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Labor educativa se nutre de la vida social: Vania Vázquez

  • Redacción e-consulta
La egresada de la IBERO Puebla, recientemente premiada por CONCYTEP, comenta sus hallazgos sobre la educación virtual a nivel primaria y la inevitabilidad del conflicto en el aula
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En cada salón de clases hay una persona que no para de levantar la mano, aún cuando todos han guardado sus cosas y se disponen a salir al recreo. Cada vez que un profesor lanzaba el retórico “¿Preguntas?”, Vania Vázquez Enríquez (Puebla, 28 años) replicaba. “Soy una persona que tiene muchas dudas”, se justifica quien hoy es egresada de la Maestría en Innovación Educativa de la IBERO Puebla.

Su trabajo de tesis de posgrado fue reconocido con la Beca Tesis CONCYTEP 2022. En sus páginas, la joven explora las dinámicas sociales que ocurren en un aula virtual de primaria y cómo es que los conflictos forman parte del día a día, aun entre los más pequeños.

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“El maestro debe preguntarse con ellos [sus estudiantes] cómo ocurren las cosas”, apunta desde su casa en Carolina del Sur. Vania, que hoy es profesora de preescolar en el municipio de Greenville, extendió cuanto pudo sus estudios en pedagogía para comprender cada elemento que influye en los procesos de enseñanza aprendizaje. “La IBERO Puebla me permitió construirme”.

Mientras estudiaba la maestría, Vázquez Enríquez trabajaba como maestra en una primaria en Puebla, lo que le permitió delinear los detalles de su investigación de tesis. Entonces, llegó la COVID-19. “Todo mi trabajo de campo fue virtual. Después, todo lo que resultó de mi investigación se tornó hacia lo virtual. Aprovechamos lo que teníamos y lo hicimos de una manera que resultó muy enriquecedora”.

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La joven documentó el desarrollo de las clases en línea de un grupo de primer año y otro de segundo año de primaria en un colegio particular, donde el monitor desplegaba 15 caritas acompañadas cada una por al menos un adulto. Entre sus primeras percepciones, resalta: “Los niños son niños, aunque estén frente a una cámara en su casa. Quieren convivir”.

Aun en pandemia, los conflictos en el aula estuvieron presentes. La egresada de la IBERO Puebla relata que los pequeños se interrumpían unos a otros cuando consideraban que se estaban dando opiniones equivocadas. Esto la llevó a concluir que las discrepancias son propias de la convivencia humana y que, lejos de ser reprimidas, deben encausarse para llegar a consensos.

Otro de los hallazgos que propició la educación a distancia fue la ruptura del binomio profesor-estudiante con la presencia del tutor. Los maestros reportaron que la sombra del papá o la mamá no solo resta espontaneidad a la expresión de los niños, sino que los encierra en el dilema cognitivo sobre quién de los dos, el profesor o el tutor, tiene la razón.

Además, las fallas en la conectividad entorpecían los procesos de convivencia. “En la virtualidad se puede humanizar la relación”, rescata la investigadora. La implementación de una amplia variedad de recursos tecnopedagógicos ayudó no solo a que los estudiantes se concentraran, sino a que se quedaran a conversar entre ellos después de clases.

Luego de regresar a las aulas, Vania Vázquez reflexiona sobre las bondades de la educación virtual. Las nuevas generaciones perciben que el mundo gira a súper velocidad, por lo que no les resulta extraño verse expuestos a cientos de estímulos digitales a cada momento. “Para los niños era tan fácil ver un vídeo o una presentación que a lo mejor a la maestra le tardó tres horas, y para su clase funcionó tres minutos”.

Por otro lado, el profesorado que más se vio en apuros fue aquel que no había incorporado las suficientes herramientas tecnológicas a sus clases pre pandemia. “Se sentía con mucha presión porque debía aprender algo que los niños ya sabían. El conflicto para la maestra era la presión de aprender y tener todas las herramientas, y todos los vídeos, y todas las presentaciones listas”, rememora.

Vania Vázquez aprecia el premio de CONCYTEP como un reconocimiento a un proyecto que busca romper estructuras a partir de la investigación. La joven, que no deja de hacer preguntas ni cuando sale a andar en bicicleta en Greenville, se prepara para estudiar el doctorado mientras espera a que la publicación de su tesis reciba el visto bueno final.

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