El PRD, un partido sin rumbo

  • Germán Molina Carrillo

Con la celebración de los 25 años de la fundación del PRD como partido, con una importante presencia en la vida política de México en los últimos tiempos, considero pertinente hacer varias reflexiones sobre el momento actual que vive dicho instituto político, que desde el gobierno de Felipe Calderón y con la complicidad de “los chuchos” pasó de ser un partido de oposición al PAN y PRI a nivel federal y estatal, a convertirse en aliado del primero en diversos procesos electorales locales a través de las coaliciones, además a entrar en el juego de complicidades y contubernios que se operan en el Congreso de la Unión para sacar adelante las leyes y reformas legislativas impulsadas por el poder ejecutivo por medio de sus líderes parlamentarios.

Así, el Partido de la Revolución Democrática restó importancia a su papel de ser la segunda fuerza política a nivel nacional —que alcanzó en las dos últimas elecciones presidenciales con la candidatura de Andrés Manuel López Obrador—, para pasar a ser un partido vendible al mejor postor que a pesar de contar con un peso importante en algunos Estados del país en los que ha gobernado a excepción del Distrito Federal en que representa la primera fuerza, ha aceptado alianzas vergonzosas para derrotar al PRI, sin que ello le haya significado crecer  y aumentar  su preferencia en el electorado y menos aun alcanzar posiciones importantes en los Gobiernos para sus militantes.

Los ejemplos sobran, tal es el caso del Estado de Puebla, donde a pesar de haber aportado una buena cantidad de votos en las últimas elecciones a gobernador, ello no les benefició para que alcanzaran posiciones para miembros del Partido, debiendo conformarse con puestos de cuarto nivel  que no les permiten contar con presencia para ayudar a los militantes, ya que su campo de acción es muy limitado y en los casos de posiciones mejores, ellas se negociaron desde la Ciudad de México a través de “los Chuchos”, quienes han prostituido al partido para proteger sus propios intereses, menospreciando a los viejos militantes y a quienes todavía piensan que este partido representa a la izquierda mexicana.

En  la elección del Presidente Municipal del año pasado en Puebla, también el PRD se sumó a la propuesta del PAN  sin que a la fecha haya obtenido posiciones importantes en el Gobierno de la capital, es decir, la experiencia que vivieron en el caso del gobierno estatal no les sirvió para darse cuenta que pasaría lo mismo para este proceso.

Así las cosas, cabe preguntarse: ¿A quién o quiénes representa el PRD?  ¿Cuál es su ideología? ¿Dónde quedó su declaración de principios que enarbolaron desde su fundación? ¿A qué intereses responden sus líderes? ¿Tiene sentido considerarlo como una fuerza viable? Si a pesar de haber sufrido la violencia de Estado y el robo de la Presidencia de la República en el 2006 por el PAN con la complicidad del  PRI, hoy no tienen empacho en trabajar junto con estos partidos en el Pacto por México, olvidándose de los ciudadanos que incluso perdieron la vida durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Considero que el juicio ciudadano en cualquier encuesta o consulta sobre el partido del sol azteca reprueba hoy su actuar y sentencia su desaparición porque no tiene un rumbo ni ideología que represente una opción de gobierno, en momentos en que México necesita una fuerza que haga contrapeso en el Congreso y sea la voz de quienes disienten de las decisiones que se toman entre los líderes de los partidos.

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Germán Molina Carrillo

Abogado, notario y actuario por la Facultad de Derecho de la BUAP; doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es director fundador del Instituto y del Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla y de la Revista IUS; autor de más de siete obras jurídicas, ponente, moderador, comentarista, y conferencista.