El Chapo como pedagogia

  • Juan Luis Hernández Avendaño

“El Chapo como pedagogía: análisis sobre el Estado, la seguridad y los derechos humanos” fue el foro con el que arrancaron las actividades conmemorativas por el décimo aniversario de la Cátedra Latinoamericana Ignacio Ellacuría de Análisis de la Realidad, cátedra auspiciada por 5 universidades jesuitas, cuatro Latinoamericanas y una española.

Ignacio Ellacuría fue ejecutado junto con otros cinco jesuitas y dos colaboradoras hace 25 años en El Salvador, en la agonía de la guerra fría. Ellacuría era rector de la universidad jesuita de ese país y era el activo intelectual y político más importante de Centroamérica. Desde la Universidad llevaba años empoderando la posición de que el gobierno y la guerrilla no tendrían más opción que negociar la paz. Los “halcones” del ejército salvadoreño apoyados por Estados Unidos alentaron la visión de que la paz sería un triunfo de los rebeldes. La ejecución de Ellacuría y sus compañeros no hizo sino precipitar la paz, misma que se firmaría en 1992 en el Castillo de Chapultepec. Y la guerrilla (el FMLN) se convirtió en partido político para ser el día de hoy el partido gobernante.

En el Foro que tomó como pretexto la figura del Chapo analizó el poliedro que vive nuestro país en torno a la expansión de la violencia: el papel de las autodefensas, los enclaves de estado fallido en México, los pros y contras en la despenalización de la mariguana, los modelos de seguridad en América Latina y las variables económicas del mercado de las drogas. Se abordaron los factores históricos, las características de nuestro régimen político, las relaciones con Estados Unidos, la pacificación de las guerras civiles de nuestros vecinos del sur, el apetito de drogas en el primer mundo como algunos elementos explicativos del por qué nos encontramos en un túnel con difíciles perspectivas de luz.

En el terreno de la economía y el narcotráfico se señalaron tres ideas centrales: por un lado se clarificó que en el mundo no existe ningún negocio tan lucrativo como la venta de drogas. Sus ganancias son por mucho fuerte incentivo para participar en su comercialización. Eso significa que los mercados de las drogas operan con las reglas económicas puras y duras, siendo la política realmente la variable que podría modificar su comportamiento. En segundo lugar, si ese mercado mueve en México alrededor de 25 mil millones de dólares anuales que buscan permanentemente entrar en la economía legal, dinamizan sectores productivos, alientan cadenas productivas e incluso, participan en los flujos de las remesas, no está del todo claro que con las dificultades que tiene México para crecer, se vaya a actuar decididamente en afectar dichos mercados.

Por último, un rubro económico es el análisis del presupuesto de egresos de la Federación en el sexenio de Felipe Calderón. El análisis presentado en la Cátedra señala que por cada peso ejercido se puede asociar un muerto en la guerra fallida contra el crimen organizado. Es decir, mientras más se invertía en Defensa, Marina, Policía Federal y PGR más muertos arrojaba esa guerra miope e irresponsablemente alentada desde Los Pinos. Y ya sabemos, dinero y muertos que no redujeron en nada la actuación de los cárteles en nuestro territorio.

Una de las mesas más interesantes de la Cátedra fue el debate sobre los pros y contras de la despenalización de las drogas. Un dato recurrente fue que el consumo de la mariguana no suele estar asociado a la violencia, sí el tráfico. Los panelistas insistieron en la importancia de la prevención, en la idea de que la despenalización no sólo sea en torno al consumo sino al proceso de la cadena. México no puede estar a expensas de lo que pase en Estados Unidos o en otras partes para hacer lo propio. En ese sentido se empujó a que México tenga una agenda propia sobre legalización de la mariguana.

Al revisar los modelos de seguridad en América Latina se hizo un recuento de que el fin de las guerras civiles en Centroamérica con el desmembramiento de sus ejércitos se dieron dos fenómenos: los kaibiles guatemaltecos despedidos en su país encontraron trabajo con los zetas, mientras que por otro lado, los colombianos vieron el paso de drogas por tierra en Centroamérica como la opción más barata. Y ahí están los resultados. Democracias débiles e inmaduras que están siendo desafiadas por las pandillas, las maras y la incursión de los cárteles mexicanos que están provocado el desplazamiento forzado de miles de personas que atraviesan nuestro territorio sea para alcanzar el sueño americano o para pedir refugio o asilo en nuestro país.

Se hizo una caracterización de los principales cárteles que operan en México y se advirtió que el Chapo y su organización es esencialmente una trasnacional de las drogas y que es la única que funciona como un pequeño Estado, es decir, desarrollando política social de base (no sorprende por ello las manifestaciones de apoyo al Chapo en Sinaloa), el principio de no atacar ni expoliar a la sociedad civil y utilizar la violencia como último recurso. En cambio, zetas, caballeros templarios y el cártel del golfo se vieron en la necesidad de incursionar en atacar a la sociedad con delitos graves como secuestro, tráfico de personas, utilizar a los migrantes como mercancías, cobro de piso, etc, como una reacción de que no saben operar el negocio de las drogas que sí saben el Chapo y su organización.

Pero una idea fue transversal en las cinco mesas del foro. La política es la clave. El crimen organizado no existiría y no se hubiera expandido si no fuera por la tolerancia primero, la asociación en el negocio después, de una parte significativa de la clase política mexicana. Aún no sabemos pero intuimos el alcance del crimen organizado en el financiamiento de campañas políticas. Los políticos más asesinados por los narcos son presidentes municipales, el eslabón más débil del Estado mexicano. La corrupción, la impunidad y la violación sistemática a los derechos humanos por franjas muy importantes del Estado han facilitado la expansión de los cárteles.

Un alumno decía en la Cátedra que en España 5 gramos de mariguana se puede conseguir en 50 pesos mientras que en México esa misma cantidad se consigue en 150 pesos. El se preguntaba dónde se quedaban esos 100 pesos extra y sospechaba que justo en la cadena de corrupción que iría de la policía a los gobernantes y apuntaba que por eso en nuestro país no llegarían pronto la legalización de dicha droga.

La otra idea central de la Cátedra fue que ante este panorama la solución somos nosotros, los ciudadanos. Como lo muestra el caso de las autodefensas, el movimiento pro víctimas de Javier Sicilia, los medios de comunicación que resisten las amenazas del crimen organizado. Sea en los enclaves de Estado fallido o en las demandas a los gobernantes, como pasó en Italia, la sociedad es la clave para derrotar o limitar el alcance tóxico que en nuestra sociedad tiene la connivencia del crimen con la política. Y ese es el cometido final de la Cátedra Ellacuría, alentar el empoderamiento de los ciudadanos como remedio integral para mejorar significativamente nuestras sociedades. En el transcurso de este 2014 seguirán las actividades de la Cátedra Ignacio Ellacuría.

  • Profesor investigador de ciencias políticas de la Ibero Puebla.
  • Fundador de la Cátedra Ignacio Ellacuría de Análisis de la Realidad

 

 

 

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.