Malas noticias para los maestros

  • Luis Hernández Montalvo
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Carlos A. Carrillo: (1855-1893)

 Dice su biógrafo, D. Francisco G. Torres Quintero, que Carlos A. Carrillo: "...unía a su facilidad para absorber ciencia la facilidad para el aprendizaje de las lenguas. Conocía inglés, francés, alemán, italiano, portugués, ruso, etcétera; lo que le permitía desde la soledad de su estudio seguir con mirada penetrante el movimiento pedagógico de Europa  entera".

 ARTÍCULOS PEDAGÓGICOS DEL SEÑOR CARLOS A. Carrillo

Tomo I, México, Herrero Hermanos Sucesores, 1907.

Por los años setenta del siglo pasado; mi maestro Fidencio Bernal Navarro nos dijo en alguna ocasión: “…todos somos o vamos a ser profesores; que es el caso de ustedes, pero solo uno –en cada siglo- llega a ser educador”

Estas palabras no las comprendí hasta los años noventa; cundo tuve la oportunidad de conocer la obra de Don Carlos A. Carrillo. Por eso he colocado una referencia de uno de sus ex alumnos, el otro educador de principios del siglo XX, Don Francisco Gregorio Torres Quintero; solo como un punto de referencia y de identidad de lo que significa ser educador, de lo que significó ser educador en la segunda mitad del siglo XIX.

Pero volviendo a nuestro pasado inmediato les recuerdo que: las noticias de los últimos años, no son nada buenas; ni para el magisterio poblano, ni para el magisterio nacional.

Los investigadores del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación nos dicen cómo se encuentra constituida la actual planta docente en Educación Básica; estas son algunas de las cifras de lo que ahora tenemos: “...el 81 por ciento del personal de secundaria, está integrado por mujeres”.

Por otra parte, en el nivel de Educación Media Superior; el 66 por ciento del magisterio, son mujeres.

En Puebla según información censada somos 60, 640 docentes, de los cuales en los niveles de Educación Básica, que comprende: Preescolar, Primaria y Secundaria; la mayoría del magisterio son mujeres; a diferencia de la educación indígena, donde prevalecen los hombres.

Estamos en el siglo de los certificados y las certificaciones –que no de la autoridad educativa sino de organismos privados y transnacionales-, de los grados académicos que tienen un valor mayor que la experiencia docente construida en el trabajo diario dentro del aula. Ahora lo que importa son los títulos, los diplomas, las constancias de los cursos recibidos.

A los burócratas les molesta que en las escuelas públicas aún existan maestros sin grado académico; frente a los jóvenes convocados por el Servicio Profesional Docente a los que les exigen los grados de licenciatura, maestría y doctorado.

Ser maestro viejo significa para la SEP y sus organismos descentralizados o con autonomía, menor escolaridad y por lo tanto “no idóneos para ejercer la docencia”. Muchos de los viejos maestros se formaron en los planes de tres años después de la secundaria, tal vez sean los más viejos y sean los menos; luego estaríamos los que cursamos la carrera de cuatro años, después de la secundaria y tampoco seríamos idóneos para la docencia.

Luego vendrán los maestros más jóvenes, los que iniciaron su formación a partir de las reformas de las Escuelas Normales en 1984. De estos, el 57 por ciento tienen la licenciatura en educación completa, y apenas un 28 por ciento cuenta con estudios de posgrado.

En sus cálculos, la SEP espera que  entren en retiro 88 por ciento de los maestros de educación primaria que no cuentan con escolaridad de grado académico.  Esperan que a más tardar en el 2023, se jubilen o se retiren del Servicio Profesional Docente alrededor de 63, 000 maestros de educación primaria únicamente.

Pero los maestros no solo están tramitando su retiro por cuestiones de escolaridad o por la edad. Lo hacen también por temor; porque al inicio del actual sexenio, se concretaron en la ley, las amenazas esgrimidas desde el sector empresarial como vocero interno de las grandes corporaciones transnacionales como la OCDE

Y la pregunta obligada ante este panorama: ¿Hay suficientes reemplazos de maestros formados en las Escuelas Normales?

No hay los suficientes reemplazos de maestros de Educación Básica. Las Escuelas Normales apenas aportan 7,000 licenciados en educación primaria al año y un dato adicional nos dice que de los jóvenes que presentan concurso de oposición para ingresar al Servicio Profesional Docente, solamente logra aprobarlo, el 17 por ciento, ¿Cómo entonces se pretende reemplazar la brecha generacional del magisterio mexicano?

Del norte del país llegan alguna información interesante que nos alienta y que no registran los portales de la SEP, sus organismos descentralizados y autónomos o del SNTE y mucho menos de la muy ideologizada Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que tratándose de temas educativos solo registra una oposición a ultranza:

En el último reparto de plazas, a los jóvenes que resultaron idóneos para el ejercicio de la docencia, los funcionarios del Servicio Profesional Docente del estado de Durango, llaman al joven que logró el primer lugar en puntaje y le señalan con autoritarismo que su plaza asignada va para un lugar al otro extremo del estado; le informan que si no está de acuerdo, puede pasar al escritorio del notario público a firmar su renuncia. ¿Cuántos jóvenes que aprobaron el examen han renunciado a su plaza? ¿A cuántos de estos inexpertos jóvenes los han obligado a renunciar a sus plazas y a quienes se las otorgaron? ¿Acaso se trata solo de una mala interpretación de la ley? ¿La política educativa en su improvisación?

El joven licenciado en educación contesta que fue convocado a un concurso de oposición, y que si bien la convocatoria no señala el lugar de las vacantes, él no renuncia y en cambio, exige que respeten su derecho a escoger la plaza según convenga a sus intereses. ¿Y el SNTE? A tres cuadras del evento, sin ninguna posibilidad de intervención (15 de Mayo de 2015).

hernandez_luis21@yahoo.com.mx

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