Ciencia sin conciencia

  • Xavier Gutiérrez
Meade representa la pieza de una estructura corrupta. ¿Lo hacen mejor sus conocimientos?

Imaginemos que una banda de pillos se dedica a robar y saquear. En ella hay delincuentes profesionales diestros en distintas tareas. Cometen una serie de fechorías y su osadía  y ambición los lleva a ser identificados. Son sometidos a la justicia todos excepto uno. Este tenía la responsabilidad de administrar el botín.

No fue un sujeto operador directo en toda la cadena delictuosa. Su hermetismo absoluto protegía a sus cómplices. Experimentado en administrar grandes fortunas mostraba notable eficiencia en su función. Tenía todo el botín bajo control, ocultaba los manejos del dinero turbio. Era tan hermético como eficaz.

Mudo como una tapia.

No exponía el físico, era una tumba respecto de lo que sus camaradas hacían.

El impecable desempeño de su función en la organización lo retrataba como un sujeto impoluto. Hacia el exterior pasaría como un experimentadísimo técnico y con buena reputación. En la realidad, era sólo una pieza más de la banda.

Para efectos de la justicia, ¿este hombre era o no parte de la delincuencia?

Acaso un tanto forzada, la analogía puede ser aplicada en relación con la figura de José Antonio Meade, el candidato del PRI a la presidencia.

Pieza fundamental en dos sexenios, es proyectado  y reconocido como un brillante académico. Ave de un plumaje distinto al de sus patrocinadores. Esto lo remarcan de modo insistente el presidente y su equipo, y en cascada la masa amorfa que sumisa y silente aprueba, primero el ajuste reglamentario partidista a su exclusivo servicio, y luego su destape rotundo y vertical.

Las ironías de efecto bumerán brotan delatoras: Si él es un modelo perfecto de honorabilidad, ¿se admite que entre sus promotores no abunda esta característica y no hubo otro en las filas para tener que invitar a un externo? ¿En más de 6 millones del padrón priista no se encontró uno solo digno de postulación?

¿Es prístino e inmaculado el dedazo aquí, y dictatorial y reprobable en la autopostulación de AMLO en Morena?

Al menos dos articulistas de ideologías encontradas, y de reconocido prestigio por su nivel académico, ponen de relieve en el debate actual aspectos altamente vulnerables del señor Meade.

Jorge Castañeda lo describe como “una pieza central de la corrupción, de las violaciones a los derechos humanos y de un desempeño económico mediocre en los últimos dos sexenios. Su candidatura es indisociable, para la gente decente, de Calderón y de Peña, y en la relación entre ambos”.

Y abona en su argumentación prolija información de dos casos particulares que lo comprometen: La “Estafa Maestra” con la que se desviaron siete mil 670 millones de pesos a través de convenios con 8 universidades públicas; y los casi mil millones de pesos transferidos por el gobierno federal, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para Josefina Vázquez Mota y su organización Juntos Podemos.

Lorenzo Meyer, por su parte, concluye un lúcido análisis en el que alude a la caída en desgracia de Osorio Chong, por su fracaso en Gobernación y sus vínculos con contratistas similares a los de Peña Nieto, con el hecho de que quien “sirvió como técnico en puestos de gabinete en los sexenios panista y priista”, “hace del candidato Antonio Meade  un cómplice de quienes han llevado a México por un camino que, según opinión generalizada, -de nuevo las encuestas- no es aceptable para el 85% de los mexicanos (Pew Research Center, “Mexican views of the U.S. turn sharply negative, 2017).

Y remata: “La designación de JAMK es el segundo gran paso del gobierno de EPN en la lucha por su continuidad, el primero fueron las elecciones nada transparentes del Estado de México y Coahuila. No tarda el tercero.”

A favor de Meade, se ha insistido en una hoja curricular cargada de méritos académicos, en contraste con la escuálida trayectoria de López Obrador en esa materia, dejando de lado la obligada interrogante: ¿Tiene peso, sentido y frutos la  elevada ciencia y mínima conciencia sobre los intereses reales del país? ¿Es absolutamente justificable  un inmaculado plumaje en los pantanos de corrupción e incompetencia, fingiendo sordera y ceguera en lugar de   anteponer la dignidad de una renuncia?

Don Adolfo Ruíz Cortines, uno de los escasos  notables presidentes que ha tenido el país, con su casi paupérrima papeleta académica, hoy, con los criterios con los que se evalúa y ensalza a la figura de José Antonio Meade, habría sido condenado a la hoguera por quienes rinden inmoderado culto a la acumulación de ciencia y desprecian la obligada conciencia y compromiso con los intereses genuinos de la nación.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.