De la pretensión independentista de Cataluña

  • Juan Carlos Espina
No hay justificación histórica, legal o democrática para ello. Ideología concertada.

En esta ocasión trataremos un tema que está en la agenda internacional, quizá el tema de mayor atención en este momento: el proceso independentista que se está viviendo en Cataluña, España.

Primero diré que es una pretensión que no tiene justificación histórica; Cataluña nunca existió como una entidad independiente, nunca hubo una invasión de España a Cataluña que la obligara a estar bajo el dominio español; la concreción de la actual España fue un proceso histórico de siglos, en el que se fue conformando paulatinamente y desde la edad media. Cataluña primero se incorporó a Aragón y después, cuando se fusiona Aragón y Castilla, queda incorporada en una figura nueva que surgió a finales del Siglo XV y que se comenzó a llamar España.

Esta pretensión independentista, desde mi punto de vista, no tiene una justificación histórica. Incluso representantes de Naciones Unidas han externado que en este caso no aplica el principio de autodeterminación de los pueblos, como sí ha aplicado en países de Asía, de África  y de América, que sí se han liberado de un país que los tenía sometidos. En este caso no habría el derecho internacional de auto determinarse e independizarse.

Por otro lado, este proceso independentista no tiene tampoco justificación legal. Hay que decir que en este proceso de independencia, primero, se ha partido de diferentes medidas en el “Parlament” catalán, en el propio congreso autonómico, que han atropellado todo proceder parlamentario, habiendo violaciones graves a la propia normatividad y le han quitado justificación y soporte legal.

También, por ejemplo, la convocatoria a ese referéndum del día 1 de octubre lo realiza una instancia que no tienen facultades para ello. Segundo, se convoca a un referéndum cuyo objeto de la consulta, en sí mismo, es ilegal. No se puede convocar a la ciudadanía a opinar en ese tema específicamente y bajo esa forma específicamente.

Y, finalmente, si analizamos cómo se desarrolló ese supuesto referéndum, observadores imparciales han concluido que fue un proceso donde no hubo ninguna garantía de legalidad, de imparcialidad; fue un proceso electoral donde hubo innumerables violaciones al procedimiento: gente que votaba varias ocasiones; sin un recuento claro de votos y con manipulaciones tremendas en el cómputo de la votación.

En tercer lugar mi opinión es que este proceso independentista no tiene justificación democrática puesto que hay una abrumadora mayoría silenciosa en la misma Cataluña que no se ha manifestado en favor  del proceso independentista. En los últimos procesos electorales los partidos políticos que claramente no están con la independencia en Cataluña han obtenido mayoría. Si bien en este momento hay una mayoría parlamentaria que es partidaria de la independencia, esto no se correlaciona con una mayoría clara de la misma población catalana, pues hay una mayoría silenciosa que se sabe y reconoce catalana, pero también se sabe y se reconoce española.

Dicho lo cual propongo tres reflexiones: Una sobre los alcances que tiene un proceso sistemático y ordenado de manipulación en la educación. Si observamos lo que ha ocurrido en Cataluña en los últimos 20 años veremos que en el sistema educativo, en los contenidos, en los programas educativos, se habla sistemáticamente de este proyecto ideológico, de este proyecto nacionalista y se va inculcando en la niñez y en la juventud ideas que después germinan en este activismo político y en esta pretensión soberanista. Se va inculcando desde la niñez una ideología que no es otra cosa más que un sistema pensado para explicar la realidad y sobre todo amoldar la realidad a este sistema. Si le cuesta trabajo a la realidad, peor para la realidad. Este es un claro ejemplo de cómo un sistema ideológico se inculca desde la niñez y la juventud, una visión totalitaria, y 20 años después vemos el resultado. Hoy la juventud catalana está convencida que tiene que independizarse.

La segunda reflexión es que analicemos la impresionante manipulación mediática. Incluso hoy los medios internacionales han dado cuenta de esto: los denominados “bulos”, “fake news” o noticias falsas que se difunden en redes sociales y que mezclan fotografías de hechos anteriores con notas actuales. Una absoluta manipulación de la información que lleva detrás apoyos millonarios de organizaciones no gubernamentales, perfectamente detectadas, que articulan esta estrategia y que incluso han sorprendido a los medios más serios. Hay que recordar lo dicho por “Le Monde” que reconoce que cayó en la trampa de varios “fake news” que se operaron a favor del proceso independentista.

La tercera reflexión es sobre los grandes daños que genera en una sociedad el nacionalismo exacerbado. Este nacionalismo, que ya no tiene nada  que ver con un patriotismo sano, es sumamente peligroso. El nacionalismo catalán de hoy, como todo nacionalismo, habla en primer lugar de un pasado glorioso: “en otras  épocas la gran Cataluña…”, “fuimos los hacedores de un montón de gestas heroicas”, etc. Segunda característica: un enemigo externo que vino y que acabó con ese pasado glorioso y que hoy es el responsable de todos los males. Evidentemente en el caso del nacionalismo catalán, ese ogro externo es el Estado Español, causante de todas las penas del pobre pueblo catalán.

Y, finalmente, como todo nacionalismo, habla de un territorio ideal. Más allá de lo que hoy son los límites oficiales de la comunidad catalana, en el nacionalismo catalán hoy se habla de los “Países Catalanes”, entonces se quieren comer una franja de Aragón, se quieren quedar con las Islas Baleares, la comunidad valenciana e incluso algunas provincias del sur de Francia. Todo formaría parte de este hipotético gran territorio catalán, los “Países Catalanes”. Y es la misma pretensión que tiene, por ejemplo, el nacionalismo vasco, o que tuvo el nacional socialismo alemán, o que tuvo el nacionalismo ruso hace 100 años con sus pretensiones imperiales. Todo nacionalismo exacerbado es un peligro y más en este siglo XXI.

En toda esta problemática también hay una grave responsabilidad del gobierno español. Por inacción, por pereza, por abulia o por temor, dejó que las cosas fueran pasando, no puso una solución y hoy se están sufriendo las consecuencias. Esto ocurre porque muchas veces los gobernantes están pensando en las próximas elecciones, las autoridades están actuando en función de los estudios de opinión y no están pensando en la próxima generación. Esa es una grave responsabilidad del gobierno español, pero la sociedad en España, como la sociedad en México, tienen un enorme reto para que se reorienten los procesos históricos y en participar, la sociedad española tiene el reto de elegir entre ver cómo pasan los acontecimientos o dar un paso y participar para que las cosas ocurran como está pensando la propia sociedad española.

Concluyo con una frase de Joaquín Sabina quien entrevistado sobre lo que pasa en Cataluña dijo: “el problema no es Cataluña contra España, el problema es Cataluña contra Cataluña”. 

[El autor es regidor del H. Ayuntamiento de Puebla

juan.espina@pueblacapital.gob.mx

@juancespina]

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Juan Carlos Espina

Regidor del Ayuntamiento de Puebla, preside la Comisión de Asuntos Metropolitanos (2014, a la fecha).

Fue Diputado de la LVIII Legislatura en el Congreso del Estado de Puebla donde presidió la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales. (2010–2013).

Fue delegado Estatal del Instituto Mexicano del Seguro Social en Tlaxcala (2006-2010).

Fungió como asesor del Secretario de Gobernación Federal (2004-2005).

Ha sido Diputado Federal en la LVII Legislatura (1997-2000).

Ocupó el cargo de Presidente del Comité Directivo Estatal en Puebla  (1994 y 2001-2004).

Es catedrático de Derecho Parlamentario en  la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (2012 a la fecha).

Impartió la cátedra de Derecho y Geopolítica Electoral en  la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (2010-2011).

Juan Carlos Espina Von Roehrich es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Cursó un diplomado en Doctrina Social. CISAV Querétaro 2013 y un diplomado de Organización de un Partido Político Moderno, en la Fundación Konrad Adenauer. Bonn, Alemania (1995).