Exactamente a las 4:24 de la tarde, Isaac Fonseca recibía los trastos toricidas para confirmar su alternativa. Sebastián Castella fue el padrino; Leo Valadez, el testigo, y el toro se llamó “Bendita Libertad” de Xajay.

Inmediatamente después, Fonseca se fue al centro del ruedo de la Plaza México para brindarle a la concurrencia. Antes de la dedicatoria, hizo señas para que el público guardara silencio. De manera insólita el moreliano lanzó un grito: ¡Señoras y señores, viva la tauromaquia!

La acústica de la plaza es formidable, la frase fue escuchada: ¡Viva!, fue la respuesta del gentío. El detalle gustó, fue original, emocionante, creo que nunca había sucedido algo así en el coso que festeja 78 años.

Nuevamente se llenaron los tendidos de la Monumental, salvo algunos espacios en los generales. Buena entrada para la primera de dos corridas en el aniversario del recinto taurino. El público cumplió, pero la empresa no. El hato de Xajay apenitas de presencia, hasta cariavacados hubo.

¿Cómo entender lo que hace la empresa? El propietario de Xajay, Javier Sordo, es uno de los socios de la empresa. La lógica dice que tendría que echar lo mejor que tiene; el encierro debió estar imponente de trapío. Es absurdo que se conforme con cumplir a medias, pues no estuvo a la altura del aniversario de la plaza más grande del mundo. Pa´colmo, descastados mansos, sin emoción.

Me platicó Alfredo Mendoza, un aficionado que chanela, de una entrevista televisiva que le hicieron hace algunos al dueño de Xajay al preguntársele: ¿Por qué no mandaba encierros a México con el trapío que tienen los que envía a Guadalajara? “Porque no me dejan”, fue la respuesta.

Sorpresas te da la vida. Javier Sordo ahora es de los que no dejan, del grupo de exquisitos que mal manejan la tauromaquia mexicana, de los responsables que tengamos una media fiesta.

Sebastián Castella salió a hombros porque cortó dos orejas, salió a hombros por la puerta grande. La primera obtenida por una faena interesante ante un burel que no valía nada, el francés tapó los defectos del toro. Innegable que logró buenos muletazos con el otro, aunque la gente no se entusiasmó, poca respuesta en la vuelta al ruedo con la oreja, un trofeo entregado indebidamente por la estocada baja. Así que ni tan grande la puerta por la que salió Castella.

La afición esperaba mucho de Valadez y Fonseca. Quizá hubieran cortado una oreja cada uno, los respectivos pinchazos lo impidieron. Fue mejor que salieran al tercio en lugar de obtener premios desabridos. En el segundo de ambos poco pudieron hacer, intentaron el toreo por derechazos y naturales, quizá si se doblaran, la gente se daría cuenta que saben lidiar.

El primero de Leo, quizá el menos malo del encierro, tenía un buen lado izquierdo. Los mejores muletazos fueron al final de la faena cuando el cornúpeta pasaba paso a pasito. Al otro lo recibió de rodillas, lo banderilló sin puntería, nada relevante con la muleta, no se salvó de un aviso.

Fonseca tiene carisma y valor a raudales. En los medios de hinojos recibió al abre plaza y así el último tercio con un escalofriante muletazo pasándoselo por la espalda. Algunos momentos buenos, sobre todo una tanda por la derecha. El puyazo al sexto fue una burla, una vacuna, un piquetito.

Hubo buenos pares de banderillas de las cuadrillas. Identifiqué a Gerardo Angelino, Gustavo Campos, Fernando García, hijo. También, bregas a una mano, bien están los subalternos. A la distancia no es posible identificarlos, la empresa se aflige de los bares, sus cantantes, no se le ocurre que la gente quiere estar enterada de lo taurino y no publica la información.

Este 5 de febrero, el mero día del aniversario, Pablo Hermoso de Mendoza, El Calita y Arturo Gilio que confirmará, actuarán con reses de Los Encinos. Ojalá Eduardo Martínez Urquidi mande algo para que salgamos de la cumpleañera diciendo: ¡Viva la tauromaquia! (AD)