productos invariables, cuyo crecimiento exponencial, hace la suma… infinita.

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes