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Clara Aparicio fallece; la esposa de Juan Rulfo murió a los 95 años de edad

  • Redacción e-consulta
La musa que inspiró muchas de las obras del escritor mexicano falleció el pasado lunes 9 de octubre a la edad de 95 años
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La inspiración de las cartas de amor que el escritor Juan Rulfo dedicó a su amada, conocida por ser la musa eterna de las obras del escritor mexicano, Clara Aparicio, esposa del reconocido autor, falleció a la edad de 95 años, informó la Fundación Juan Rulfo a través de su página de Facebook.

Clara Aparicio, la mujer que formara parte de la creación de diversas obras del autor, fue más que una inspiración para el escritor, su relación se ve reflejada en cada una de las cartas que Juan Rulfo escribió para ella, siendo más de ochenta misivas que le envió entre los años 1944 y 1950.

Aunque Clara Aparicio falleció el pasado lunes 9 de octubre, su muerte trascendió hasta apenas unas horas.

La señora Clara Aparicio, fue conocida por ser la esposa del escritor Juan Rulfo, quien es uno de los más reconocidos dentro de la literatura mexicana, pero también es recordada por ser una de las figuras principales dedicadas a la conservación y promoción de las obras que forman parte del legado literario del autor.

Clara es recordada por su incansable labor como defensora del trabajo del escritor, pues cuando él falleció fue la encargada de administrar los derechos de sus obras, así como garantizar que su voz y visión fueran difundidas entre las nuevas generaciones de lectores.

Clara Aparicio y Juan Rulfo se conocieron en la década de 1940, contrayendo matrimonio en el año 1947, desde entonces ella sería la compañera e inspiración para muchas de sus obras, en donde solía nombrarla con tiernos apodos como “pequeña mía”.

La musa de Rulfo conservó todas las cartas que él le escribió en vida, desde que eran novios hasta los últimos días del escritor, las cuales se encuentran publicadas en el libro Aire de las Colinas. Cartas a Clara.

“Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba. Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua. Clara: corazón, rosa, amor… Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; cómo se va la muerte de la vida. Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida”.(JC)

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