Sin educación, sólo miseria (Tercera parte)

  • José Alarcón Hernández
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“Las sociedades no mueren

de la cúspide a la base sino

de la base a la cúspide”

Henrry George

Los directivos: rector(a) o director(a), son otro factor del proceso educativo. La comunidad escolar está conformada por más de una decena de maestros y varios cientos de alumnos. Esta composición, por sí misma exige un conductor o conductora.

La escuela así concebida es como una nave que surca el espacio o cruza el océano. Este ejército, que ciertamente requiere disciplina no es como el de los soldados, es algo más: niñas y niños o adolescentes que marchan sin marchar porque caminan en un solo sentido y ofrecen alegría y sonrisa, que es necesario cultivar.

Así, los directivos son como los capitanes o los mayores, los tenientes coroneles o coroneles que dirigen una compañía o un batallón (300-1300), con la diferencia de que la disciplina en la escuela es amilitar, es concorde y acorde al hábitat que los cubre de armonía y dificultad ciertamente.

Los directivos deben conocer el perfil de sus propias maestras y maestros, hasta saber sus conductas intraescolares y dentro del aula.

Los propios directores tienen necesidad de guiarse por una agenda diaria, semanaria y mensual que ellos han de elaborar.

Ellos están necesitados de aplicar la agenda en función de tiempos y movimientos, con el propósito del logro de rendimientos de cada grupo escolar  y de la institución en su conjunto.

Los directores y directoras, están obligados a una autoevaluación semanaria, mensual y trimestral.

¿Quién más puede evaluar a los profesores?

La aprobación y reprobación, la deserción y la permanencia de los alumnos, son una expresión del proceso educativo pero no se evalúan por sí mismos, es necesario que lo haga el director.

Esto que explico, parece propio de la concepción clásica de la escuela, lo cual es cierto, partiendo de que será difícil o casi imposible que en uno o dos años se imponga un modelo, en el cual el profesor sólo sea tutor y los alumnos puedan acudir o no a la correspondiente aula escolar.

Algún autor ha dado esta idea de que las niñas y los niños acudan a sus profesores cuando ellos quieran. Eso aún no se aplicará en el país.

Los directivos, además del perfil, están obligados a contar con una ficha que permita conocer el estado de salud corporal, fisiológico y psicológico de sus profesores e incluso de los alumnos.

Es necesario que cada escuela cuente con uno o varios médicos escolares, de tal forma que puedan tener seguimiento a la salud óptima de alumnos y maestros, como ocurrió hace algunos años.

No tiene sentido, como hasta hace poco, que un médico atienda a cien, doscientos o más alumnos, aparte de los profesores.

Los médicos escolares son una verdadera necesidad. A los niños ordinariamente, no los pueden mandar al ISSSTE o al ISSSTEP o alguna otra institución de salud.

La escuela pues tiene necesidad de contar con un espacio del consultorio del médico y la provisión de medicamentos, cuando menos del cuadro básico.

Está claro que ese estado de salud física y mental de los alumnos es necesario que lo provean los que dirigen.

La salud es indispensable para que la docencia y el aprendizaje tengan su curso.

La inversión que se hace en las escuelas, tiene un mayor rendimiento cuando colaboran: médico, psicólogo y medicinas.

No olvido citar las clases de educación cívica y deportiva, que requieren docentes especializados; todo esto y más que citaré adelante, es indispensable para tener una educación de calidad.

Vale la pena citar a Oscar Wilde: “Los que no ven ninguna diferencia entre alma y cuerpo, no tienen ninguna de las dos cosas”.

Por otra parte los directores no deben admitir que existan grupos de más de veinticinco alumnos, como es frecuente que ocurra en las escuelas, porque entonces los profesores ocuparán la mitad del tiempo en la organización y la disciplina de los pupilos.

Los padres de familia, son agentes indispensables en el proceso educativo. La reciente legislación constitucional, ahora lo reconoce y lo establece.

El cariño y la voluntad de los papás, son ingrediente insustituible en el proceso enseñanza-aprendizaje, sobre todo en los niveles: preescolar, primaria y secundaria.

No hay que olvidar que la calidad en los otros niveles, medio y superior, dependen de éstos tres.

Un niño sin mamá, sin papá o sin tutor o tutora, salvo excepción, tiene un rendimiento de aprendizaje escaso por no decir exigüo. Aquí se advierte en mayor grado la intervención necesaria del psicólogo; si hay comunicación de padres, maestros y alumnos,  el proceso irá por mejor camino, aún cuando la mayoría de padres de familia o tutores no estén capacitados para poder valorar o evaluar el aprendizaje cotidiano de sus hijos.

Sin papá o sin mamá, o sin tutor, el fenómeno educativo es lamentable.

Marco Aurelio escribió: “Lo que no es bueno para el enjambre, no es bueno para la abeja”

Thomás Hobbes expresó: “No buscamos la sociedad por amor a ella misma, sino por los beneficios que puede reportarnos”.

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.