Las competencias docentes en el bachillerato
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿Cocaína? ¿Cerveza? ¿Barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿Qué le queda a los jóvenes?
Mario Benedetti
La adolescencia es una etapa compleja de nuestros estudiantes. Lo es de si por naturaleza y se agrava en función de los diversos contextos sociales en que se desarrollan ¿Cómo puede incidir el profesor del bachillerato en el aprendizaje de sus alumnos o estudiantes si desconoce parte o todo lo relacionado con su desarrollo?
La mayoría de los maestros de Educación Media Superior fuimos formados en disciplinas del conocimiento que no tomaron en cuenta que un día ejerceríamos la docencia y que nuestro trabajo tendría una relación directa con seres humanos y que nuestra función docente, no es la de descubrir la verdad como ocurre en las ciencias; sino la de redescubrirla en el aprendizaje de nuestros estudiantes. La Reforma Integral de la Educación Media Superior RIEMS; es un espacio para reflexionar sobre este y otros procesos del trabajo docente o de lo que se ha dado en llamar: “Competencias Docentes” y la relación de estas con la problemática de los adolescentes.
En un estudio muy superficial de cómo las competencias docentes pueden contribuir a la problemática social que presentan los jóvenes; me permite percibir que si bien para efectos de sistematización se han formulado en el Acuerdo 447 ocho competencias docentes; habría que verlas no en forma desligadas o separadas del individuo sino como una construcción profesional única que aborda de manera eficaz su tarea en relación con los estudiantes y con su entorno familiar y social; pero fundamentalmente, en su entorno escolar.
En días pasados en una reunión de Consejo Técnico de un Bachillerato; los profesores se planteaban detectar cual sería su problemática institucional para poder actuar en consecuencia.
En esa ocasión, se reconocía el problema de la reprobación como el más severo. En una encuesta aplicada a los estudiantes se confirman las sospechas. De un total de 118 encuestas aplicadas a estudiantes del Bachillerato, 56 contestaron haber reprobado materias; lo que en términos porcentuales, representa el 47%. Si lo queremos ver desde un ángulo escolar, diremos que aquí, entraría en funcionamiento la competencia docente que a la letra dice: “Domina y estructura los saberes para facilitar experiencias de aprendizaje”. Quiero pensar que en esta problemática, hay dos elementos que entran en juego, los estudiantes que aprenden y los maestros que enseñan y que dentro de estos dos aspectos, al docente le corresponde su parte dentro del aula, con sus saberes no solo de la disciplina con la que fue formado, sino también de cómo hacerla atrayente a los ojos de sus estudiantes. Esta competencia además, tiene relación con “La formación continua a lo largo de la vida profesional docente”.
Ahora bien; ambas competencias docentes están íntimamente ligadas a la forma de “…planificar los procesos de enseñanza y de aprendizaje –o de cómo aprende el estudiante adolescente- atendiendo al enfoque por competencias y los ubica en procesos disciplinares, curriculares y sociales amplios”; por lo tanto, el docente de estas características, no solo es un técnico, sino también es un hombre o mujer con una amplia cultura general y de una sensibilidad especial para poder ver más allá de las apariencias. En este mismo renglón, se liga la competencia que establece que el docente “Lleva a la práctica procesos de enseñanza y de aprendizaje de manera efectiva, creativa e innovadora a su contexto institucional”.
Aquí cuestiono ¿Sólo el docente en lo individual y en actos solitarios? No, creo que para que estos perfiles del docente puedan ser operativos y dejen de ser un enunciado, se necesita un cambio cultural de las instituciones donde viven, conviven y trabajan los docentes, que el problema, antes que individual, lo es también colectivo e institucional. Un maestro competente pone en juego capacidades que tienen relación con la enseñanza y su función docente como la planificación, y dentro de esta, los procesos de evaluación, entre otros.
Puedo concluir que las competencias docentes tienen una relación que supera en mucho los marcos de la enseñanza para convertirse en una respuesta que atiende a los adolescentes en la búsqueda de su propia misión en la vida y en el mundo moderno y es una oportunidad de ver en el otro, al ser humano que requiere ser escuchado, antes de ser formado, que requiere ser visible a los ojos del maestro para comprenderlo en su complejidad de cambio biológicos, emocionales y sociales.
¿Cómo saber que hacer frente a la soledad que experimentan nuestros estudiantes? ¿Cómo venir en su auxilio ante la vulnerabilidad de las drogas, el tabaquismo o el alcohol? ¿Cómo orientarlos en el descubrimiento de su sexualidad y los riesgos del embarazo y las enfermedades de transmisión sexual?
¿Cómo alentarlos a pesar de sufrir el abandono paterno o materno? ¿Cómo ayudarlos en su duelo por la separación de sus padres? ¿Y qué frente a la adicción a las redes sociales a las que dedican un tiempo considerable en detrimento de su formación? Sí, los jóvenes requieren de maestros competentes para que ellos puedan arribar a los grandes objetivos de su perfil de egreso del bachillerato; pero también, de la concurrencia de los padres en apoyo a los educadores y desde luego, de la sociedad en nuevas y atractivas oportunidades culturales y laborales. (30-06-2014)
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