El mito del mercado interno

  • Raúl Bringas Nostti
Más que fortalecer mercados, se requiere capacidad de compra del consumidor, ¿cómo?

Me sorprende la manera en que México se aferra a ilusiones ante la amenaza de Donald Trump. Desde el presidente de la república hasta numerosos empresarios bastante reconocidos, todos han empezado a cacarear y defender el eterno mito de la izquierda proteccionista: el mercado interno. Repentinamente, aquéllos que se decían partidarios de una poderosa vinculación de México con los mercados internacionales descubren uno de los más viejos dogmas de los chauvinistas. Es el mismo discurso que venimos oyendo desde hace más de veinte años en boca de líderes políticos como Cuauhtémoc Cárdenas o Andrés Manuel López Obrador. Lo sorprendente es que ahora se unen al coro empresarios cuyo análisis de la realidad económica deja mucho que desear. 

¿Qué entiende todo este coro opositor-oficialista-empresarial por la estrategia de apostarle al “mercado interno”? Estos hábiles estrategas económicos creen que las empresas mexicanas tendrán una opción para enfrentar los desafíos gracias al consumo nacional. Dicho de otra manera, los consumidores mexicanos ayudarán a compensar de alguna manera a los consumidores estadounidenses perdidos como resultado del proteccionismo que alienta Trump.

La suposición de que el mercado interno es la perfecta receta autárquica para no depender de nadie no es nada nueva. Como lo decía en el primer párrafo, durante décadas han existido defensores de esta estrategia. Desde el gobierno de la era del Desarrollo Estabilizador, hasta los caudillos de la izquierda “crítica”, numerosos patrocinadores de estrategias económicas alternas a la globalización han visto en el mercado interno el ansiado oasis para escapar del dominio de las potencias extranjeras. Su lógica es tan simple que asusta: mi pueblo me basta para sobrevivir.

Asusta pensar en el nivel de análisis de los empresarios mexicanos que se unieron a este viejo coro. No cabe duda que se enriquecen, no por su conocimiento del capitalismo, sino por hábiles conexiones políticas o poderosas amistades. Dicen que hay que “fortalecer” el mercado interno para que el consumidor mexicano compre sus productos. Ahora bien, si “fortalecer” fuera tan fácil, entonces el país no tendría pobres ni carencias de ningún tipo. Precisamente, fortalecer la capacidad de compra de la población mediante el mejoramiento de su nivel de vida ha sido el dilema que se ha planteado el gobierno por décadas. ¿Cómo lo va a hacer en uno, dos o tres años?

¿Cómo lograr que el consumidor tenga mayor poder de compra de la noche a la mañana?  Con la mitad del país viviendo en la pobreza, ¿de dónde van a salir esos consumidores que adquirirán nuestros productos? ¿Pagarán en divisas duras como dólares, libras o euros cuando vayan a Chedraui, Walmart o Soriana? ¿Repartirá el gobierno dinero entre los pobres para que el mercado interno sea más robusto? ¿Se soltará la chequera gubernamental como en los peores momentos del populismo mexicano?

Hablar de un “fortalecimiento” del mercado interno como opción para los males que supuestamente se avecinan es la mayor de las quimeras. Estimado lector, antes de que usted se una a este coro chauvinista e irracional, cuestione dos veces lo que le dicen quienes se especializan en vender ilusiones.

[El autor es profesor investigador de la UDLAP]

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Raúl Bringas Nostti

Es licenciado en antropología por la Universidad de las Américas Puebla. Es también maestro en Estudios sobre Estados Unidos de Norteamérica por la misma universidad. Y es doctor en Historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.