A renovar esperanzas

  • Juan Carlos Lastiri
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Una gran virtud que ofrece la democracia  es la renovación de las esperanzas del ciudadano. En efecto, cada relevo en los cargos públicos siempre causará entre la sociedad el ánimo de esperar mejores tiempos, tener expectativas nuevas, o, por lo menos, que el siguiente funcionario sea mejor que el que se va. Esto ocurre en México y en todos los países con regímenes democráticos. Por contraparte, aquellos en donde los dirigentes se eternizan en el poder, llevan al desánimo y tristeza de la población y son el caldo de cultivo de las gestas revolucionarias que hemos visto desde la antigüedad hasta la llamada Primavera Árabe.

En Puebla, el día de ayer se renovaron los 217 ayuntamientos del Estado, y por tanto los habitantes de nuestros municipios están viviendo ese famoso efecto de “renovar las esperanzas”, esperanzas en que los nuevos alcaldes sean mejores que los que terminaron su ciclo. Esperanzas de que estas  autoridades –ediles, regidores y síndicos- tengan la capacidad, eficiencia, eficacia y honradez para llevar a sus demarcaciones a mejores destinos. Esperanzas de que se puedan formar verdaderos equipos de trabajo entre autoridades electas y funcionarios designados. Esperanzas en que, todos ellos, tengan muy claro el alto honor que significa encabezar los destinos de su municipio.

Todos los que en alguna ocasión hemos tenido la oportunidad de ser Presidente Municipales, hemos vivido –a su vez- el sentimiento de poder enfrentar con decisión el reto, pero al mismo tiempo,  la incertidumbre de lo que viene. Y solo estando ahí, en el cargo, se puede valorar lo que implica ser el primer contacto del ciudadano con el gobierno, ser el receptor de todas las demandas y peticiones que puedan existir y, de la misma forma, ser el primero que conoce en carne propia la necesidad y el sentimiento popular.

Hoy los alcaldes poblanos tendrán un plus, el periodo extraordinario de cuatro años, ocho meses y 17 días, lapso que deberán aprovechar al máximo para poder dar un giro a los paradigmas del municipio. Muchas veces se ha dicho, se ha afirmado, que la causa de las debilidades del municipio se debe a lo corto del periodo constitucional. Tres años son insuficientes para planear con visión de futuro y la mayoría de ediles terminan solo por sacar lo ordinario y tener ejercicios cortoplacistas. Eso cambia para los nuevos alcaldes de nuestro Estado. Tendrán que hacer grandes ejercicios de prospectiva para planear y organizar administraciones con la suficiente  capacidad operativa que les permita tener  estabilidad política y por tanto gobernabilidad. Deberán tener una racionalidad en el gasto, que les procure, a la par que enfrentan la demanda ciudadana, tener el equilibrio presupuestal necesario para reportar finanzas sanas cada año.

Un alcalde puede ser tan grande o tan pequeño en el ejercicio del cargo según se lo proponga. Muchos llegan a estos puestos sin la seguridad de saber a qué van con certeza. Muchos aprenderán sobre la marcha y muchos no. Muchos harán efectiva la confianza y la esperanza de la gente. Otros fracasarán y decepcionarán nuevamente a la ciudadanía. El reto es que ni siquiera se podrá usar el resignado “tres años se pasan rápido” que la ciudadanía expresaba cuando descubría que su alcalde  no era muy capaz. Hoy los tendrán que soportar casi cinco años. Pero confiemos que esta generación de presidentes poblanos estará muy a la altura para poder ser proactivos, gestores, vinculadores de la sociedad y el poder, respetuosos de la ley. Es muy importante saber que la Federación tiene puesta la mira en el municipio como detonador del desarrollo, porque si le va bien, se reflejará en  las entidades y por tanto en todo el país. El desarrollo local debe ser la llave y el motor para un verdadero crecimiento económico. Y para lograr esto se deberán utilizar los recursos económicos de la forma más eficiente para crear empleos, disminuir la pobreza, dar seguridad a los vecinos, en fin, crear procesos virtuosos que se concreten en mejores niveles de vida para todos. Para eso, el perfil del nuevo alcalde –y alcaldesa claro- debe ser un tipo metido al cien por ciento a buscar más recursos, a elaborar los proyectos técnicos necesarios, aprovechar todas las opciones que se le abran, para allegarse de acciones positivas, de ser un conciliador con sus gobernados y tener una magnífica relación con los otros dos órdenes de gobierno así como los poderes del Estado.

En aras de lo anterior, Sedesol ha iniciado una nueva relación de cercanía con todos los alcaldes del país, para asesorarlos y ayudarles a planear su inversión para potencializarla y hacer crecer sus presupuestos, y por tanto, en Puebla, es la ocasión propicia para ofrecer a los 217 ayuntamientos que recién se estrenan, la mano amiga de nuestra Secretaría. Mucho éxito a lo largo de toda su gestión.

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