El absolutismo, supresor de la libertad

  • Ricardo Velázquez Cruz
Poder absoluto: Suprimir la libertad y que los pensadores sean silenciados.

Hay grandes personajes que han escrito sobre nuestro país; en particular tengo una cálida empatía con Jesús Reyes Heroles, quien nos ha dotado de grandes aportaciones en sectores de vasta importancia para nuestra nación y entre muchas otras cosas valiosas, dijo:

“Para la convivencia pacífica, el principio cardinal debe ser que el poder lo ejerzan aquellos que por decisión del pueblo lo representan.”

Los efectos invariables del absolutismo se han basado en la sumisión de los pueblos en la oscura noche de la ignorancia y del fanatismo, haciéndoles perder la noción de su dignidad y olvidar el amor patrio; esto, sin duda, ha sido la causa de todos los males de la humanidad; que en los pueblos donde se ha arraigado más hondamente, ha llegado a matar todo sentimiento de patriotismo y causado la ruina de los más grandes imperios, grandes ejemplos de ello son Francia, en la época del gran Napoleón; y Rusia, con su gran Zar en la guerra contra Japón; quienes doblegados por la ambición llevaron a sucumbir dos grandes imperios.

Para que el poder absoluto exista, es necesario suprimir la libertad y que los pensadores permanezcan silenciosos sobre el resultado de sus meditaciones, de esa forma, quienes representan al poder pueden sin ningún obstáculo hacer de cualquier nación su más fiel sirviente.

Si se consigue doblegar a una nación de tal modo, las faltas de los gobernantes pasan inadvertidas –sin importar lo catastróficas que sean– y si se notan, nadie habla de ellas, porque todos comprenden que son irremediables; y que inclusive, son tantas las veces y tantos los gobernantes que las llevan a cabo que se convierten en parte de un régimen normal; a nadie extrañan y la multitud –por desgracia– termina por acostumbrarse y amolda su criterio y carácter al medio en el que se desarrolla, encontrando incluso incoherentes justificaciones a las acciones de esos grandes hombres.

Hablando de México, podemos mencionar circunstancias en las que incuestionablemente puede percibirse la existencia de este poder absoluto: la unanimidad de votos en el nombramiento de todos los funcionarios públicos; la servil conformidad de las cámaras al aprobar las iniciativas del gobierno; la escasa libertad de imprenta; el acaparamiento de recursos para los sectores que más le convienen al gobierno y la reducción de ellos para los que más se necesita, como es el caso del sector educativo –pues a un pueblo ignorante es fácil engañarlo–, los anteriores  sólo por mencionar algunos ejemplos de una lista prolongada. Pero lo importante no es únicamente lo que vemos que sucede en nuestro país, sino precisamente eso, verlo y no hacer algo al respecto, no digo que nos levantemos en armas en contra del gobierno; pues derramar la sangre de nuestro pueblo nunca será la mejor alternativa, en realidad derramar la sangre de inocentes nunca debe considerarse justificado muy a pesar de lo que se pretenda conseguir con ello; lo que digo es que no podemos acostumbrarnos a vivir bajo estas circunstancias con carácter de pasividad que puede verse en todos nosotros; o ¿usted qué piensa, estimado lector?

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Ricardo Velázquez Cruz

Es abogado notario y actuario egresado BUAP. Diplomado en Análisis Político Escuela Libre de Ciencias Políticas de Puebla. Especialidad en Derecho Agrario UNAM; Maestría en Derecho Constitucional y en Juicio de Amparo UAT.