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Solo 8 talleres en Puebla producen talavera original, el resto es falso

  • Lizzette Vela
Estas piezas llegaron en el siglo XVI, cuando los españoles introdujeron una técnica adaptada de los moros
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La Talavera poblana, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es mucho más que una artesanía; es un emblema de la identidad cultural de México. En Puebla sólo ocho talleres tienen  la Denominación de Origen (DO4), que asegura su autenticidad.

Este arte llegó a Puebla en el siglo XVI, cuando los españoles introdujeron una técnica adaptada de los moros, encontrando en esta región los materiales perfectos para su desarrollo.

En un recorrido de e-consulta por el taller Talavera de la Reyna se pudo observar el proceso de elaboración, el cual comienza con la mezcla de dos tipos de barro locales: el negro, proveniente de municipios como Amozoc Tecali, y el blanco, conocido por su resistencia al calor. Ambos se combinan en proporciones iguales, se hidratan y pasan por un cernidor que elimina impurezas, garantizando una base de alta calidad.

Posteriormente, el barro se deposita en tanques para decantarlo y eliminar el exceso de agua. Este proceso, que puede durar hasta 20 días, permite obtener una consistencia ideal para moldear las piezas. Antiguamente, los artesanos amasaban el barro con los pies, pero en la actualidad se utilizan máquinas que agilizan el trabajo, eliminando burbujas y creando bloques compactos listos para su manipulación.

Las piezas se moldean utilizando técnicas tradicionales como los rodillos y los moldes de yeso, creando desde charolas hasta platones únicos. Tras el moldeado, las piezas se secan durante varias semanas en cuartos con humedad controlada para evitar fracturas. El proceso de secado es fundamental para garantizar la durabilidad de la talavera.

La primera cocción de las piezas se realiza en hornos que alcanzan temperaturas superiores a los mil grados centígrados. Este paso les da un color rojizo característico y las prepara para la decoración. Aquí entra en juego el talento de los artesanos, quienes pintan a mano cada pieza con pigmentos minerales como cobalto (para el azul), cobre (para el color verde) y fierro (para el color negro), creando los icónicos colores de la Talavera poblana.

El acabado final se logra con un glaseado a base de plomo, estaño, arena sílica y miel de piloncillo, seguido de una segunda cocción que cristaliza los minerales y asegura la resistencia de las piezas. Cada pieza auténtica lleva la firma del taller, el logotipo y el número de la Denominación de Origen (DO4), que asegura su autenticidad.

Cabe mencionar que, aunque en algunos mercados  y comercios del Centro Histórico de Puebla se encuentran piezas de colores como rosa o morado, estas no son talavera sino cerámica. Solo los talleres con Denominación de Origen, que son apenas ocho en todo Puebla, tienen derecho a producir y comercializarla. 

Hoy en día, los talleres de Puebla abren sus puertas a visitantes, ofreciendo recorridos que muestran cada etapa del proceso como el taller Talavera de la Reyna que continúa siendo un referente cultural a nivel nacional e internacional. (LV) 

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