La reforma educativa: política, no cultural
- Luis Hernández Montalvo
“Además, hay decenas de miles de empleos vacantes en secundaria. Ustedes se los dieron a cualquiera, con tal que fuese del estamento de los graduados o futuros graduados (farmacéuticos, veterinarios, estudiantillos)” Carta a una profesora, Alumnos de Barbiana.
El señor Secretario de Educación Pública don Emilio Chuayffet ha dicho una verdad de Perogrullo: “Por eso, entre muchísimos factores, la Reforma Educativa no puede ser vista como un acontecimiento que se consume en la fecha de la promulgación de sus leyes; es un proceso permanente”.
A dos años de haberse anunciado la reforma educativa como una de las reformas estructurales pactadas por los tres principales partidos políticos del país; el señor Secretario de Educación Pública; sueña con una reforma que trascienda el presente sexenio y por eso considera que los resultados de las actuales políticas públicas en educación darán sus frutos en los próximos sexenios, en el logro de una educación de calidad que nos coloque en los primeros lugares de los resultados de las evaluaciones internacionales y en la formación de una mano de obra laboral altamente competitiva en el concierto del mercado mundial.
El discurso del Secretario de Educación en la presentación de los avances de la Reforma educativa el 17 de marzo próximo pasado, fue de muy bajo perfil. Sus palabras no salían de la inteligencia o de su corazón; repetía las líneas traspapeladas en un trabajo de oficina burocrática; desde una oficina de papeleo y asesores que piensan por el jefe y por los maestros; se confirma el aislamiento del funcionario que es político y no educador; que mira a la historia como citas a pie de página y que no se da cuenta que lo contempla un siglo de fracasos en la búsqueda de objetivos que no eran realizables.
En el tiempo se han perdido las políticas de toda índole ¿En dónde quedó –por ejemplo- el Plan de Once Años? ¿Y el programa que se anunció en la propaganda de época llamado: “Aprender haciendo”? ¿Dónde quedó el “Método de Proyectos” importado de Estados Unidos en los años veinte y treinta?
El Presidente Lázaro Cárdenas del Rio decretó la Educación Socialista y Manuel Ávila Camacho, mediante una reforma al artículo 3º Constitucional, estableció la “escuela del amor”, profundizó la burocratización en la gestión educativa y escolar, combatió al verdadero sindicalismo de los profesores y encuadró a los trabajadores en un sindicato nacional corporativamente alineado al gobierno y al partido de Estado, el Partido Revolucionario Institucional.
¿A qué se redujeron las modas pedagógicas y educativas de los años setenta con sus teorías conductistas en la enseñanza programada?
Señor Secretario: tenemos más de un siglo de promesas burocráticas por mejorar nuestros modelos educativos; para lograr una educación de calidad que nos llevaran como nación a niveles de progreso como el alcanzado por los países industrializados de Europa.
Durante más de un siglo hemos estado buscando ideales modelados por políticos sexenales, motivados por intereses políticos antes que culturales. Ha sido la ideología la que ha prevalecido, los dogmatismos y la utopía buscada en los agotados escritorios de somnolientos burócratas sexenales. Las políticas no han prevalecido; ¿Cuántos Secretarios, Subsecretarios, Directores…por sexenio?
¿Y la calidad educativa? En 1984 se produjo la primera gran reforma al sistema formador de docentes en la supuesta “profesionalizar al magisterio”.
Los políticos decretaron transformar a las escuelas normales en instituciones de educación superior y hasta el día de hoy; después de más de treinta años, los objetivos de formar “maestros-investigadores” no ha dejado de ser una aspiración y salvo algunas iniciativas personales de los profesores-formadores; no existen esfuerzos institucionales que les permitan a las Escuelas Normales, cumplir con sus funciones sustantivas de docencia, investigación, y difusión de la cultura ¿y los de formación?
Ahí están las reformas inconclusas, caminan de manera inercial en la rotación de funcionarios de educación sin que le rindan cuentas a nadie, sin que mejoren las prácticas educativas y pedagógicas de los maestros en la enseñanza y el aprendizaje.
Lo único permanente a las modas sexenales han sido las viejas estructuras de gestión autoritaria que por más de medio siglo han burocratizado la práctica docente.
Ahora se busca ejercer mayores controles del trabajo docente. Se han puesto en marcha los mecanismos de evaluación con el argumento de mejorar el desempeño profesional del magisterio y los procesos descentralizadores iniciados a finales de los setentas y concretados con la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica –y Normal, y Universidad Pedagógica Nacional- apenas en mayo de 1992; todo, en un proceso de involución de política educativa sexenal que se creía irreversible, ahora, se centraliza la nómina para el pago de maestros por medio de la creación del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo –FONE-.
Los niveles de recentralización educativa tienen ya visos de autoritarismo que amenaza con terminar con la poca iniciativa de los profesores. Desde la SEP federal se ha establecido el calendario para que los maestros se reúnan en Consejo Técnico el último viernes de cada mes. Desde el centro burocrático se establecen los horarios de trabajo, los temas de discusión y el tiempo cronometrado a cada tema. El formato de actas y lo que deben contener.
Este proceso de centralización solo ha sido posible por el inmovilismo del magisterio –Que ha delegado su voluntad a la burocracia educativa y a una casta que no es sindicato-; que hasta ahora acepta pacientemente la uniformidad del trabajo dentro del aula. Este trabajo ahora lo ejercen dos organismos: El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación que inició con 70 funcionarios y empleados y en pocas semanas, aumentó en más de 900 y aún falta construir las burocracias estatales y regionales en las 32 entidades federativas.
El otro órgano burocrático de control de los maestros quedó en manos de un corrupto funcionario que trabaja por su cuenta con lo más corrompido del SNTE, hablo desde luego del señor Ramiro Álvarez Retana, Coordinador del Servicio Profesional Docente. Frente a la rigidez de los rostros de los invitados –Qué no le creen, que dudan de las palabras de Don Emilio cuando blofea con citas sin crédito a sus autores como cuando menciona:
“Asociémonos a la reforma, para que sea más robusta, porque como se ha dicho, la educación es un derecho habilitante, es el derecho que abre las puertas a todos los demás derechos”. En esta parte del discurso cita, sin mencionarla a la que fuera la Comisionada de las Naciones Unidas en Derechos Humanos Katerina Tomasevski. (25-de abril de 2015)