Estado debe ser facilitador de los emprendedores

  • Fernando Manzanilla Prieto
Merecemos vivir en un ambiente de gobernabilidad democrática.

No podemos negociar con aquellos que dicen, «lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable».

- John F. Kennedy -

En este mismo espacio he compartido, con mis amables lectores, diversas reflexiones sobre la urgente recuperación, de la cohesión social y de la salud del tejido colectivo de Puebla, desde un nuevo contrato social que le devuelva el sentido y racionalidad a las esencias y actividades del Estado, del Mercado y de la Sociedad Civil.

Sostengo que, el nuevo pacto refundacional, que habrá de surgir de un ejercicio trascendente de altura de miras y generosidad por parte de los tres sectores involucrados, habrá de representar un nuevo comienzo para dar a las personas, familias, comunidades y regiones de Puebla, una experiencia de paz y bienestar de largo alcance, a la altura de nuestra historia y con orientación incluyente.

Lo anterior es consecuente con mi consideración -y compromiso en mi acción cotidiana desde la cosa pública- en el sentido que todas las y los poblanos merecemos vivir en un ambiente de gobernabilidad democrática, eficiencia, legalidad, y seguridad dentro de un contexto corresponsable y participativo de paz social y protección ciudadana que tenga, como finalidad última, la prosperidad para y con todos.

El nuevo contrato social será el punto de partida de un inconmensurable desafío: entre otras propuestas tan deseables como posibles, para combatir la pobreza, la desigualdad y la corrupción; alcanzar una mejor distribución del ingreso[1] con la experiencia de un estado facilitador de la capacidad de los emprendedores para generar empleos y riqueza, así como recobrar la confianza ciudadana en sus representantes y desactivar el discurso de desprecio por el Estado de Derecho y las instituciones, que se ha encumbrado, erosionando profundamente nuestro tejido social.

Para una convocatoria exitosa a sentarse y negociar nuestro nuevo arreglo, la Sociedad Civil organizada -y movilizada-, así como la Libre Empresa, necesitan garantías y señales claras, por parte de quienes hacemos la gestión pública, de tolerancia, inclusión, buena voluntad y civilidad.

Tolerancia, para que el respeto por el otro sea una vivencia de aprecio por la diversidad; inclusión, para que nadie se sienta excluido del nuevo pacto social y, buena voluntad, para que la palabra sea, además de vehículo de comunicación, prenda de honorabilidad y firmeza de intenciones.

¿Qué hay de la civilidad? Se dice que, junto con la tolerancia, es una virtud básica de la convivencia política y consiste en la disposición para dar y pedir argumentos políticos en caso de conflicto (…)[2].

No entender que la realidad cambió puede complicar la viabilidad del nuevo pacto. Si aceptamos que el mercado es susceptible al ambiente político y que la sociedad acusa enfado y molestia por la manera tradicional de hacer política, tenemos que admitir, también, que no podemos aspirar a otro contrato social si repetimos las dinámicas y actitudes que lesionaron al actual.

En este orden de ideas, la función pública, en y a partir de la civilidad, significa tender puentes de entendimiento entre todos los actores y sectores de la sociedad; se trata de una labor que restituye a la política su vocación edificante para la concordia y el acuerdo.


[1].- Decíamos ayer que es saludable la transferencia de personas en situación de pobreza a la clase media para detonar el consumo, el mercado interno y activar la economía.

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Fernando Manzanilla Prieto

Soy Fernando Manzanilla Prieto, desde hace 20 años la vida me ha dado el privilegio de servir a las familias poblanas. Mi mayor anhelo es que a mí Estado le vaya bien.