¿Por qué Francisco no viene a México?
- Oscar Barrera Sánchez
El Papa Francisco no viene a México por el gobierno priísta neoliberal de Enrique Peña Nieto. Muestra de ello es la visita que hizo el pontífice a Ecuador, Bolivia y Paraguay en este mes y, la que hará en septiembre a Cuba, antes de asistir a los Estados Unidos.
Esta visita a los países latinoamericanos con gobiernos de orientación de izquierda y socialista, junto con la reciente beatificación del arzobispo salvadoreño, Óscar Arnulfo Romero, envía un mensaje a toda la Iglesia Católica: la necesidad de una iglesia que acompañe en el proceso de liberación a los pueblos más pobres del planeta, la lucha por la dignidad y los derechos humanos y la necesidad de construir poderes desde las comunidades eclesiales de base. Es decir, una iglesia que baje a Jesús de la cruz y qué construya soberanía desde los pueblos, haga pueblos y esté con los pueblos. Sin embargo, el gobierno mexicano y los líderes de la Iglesia Católica no están en la misma sintonía de Francisco.
A diferencia de Juan Pablo II, ahora santo, Francisco no ha legitimado al sistema económico capitalista y los grupos de poder. Sólo hay que recordar como Karol Josef Wojtyla no sólo favoreció a los países capitalistas del orbe, sino que abiertamente emprendió una lucha contra el bloque socialista a través de organizaciones y sindicatos, como Solidaridad, en Polonia.
Asimismo, el Papa polaco fue un ferviente opositor de la Teología de la liberación, corriente teológica y filosófica con inclinación comunista. Ejemplo de ello fue el orillar al franciscano Leonardo Boff, autor de la Carta de la Tierra, y el regaño al sacerdote, poeta y escultor, Ernesto Cardenal, por contribuir con ideas y trabajo en los procesos de liberación de sus pueblos. Acciones que aún falta que Francisco corrija públicamente.
Juan Pablo II creó la prelatura personal denominada Opus dei para combatir a los sacerdotes de la Opción preferencial por los pobres y, de igual manera, permitió y protegió a abusadores sexuales de menores, como fue el caso de Marcial Maciel.
Por su parte, el cardenal Joseph Aloisius Ratzinger, Benedicto XVI, mientras estuvo al frente de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe o Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, persiguió a los clérigos de izquierda y, también, solapo a los presuntos curas pederastas. Ya en el papado no modificó está misma postura, aun con una notable perdida de fieles católicos que no compartían su actuar, por considerarlos anacrónicos. Ambos obispos de Roma siempre estuvieron ligados a los grupos económicos y políticos poderosos en el mundo.
Francisco, jesuita latinoamericano, no ha caído en la tentación de legitimar procesos económicos contra los pueblos y, por el contrario ha abrazado la causa de los pobres desde la elección de su nombre, como el santo de Asís. Asimismo, sus dos encíclicas, pero sobre todo sus discursos dan visos de una iglesia comprometida con su herencia y su mandato original.
Debido a ello, Francisco no ha visitado México, aun cuando al gobierno priísta de Enrique Peña Nieto le ha hecho la invitación reiteradas veces. El gobierno de México ha anunciado al menos en dos ocasiones una posible visita del Papa a nuestro país, pero en ambas ocasiones lo han desmentido. El obispo de Roma sabe que su visita a México sería un aval del Vaticano a las reformas “estructurales” privatizadoras que ha emprendido el gobierno mexicano y a la política de seguridad que tantas muertes han dejado, entre ellas las de muchos sacerdotes, haciendo del país el lugar más inseguro para los clérigos. Además, el Papa deja en claro que no acepta la política económica del gobierno mexicano, ni los ofrecimientos hechos en campaña por el ejecutivo federal para trastocar el Estado laico con una posible modificación al artículo 3º constitucional, que, en consonancia con las modificaciones del 24 de la Carta Magna, se permitiera la instrucción religiosa en escuelas públicas.
Asimismo, una visita oficial de Francisco daría un espaldarazo al cardenal Norberto Rivera Carrera, fuertemente ligado a los grupos políticos y empresariales del país, quien con dichos vínculos, como el publicado el 11 de septiembre de 2013 por la revista Proceso, se declara fácticamente en contra de la corriente de pensamiento teológico y social del Papa latinoamericano. Asimismo, la propuesta del purpurado de Roma de crear un tribunal que juzgue los “abusos de cargo” y “negligencia” cometidos ante presuntos casos de pederastia no dejaría bien paradas a las autoridades eclesiásticas mexicanas ante la opinión pública del país.
Ante tal panorama, Francisco no vendrá a México, no visitará a la Virgen de Guadalupe en la segunda basílica más importante del mundo, pero con ello muestra mayor respeto al pueblo mexicano, aunque no a la oligarquía política, económica y eclesiástica en el poder. Francisco lo sabe, para los católicos no hay opción preferencial, es una obligación estar con los pobres.
Picaporte
Si abatir no es eliminar, terminar con algo o aniquilar, entonces qué podemos esperar de ese discurso gubernamental sobre la pobreza.
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Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.