Privacidad, confianza y redes sociales

  • Luis Felipe Luna Reyes
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Una de las noticias que ha captado la atención tanto en diferentes medios sociales como en medios tradicionales como la televisión o el radio es el número de rompimientos que se presentan por causa de la utilización de aplicaciones de redes sociales como WhatsApp. Aunque la noticia ha causado revuelo tal que me ha tocado escuchar en los pasillos muchas personas comentando el tema, los rompimientos por causa de redes sociales no son necesariamente nuevos, y desde hace varios años se presentan notas en los diarios que cuentan los rompimientos por el uso de diferentes redes como Facebook o Twitter. Se preguntarán, ¿por qué la noticia llama mi atención esta ocasión? Bueno, la principal razón es que el día de hoy cumplo 19 años de casado, y la noticia se vuelve mucho más significativa desde el punto de vista de la confianza que puede o no existir en la pareja, y en cómo se culpa a la tecnología (como WhatsApp) de la falla a esta misma confianza.

Yo siempre he pensado que las tecnologías no cambian inmediatamente lo que sucede en la realidad, pero muchas veces nos ayudan a hacerlo más evidente. Por ejemplo, recuerdo la primera vez que di una charla por medios remotos, toda mi audiencia se durmió del otro lado de la cámara. Mi primera reacción fue culpar a la tecnología, ya que en vivo la gente nunca se me duerme. Luego pensé que tal vez en vivo pasa lo mismo, pero la audiencia es suficientemente educada como para fingir que me escucha aunque su mente esté en otro lado.

En el caso de las redes sociales y la confianza creo que sucede algo muy parecido. La confianza puede existir o no en la pareja, y la tecnología sólo nos brinda la oportunidad de monitorear de manera más intensa la actividad de la persona amada en caso de no confiar completamente en ella. Antes de la tecnología ya existía el monitoreo, y muchas parejas (tanto hombres como mujeres) contrataban investigadores privados para seguir a sus compañeros y confirmar (o no) sus sospechas. Las tecnologías de hoy en día como teléfonos celulares, correos electrónicos y por supuesto las redes sociales se convierten en el investigador privado que ayuda a seguir y monitorear a nuestros (no tan confiables) seres queridos.

Por supuesto que es muy probable que mis comentarios de los párrafos anteriores sugieren que nuestra vida en la actualidad es mucho menos privada de lo que nosotros quisiéramos, y probablemente mucho menos privada de lo que nosotros nos imaginamos. Quizá la prueba última es hacer una búsqueda de nuestro nombre en Google. Esta prueba nos dirá que es lo que todo mundo puede fácilmente encontrar de forma abierta en la Internet. Algo que pudiera parecer más privado aún es buscar (o pedirle a alguien que busque) nuestro nombre en una de las redes sociales más populares en México como Facebook. Una estudiante me comentaba un día que ella tenía la configuración de su perfil de Facebook de modo que todo era completamente privado. Ingresando su nombre (sin ser su amigo) pude enterarme de muchas cosas que ella no esperaba que fueran públicas (nada de pena gracias a Dios). No obstante, en nuestra conversación llegamos a la conclusión de que es muy difícil (o muy inocente) pensar que tenemos una vida privada cuando contamos con más de 500 amigos en esta red social.

Ya en el último nivel, tenemos las noticias que llegan a las personas indicadas, pero no en los momentos oportunos. Por ejemplo, Facebook introdujo una aplicación de mercadotecnia en la que se publicaba en el perfil de los usuarios compras que se habían realizado en tiendas virtuales o en algunas tiendas físicas. Por supuesto que esta aplicación arruinó muchas sorpresas románticas al enterarse que tu pareja te había comprado un regalo, y originó otras sorpresas no tan románticas cuando el regalo no se recibía. A mí en lo personal me costó ser dado de baja como amigo en Facebook por parte de muchos de mis sobrinos cuando felicité a una de ellas por su nuevo novio (lo vi en Facebook) en frente de su papá (que por supuesto no sabía aún). En fin, muchas situaciones embarazosas y me imagino que ustedes captan la idea. Nuevamente, las indiscreciones siempre han existido en el mundo de carne, hueso y piedra. Sin embargo, las tecnologías las aumentan y nos ponen en un mayor riesgo de perder nuestra privacidad.

De este modo, quisiera concluir esta breve nota haciendo un breve resumen de estas dos ideas clave para poder sobrevivir en el mundo electrónico. En primer lugar, cuida tu privacidad más que nunca. Como dijera nuestro buen amigo Pedro Ferriz, hoy más que nunca “un mundo nos vigila”. En segundo lugar, si quieren llegar a 19 años de casado como su servidor, confíen en sus parejas, que nada les cuesta.

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