El grito

Festejar las "fiestas patrias"; fue el argumento para proceder a desalojar con lujo de fuerza a los maestros de la CNTE del zócalo del DF.

Como en ocasiones anteriores los representantes del gobierno federal dijeron estar abiertos al "dialogo", mismo que se limitó únicamente a escucharlos para terminar hablando en los hechos: "propongan  y protesten cuanto quieran que de todos modos ya decidimos".

En forma muy lamentable junto a la acción policiaca se sumó el aval de las comisiones de derechos humanos, tanto nacional como capitalina, quienes dieron testimonio de la "pulcritud y profesionalismo" con la actuaron las autoridades dando fe, según ellas, de que nunca se violaron los derechos humanos lo que más tarde fue puesto en evidencia por las redes sociales quienes documentaron las golpizas y las vejaciones a los que fueron sometidas personas inermes.

Una vez desalojada la plaza, como se diría en términos militares, todo se preparó para dar lugar a un festejo digno de opereta, quedando evidenciado el regreso del PRI con sus viejas mañas; lo cual pudimos constatar a través de las imágenes televisivas que nos pretendieron vender la idea de que los mexicanos estamos contentos y unidos en torno al poder presidencial.

A pesar de sus desesperados intentos, otra vez las redes sociales fueron las encargadas de echar a tierra la idílica imagen de la "fiesta nacional"; demostrando que el Zócalo fue lleno de acarreados seducidos por la "torta, el chesco y la matraca" y que la televisión, cómplice una vez más, acalló  la voz de la multitud que gritaba "fraude" y otras frases más.

Lo que pude observar me trajo recuerdos de aquél trágico Septiembre del 68 en que las multitudes abuchearon a más no poder al poblano Díaz Ordaz, quien días más tarde daría la orden de desalojar otra plaza, la de Tlatelolco, para terminar a sangre y fuego con el movimiento social más noble de que los mexicanos hemos sido testigos cuyas peticiones, vistas a lo lejos del tiempo, nos parecerían tan "provocativas" como las de la CNTE: libertad a los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos y dos más que hoy resuenan muy familiares y contemporáneas: derogación de la ley que constitucionalmente sancionaba el delito de disolución social y dialogo público... ¿le parecen conocidas estas demandas?

No cabe duda que la historia se repite con los mismos actores y el mismo fondo: el PRI, sus mañas, un poder legislativo sometido emitiendo leyes sin el consenso popular, los acarreados de siempre, las televisoras y los medios de comunicación, en su gran mayoría "maizeados", un pueblo que no se cansa de gritar las mismas consignas y  en el fondo las mismas demandas: leyes más justas y dialogo real con el poder público... ¡el mismo grito de siempre!

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