El retorno de la utopía…

  • Juan de Dios Andrade

Este fin de semana sesionó el Congreso de Puebla y la reforma energética alcanzó el respaldo necesario para ser constitucional. Parece increíble que hoy el PRI sea el principal interesado, cuando hacia finales del siglo XX existía en su interior una férrea oposición a superar al ya desde entonces moribundo nacionalismo revolucionario. Los hechos demostraron lo equivocado que estaba el Partido de la Revolución y lo que lograron en aquel momento fue que México no pudiese incorporarse a tiempo a la era de la globalización. Viendo cómo ha cambiado nuestra vida en los últimos veinte años, no faltan los que afirman que nuestro país no tendría hoy tantas familias en situaciones precarias. No hay que ser ingenuos: quizá, pero no necesariamente. Todo habría dependido de las condiciones en que se hubiesen hecho esos cambios, pero lo cierto es que nos habrían ahorrado buena parte de las dificultades y sinsabores que tuvimos…

Sin embargo, las reformas conllevan otros aspectos de especial importancia que no es prudente ignorar. De algún modo lo estamos constatando en el giro que están teniendo los mensajes del gobierno federal en los medios de comunicación. Del caudal de promesas transitan hacia la cautela en los resultados esperados. En algunos analistas y columnistas se aprecia la presión que está registrando el tablero presidencial y van posicionando que los efectos positivos comenzarán a sentirse hasta dentro de dos años. Pero el asunto no es sólo mediático…

La reciente experiencia en los movimientos sociales en el Medio Oriente y Europa, reflejan el conflicto que algunos expertos llaman “el choque de las utopías”. Los otrora partidarios de la vía revolucionaria, que vieron desplomarse la utopía socialista y quedarse sin alternativa, parecen haber encontrado ahí la salida que anhelada…

“Rebelión sin revolución…”

Luego de la Segunda Guerra Mundial y con motivo de los avances tecnológicos que se experimentaron sobre todo en electrónica y comunicación, se organizaron foros tanto en Estados Unidos como en Europa, en los cuales los expertos dieron a conocer algunas perspectivas para el futuro. Lo interesante es que daban  por descontado que los soviéticos serían derrotados y que el resto del siglo XX sería la oportunidad para que la democracia liberal demostrase su viabilidad. También consideraban que las dos guerras mundiales habían sido el escenario de la confrontación entre utopías y la democracia liberal era una de ellas, la más realizable…

El resultado estaba en función del desarrollo tecnológico que el mundo presenciaba. Mucho antes que Zampetti, del lado del pensamiento católico y que Arnold Kaufman, del lado liberal, en aquellos foros se indicaba que, terminada la guerra, la democracia tendería a volverse cada vez más participativa. Pero no podían cerrar los ojos ante otra tendencia que, según lo esperaban, terminaría chocando con los deseos participativos. La tecnología, sobre todo de uso social, anunciaba la llegada de una vertiente tecnocrática que empezaría a reclamar su “derecho a dirigir” a los demás. Es decir: el mundo se volvería cada vez más complejo y no cualquiera podría asumir el gobierno sin la debida preparación. Era lo contrario a la participación democrática y el choque se antojaba inevitable…

Lo ocurrido desde 2012 en el Medio Oriente y Europa fue visto por los libertarios como la ocasión para plantarse frente a la utopía de la democracia liberal y ser la opción de la rebelión sin la revolución. No podía ser de otro modo, pues si algo quedó demostrado en el siglo XX fue el fracaso de las utopías revolucionarias. Estamos hablando de un movimiento transcontinental y sería un error identificarlo con el “modelo” de algún país en particular. De lo contrario, corremos el riesgo de confundir las particularidades tácticas con las estrategias vertebradoras…

“Más allá del anarquismo…”

Les llamó “libertarios” porque ellos mismo rechazan la denominación “anarquistas”, pues piensan que están más allá del ideario ácrata aunque lo reconocen como su antepasado. El primer anarquismo tenía un marcado acento social, mientras el segundo fue abiertamente revolucionario, sobre todo luego de los acontecimientos de la Comuna de París. Los libertarios, por el contrario, dan por muerta a la revolución porque una revolución puede fracasar, pero siempre habrá oportunidad de echar abajo las reformas que hagan los tecnócratas e implantar las propias. O si se prefiere: hoy se puede ser más revolucionario con las reformas que con la revolución misma.

Esto no significa que eviten el uso de la violencia: se trata de movilizaciones y conflicto en las calles. No de tomar las armas sino de impedir o echar abajo las reformas tecnocráticas para impulsar otras. El movimiento libertario tiene muchas caras: en algunos casos es partidario de unirse a las realidades geoestratégicas como la Unión Europea (Ucrania), mientras en otras se manifiesta contra el dominio del “imperio”, identificado con Estados Unidos…

En Chile se unieron a la campaña de la hoy presidenta reelecta Michelle Bachelet y los otrora líderes de la protesta estudiantil serán flamantes legisladores, entre ellos Camila Vallejo. En Brasil han dado muestra de su fuerza callejera y se aprestan al abordaje en las siguientes elecciones. Están logrando un objetivo importante: desplazar las tesis de Zampetti y de Kaufman por igual. Pretenden ser los que logren derrotar a la democrática liberal y hacer realidad la utopía libertaria. En el siglo XX se desplomó el socialismo y desean que en el XXI sean los funerales del liberalismo…

“La rebelión que se avecina…”

La mirada libertaria está puesta en México y buscan afinar su estrategia hacia fin de mes para lograr que 2014 sea el año de la rebelión. El primer objetivo es convertir la plaza pública en asamblea deliberativa y, luego, enfilarse a las elecciones de 2015 para apoderarse de la Cámara de Diputados. Cárdenas y AMLO coinciden en este punto: buscan detener las reformas en 2015. En eso estaban los libertarios cuando ocurrió el cardiacazo del tabasqueño y MORENA no ha logrado su registro. ¿Quién capitalizará la fuerza libertaria: Cárdenas o AMLO? No es el modelo chileno y sólo en parte nos parecemos. Allá no llegaron a una situación irreductible entre dos caudillos, ni tuvieron a un don Máximo compitiendo…

Peña Nieto tiene que ir pensando cómo va a enfrentar el caso y ponerse de acuerdo con Osorio Chong, pues algunos de los grupos que él mismo revivió a lo largo de 2013, participan en la planeación para descarrilar a su gobierno. Dependiendo del resultado del forcejeo entre Cárdenas y AMLO, el movimiento libertario podría ser un aliado de don Máximo. Para ello tendrá que centrarse en la ausencia de resultados del mexiquense porque de prevalecer la idea de echar abajo las reformas, verán en el poblano a otro enemigo. Si de haber efectos positivos de las reformas sería hasta dentro de dos años, los libertarios tienen margen para golpear a su antojo al Presidente. El riesgo estriba en que don Máximo adquiera un perfil de populismo autoritario de corte libertario, pero hay otra opción: configurar una alianza que se refleje en el Congreso para reorientar las expectativas ciudadanas y transformarlo en un verdadero parlamento. ¿Cómo quiere ser recordado don Máximo: como alguien que buscó el poder o como un gobernante que revolucionó a México mediante las reformas? Hay que decidirlo pronto porque la utopía libertaria está a la vuelta de la esquina…

Hasta entonces…

Comentarios: confinespoliticos@yahoo.com

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Juan de Dios Andrade

Politólogo. Analista político y asesor. Especializado en historia y política mexicana, geopolítica y geoestrategia, Historia de las ideas políticas, teoría política y análisis de escenarios. Autor de la columna Confines Políticos