Tiempos turbulentos

  • María Teresa Galicia Cordero
La historia de la novela de Khaled Hosseini, Cometas en el cielo, parece reflejar a México.

Llega un hermoso pajarito  gris con tonos azuláceos  a trinar en el balcón de la casa, un sonido maravilloso que abre tus sentimientos a la reflexión sobre lo que sucede lejos, en mi país.

Leía una novela de Khaled Hosseini donde se describe la vida cotidiana de Babá, Amir, Rahim Kan, Hassan y Alí, y se narra  la vida cotidiana en su natal  Kabul, Afganistán, hasta que llegó el invierno de 1975 y lo cambió todo, cuando los  afganos confiaban en su futuro e ignoraban  que se avecinaba uno de los periodos más cruentos que han padecido y de los que aún no se han restablecido.

Es sobrecogedor lo que se lee, mezcla de ficción y realidad, pero que te permite vislumbrar una realidad que en cualquier momento se puede presentar  en cualquier lugar de la faz de la tierra, donde personas inocentes sufren y hasta mueren por las mezquindades de unos cuantos.

Dejando a un lado “Cometas en el Cielo”, busco las noticias de mi país. Encuentro  primero  los medios de comunicación inundados sobre los “resultados” del debate de los candidatos presidenciales”. Hay de todo, desde quienes dan por ganadores a unos por encima de otros, las declaraciones de ellos mismos, lo que los diversos analistas opinan y la cruenta “batalla” que se presenta en las redes sociales por los seguidores de cada quien, no pueden faltar por supuesto los muchísimos “memes” ridiculizando la participación de uno y otro, sin embargo,  yo me quedo con una gran preocupación porque no observé ningún debate y en cambio sí vi  a todos los  candidatos sin capacidad argumentativa, sin información clara, repitiendo un discurso que no tiene nada de convincente y sí mucho de demagogia y me pregunto entonces ¿cómo mantener la esperanza cuando todo está entretejido de simulación, de mentiras, de corrupción y  de engaños?

Sigo buscando y encuentro algo que como la novela que leo, me sobrecoge el alma y me horroriza: comunicaron  la muerte de los tres estudiantes jalicienses y la posible manera que vivieron sus últimas horas, al  estar realizando su tarea en un  lugar y en un  momento desafortunado. Pienso ahora: ¿cómo  nos hemos  convertido en víctimas  de una guerra, en donde  nuestros gobiernos no nos han garantizado seguridad convirtiéndose a veces, hasta en cómplices del crimen organizado? ¿Por qué lo hemos permitido y lo seguimos permitiendo?

Una más: Acaba de presentarse en México el libro “Los Indignados Mexicanos” Insurgencia Juvenil frente al regreso del PRI  a la Presidencia, en donde  se narra lo que se vivió y sucedió en la Universidad Iberoamericana en el 2012, la exigencia de los estudiantes para que Peña Nieto respondiera sobre la represión realizada en  el caso Atenco  y en donde  se advirtió lo que ahora vivimos: aumento de violencia, corrupción, pobreza, creciente desigualdad e impunidad. No se visualizó a nivel social, lo que los estudiantes del movimiento #yosoy132 nos quisieron advertir el 11 de mayo del 2012 y sus consecuencias están a la vista.

Otra noticia: 43 meses sin los 43 estudiantes de Ayotzinapa, suceso  que aunque  la consiga general fue  no olvidarlos y  seguir  levantando la voz manteniendo presente en la memoria lo que sucedió ese día, en los hechos se ha ido olvidando progresivamente la   desaparición de los estudiantes normalistas  en nuestro  país, en  donde la tortura, las desapariciones y las muertes violentas siguen siendo cotidianas, dentro de  un sistema judicial federal y estatal colapsados.

La cereza del pastel en la última noticia del día: monto de despojos que se realiza con las Afores en los ahorros de trabajadores por cesantía y vejez.

No puede ser, reflexiono en mi interior, que este escenario se siga presentando. Me asombra que cada vez que se sabe por la prensa internacional o las redes sociales que ocurre un atentado o que se desata una guerra en otras partes del mundo o que se utilizan los recursos de los ahorros de los trabajadores para otros fines, muchos se indignan, entristecen o se escandalizan ante esa situación, piden justicia a la distancia, pero pareciera que pocos observamos lo que sucede en el día a día en nuestro país e inclusive en nuestro estado o ciudad.

¿Qué necesitamos realmente, que no han visualizado ni siquiera en el discurso  los candidatos de todos los partidos? Una política pública que frene el horror que se vive  en todo México,  en  donde nuestros niños y jóvenes viven  en riesgo permanente así como  la aplicación de la justicia a quien obre fuera de la ley sin importar su puesto, sus relaciones,  su dinero o su poder.

Se aproximan las elecciones y ante esta realidad, la indiferencia  y  el  agravio que no termina en  contra la población más vulnerable, deberá tener consecuencias.  Hay que estar conscientes que así como en la novela, en un instante puede cambiar nuestro  futuro, para nosotros y nuestros seres queridos, no  ignoremos  lo que podría ser uno de los peores periodos  de nuestra historia.

Espero equivocarme y que todo lo que viene, pueda representar en estos tiempos turbulentos,  una luz dentro de este horizonte  incierto… no lo sé; al tiempo… tiempo.

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.