• Cultura

Reseña | Libros: La casa de los espíritus de Isabel Allende

  • Emilia Rojas
La escritora chilena en su obra entrelaza los acontecimientos en su país desde la óptica del realismo mágico latinoamericano
.

“Barrabás llegó a la familia por vía marítima, anotó la niña Clara con su delicada caligrafía. Ya entonces tenía el hábito de escribir las cosas importantes y más tarde, cuando se quedó muda, escribía también las trivialidades, sin sospechar que cincuenta años después, sus cuadernos me servirían para rescatar la memoria del pasado y para sobrevivir mi propio espanto”.

Bienvenidos a este espacio de colaboración con el periódico e-consulta. Esta semana escribo sobre la novela La casa de los espíritus de la escritora chilena Isabel Allende. La autora es sobrina del presidente Salvador Allende y desde muy pequeña vivió y se educó en Perú, Bolivia y Líbano. Trabajó para la Food and Agriculture Organization (FAO) en Santiago de Chile, y después vivió en Bélgica y Suiza.  En 1965 trabajó como periodista en televisión y revistas como Paula y Mampato. A raíz del golpe de estado de 1973, se exilió en Venezuela durante trece años. En 1982 publicó su primera novelaLa casa de los espíritus. Su producción literaria es muy extensa, destacando Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Hija de la fortuna (1999), y Mi país inventado (2003).

La casa de los espíritus fue la ópera prima de la autora y relata la historia de cuatro generaciones en algún país sudamericano. Catorce capítulos que son narrados por varias voces: Alba, Esteban y un narrador omnisciente. Una escritura circular, que tiene saltos temporales, alusiones a la muerte, testimonios de los personajes además de lo mágico y sobrenatural que permea a muchos de nuestros pueblos. Es una obra en donde las mujeres son las protagonistas y a través de ellas conocemos los cambios y transformaciones que van desde las postrimerías del siglo XIX, hasta la “decadente” década de los setenta. 

El primer capítulo se refiere a Rosa la Bella“La criatura más hermosa que había nacido en la tierra desde los tiempos del pecado original”. Ella fue hija mayor del matrimonio Del Valle, mientras, Clara, la hija menor, encarna la unión de varios mundos, en donde las prácticas de telepatía, los espíritus y las premoniciones aparecen como algo cotidiano. Las dos estuvieron destinadas a ser la esposa de Esteban Trueba, el hombre que en su niñez y juventud pasó miseria, pero más tarde se convierte en un miembro más de la oligarquía.

La obra cuenta con múltiples personajes, delineados de acuerdo con la época y que van desde el conservadurismo exacerbado del padre Restrepo, que lanza condenas desde el púlpito los domingos, pasando por Férula, la hermana de Esteban Trueba que cuida de otros y nunca de ella. Mención aparte son los gemelos Jaime y Nicolás, que encarnan la juventud que se dividía entre el compromiso social y la frivolidad de las familias acomodadas. También aparece Blanca, la mujer que amó a un “inquilino”, un hombre prohibido que no era de su clase y de cuyos amores nació Alba, la “condesa” que por amor se convirtió en revolucionaria.

Por otro lado, la novela aborda temas como la homosexualidad, el travestismo, el amor libre, el aborto, el tráfico de piezas arqueológicas, los rosacruces y el espiritismo, entre otros. También, describe al revolucionario, ese que creyó cambiaría el destino de este continente y que apoyó a “el candidato y después el presidente”. En contraposición, retrata a militares y carabineros como “los asesinos”, de la democracia, los que sembraron el horror y cometieron atrocidades en la dictadura.

¿Por qué leer La casa de los espíritus?

Es una obra escrita con una prosa profundamente descriptiva, por momentos poética, que nos traslada a las Tres Marías; a esas madrugadas cuando “afuera, el campo se sacudía la modorra de la noche y los primeros rayos del sol cruzaban como sablazos los picos de la cordillera, calentando la tierra y evaporando el rocío en una fina espuma blanca que borraba los contornos de las cosas y convertían el paisaje en una visión de ensueño”. Un libro que por azar llegó a mis manos cuando comenzaba mi juventud y que volví a leer después de mis cincuenta.

La casa de los espíritus es una novela de realismo mágico publicada en 1982, en una época posterior al boom latinoamericano, que fue escrita en la cocina de un pequeño departamento de Caracas, Venezuela, en donde la autora se encontraba exiliada. Isabel Allende cuenta que la obra inicia como una carta espiritual para su abuelo, quien se encontraba enfermo en Chile, y a quien no podía visitar por su condición de refugiada política.

La escritora declaró que después de la tercera hoja escrita supo que no sería una carta porque la nostalgia la hacía escribir sin parar en cualquier rato que tuviera libre. “Ella no sabía nada sobre la industria de los libros, no tenía ningún plan y por lo mismo es una obra fresca” que aflora desde su corazón.

Después de 560 páginas, el manuscrito estaba listo y fue enviado a varias editoriales latinoamericanas, pero ninguna quiso publicarlo. Fue en España en donde salió a la luz y después conocida en otros países europeos. La autora nunca pensó que esa obra, a la que en Italia “le pusieron una banda rosa con la leyenda García Márquez con faltas” sería traducida a más de 35 idiomas, que vendería más de 70 millones de copias y se convertiría en película.

La casa de los espíritus es un reflejo de la historia chilena; en palabras de la autora, “Un compendio de lo que eran los chilenos” y lo que fueron durante la dictadura; un país dividido, en donde la clase privilegiada aplaudió el final del gobierno de Allende, mientras otros vivieron agazapados entre las sombras, esperando que llegara en cualquier momento la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para llevarlos a los centros detención y de Tortura. Asimismo, miles de chilenos tuvieron que salir, convirtiéndose en refugiados en países y por muchos años tuvieron un “un pie en el estribo” con la añoranza de regresar algún día.

El 11 de septiembre del año pasado se cumplieron cincuenta años del golpe de estado en Chile, hecho que terminó con el primer sistema socialista que llegó por la vía electoral. Allende, antes de morir dijo al pueblo: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Doce días después murió el poeta Pablo Neruda y a pesar de que la junta militar quiso mantener en secreto el paso de su cortejo fúnebre, miles de chilenos salieron a las calles, lanzando consignas, cantando incluso la Internacional.

Esta es la novena entrega de una serie de recomendaciones quincenales. En dos semanas escribiré sobre la novela Mil soles espléndidos del afgano Khaled Hosseini.

Los invito a que me escriban: Instagram: emilia rojas.escritora

Tags: 

Comentarios de Facebook: