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Alpanocan festeja a San Antonio de Padua; peregrinan de EdoMéx y CDMX
Tochimilco, Pue.- Enclavada en al inicio de las faldas del volcán Popocatépetl, con cerca de 3 mil habitantes, entre lomas, bosque y ruralidad, la junta auxiliar de San Antonio Alpanocan está de fiesta en honor a su santo patrono San Antonio de Padua.
Alpanocan
Es una comunidad aguerrida que se ha caracterizado por la defensa de sus manantiales en los últimos años, colinda con Hueyapan localidad perteneciente a Morelos y con quien mantienen esta disputa desde hace al menos una década por la propiedad de la fuente del líquido vital. Se ubica a más de hora y media desde la cabecera distrital que es Atlixco y a por lo menos 40 minutos de la cabecera municipal que es Tochimilco.
Tiene dos rutas de acceso: la primera y más complicada es la que lleva directamente a Tochimilco, la segunda es rodeando por la ruta de evacuación número 10 que viene desde Santa Cruz Cuautomatitla, comunidad también perteneciente a Tochimilco y que desemboca hacia Izúcar de Matamoros pasando por comunidades de dos municipios vecinos como: San Juan Amecac y San Juan Tejupa de Atzitzihuacan; así como Coyula, Axocopan y la cabecera municipal de Atlixco.
En este segundo camino, que se encuentra en buenas condiciones, tras atravesar San Juan Amecac, se abre el paisaje de verdes de los cerros, que empiezan a formar parte del bosque del Popocatépetl, el cual se mezcla con la red de mangueras negras que se ven sobre el suelo y también colgando de los árboles, como telarañas de plástico que sirven para la distribución del agua a los domicilios de los habitantes de Hueyapan.
Después las casas desaparecen de nuevo y comienzan a surgir de cada costado del camino árboles de aguacates, magueyes gigantes, ganado, perros también y el aroma a bosque inunda los sentidos lo que hace más corto el camino mientras el volcán comienza a sentirse cada vez más cerca.
Al entrar a la comunidad, es notable que la urbanidad la está alcanzado, las calles principales encementadas, casas de uno y dos pisos producto de las remesas de los migrantes, además se percibe el ambiente festivo y es que sobre la calle principal los juegos mecánicos y puestos de feria comienza a instalarse.
Y a lo lejos, cada vez más cerca suena la banda de música de viento, ya no con ropa de manta si no con trajes azules con adornos brillantes que vienen acompañando a una imagen del santo, misma que un hombre carga en sus dos manos hasta la vivienda del dueño de esa figurilla y ahí sigue sonando la música.
En la feria del pueblo igual venden sombreros maquilados al por mayor, que ollas de barro, dulces típicos, pan de burro, pan de fiesta, tamales, molcajetes, pasamontañas y cestería tejida artesanalmente.
San Antonio de Padua y sus bendiciones
En este poblado viven agradecidos con su santo pues aseguran que fue quien los salvó del sismo del 19 de septiembre del 2017, cabe recordar que San Antonio Alpanocan fue una de las comunidades más afectadas en el municipio de Tochimilco por este evento de la madre naturaleza.
“Es para agradecer una vez más la protección y los milagros hechos a la gente como aquel 2017 con el sismo, se cayó todo, pero ninguna persona murió”, compartió el Federico Morales, auxiliar de mayordomo.
Cuestionado respecto a que si también le agradecen por mantenerlos a salvo del Popocatépetl, el hombre delgado de tez morena y voz fuerte, dijo que no, que el tema del volcán es otra cosa; “no la ofrenda desde el 2017 es por el temblor y cuidados hacia su pueblo. Del otro asunto ya estamos acostumbrados y hasta ya se nos olvidó”, aseguró.
La fiesta
Encomendados fielmente a su patrono, año con año las 8 mayordomías que existen en conjunto por los dos templos católicos que hay en el pueblo se preparan para festejarlo a lo grande, como acostumbran, para ello se han repartido el fin de semana y cada uno de estos tres días dos grupos serán responsables de preparar la comida para los más de 600 peregrinos que visitan al santo anualmente.
Federico Morales, comentó que la gente del Estado de México, Morelos y Ciudad de México le tienen mucha fe a San Antonio, por ello emprenden su peregrinar desde días antes para llegar a las actividades religiosas que se realizan en esta comunidad que lleva el nombre de su santo.
“A cada mayordomía le toca prepara la comida por día, por ejemplo, ahorita nosotros vamos a hacer mole de olla para 600 personas, hemos comprado un marrano completo para esto, para que no falte la comida, para que los peregrinos se puedan llevar un poco de alimento para el camino de regreso”, relató.
Mientras en diferentes puntos del patio de la casa, mujeres de todas las edades realizaban labores como deshojar el laurel, tostar las tortillas, lavar las calabazas, acarrear los tomates verdes y alguien más vigilaba los peroles rellenos de agua donde hervía la carne.
“Si el mole de olla lleva tortilla tostada y lleva laurel y cominos y pimienta y muchas cosas más para que tenga buen sabor”, comentó una de estas mujeres quien detrás de una cocina tradicional y casi prehispánica conformada por ladrillos sosteniendo un comal de barro, doraba las tortillas.
En un cuarto nuevo, recién construido, estaba el altar imágenes de la virgen de Guadalupe, de San Miguel Arcángel y por supuesto la figura de yeso de San Antonio en su caja de cristal eran la estrella central del lugar adornado con flores.
Federico Morales indicó que esta imagen data del siglo XVI y que recorre el pueblo durante la fiesta, llega a su templo y vuelve a recorrer la población de regreso a esa casa. Ellos la cuidan más que por la antigüedad por la fe que le tienen al santo.
El costo de toda esta comida la absorben las mayordomías con la aportación que hacen los vecinos de Alpanocan y en cuanto a la participación de los migrantes en estas actividades se concretó a decir que ellos no apoyan en la comida, porque les toca poner a las bandas, para que el santo tenga música que lo acompañe.