Por fin alguien acudió a la ciencia y a la aplicación de las políticas públicas para prevenir los riesgos que padecen las ciudades como las inundaciones, el manejo de las aguas pluviales y las descargas de casas, comercio e industria.

Una luz en el túnel poblano que se ha oscurecido cada día más ante la creciente ceguera de los medios de comunicación dedicados más a exaltar que a investigar.

César Bonilla Yunes, empresario inmobiliario, representante de un grupo importante de inversionistas en la zona conurbada de Puebla advirtió ayer que "es necesario saber si el Atlas de Riesgo se elaboró con fundamento en los estudios de inundaciones de los últimos 100 años", como dicta la ciencia.

La sugerencia del empresario es notable dado el total silencio guardado por otras organizaciones del sector privado que al parecer están cooptadas, silenciadas o espantadas y no expresan su sentir respecto de las gestiones de los gobiernos estatal y municipal.

El Atlas de Riesgos de Puebla debe ser actualizado al menos cada inicio de sexenio estatal. Actualmente nadie sabe si el documento contempla los parámetros de los últimos cien años lo que podría evidenciar la negligencia u omisión de las autoridades de las últimas décadas.

César Bonilla advirtió que según el conocimiento de los inmobiliarios hay familias de todos los niveles económicos asentadas en zonas de riesgo.

Ciertamente lo mismo sufren los habitantes del Puente Negro, que del boulevard 5 de Mayo o los habitantes de los fraccionamientos a la orillas del Atoyac.

El pasado 12 de enero de 2013, Eduardo Rivera Pérez entregó el Atlas de Riesgo de la ciudad luego de una inversión un millón 500 mil pesos y supuestamente estaría al alcance de todos los ciudadanos.

El documento elaborado en la pasada administración localizó a 12 mil familias ubicadas en zonas de riesgo, pero nada se ha hecho desde el año pasado por prevenir los efectos de la naturaleza, como el caso de las lluvias que provocaron inundaciones.

Parece que por fin alguien del sector privado en Puebla se atreve a tocar los puntos delicados, a señalar y a poner el dedo en la llaga.

Ojalá la postura de los inmobiliarios mueva la conciencia de los presuntos líderes empresariales que vienen mostrando un total desinterés por los problemas cotidianos.

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