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Última de feria en Tlaxcala, con dos orejas hubiera sido suficiente

  • Jaime Oaxaca
De los toros de Atlanga gustó su presencia, de comportamiento quedaron a deber sobre todo en varas
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Se concedieron cuatro orejas, dos para Diego Silveti y dos para Pepe Nava, fueron exageradas, una a cada quien hubiera sido la premiación perfecta, Calita no tocó pelo. De los toros de Atlanga gustó su presencia, de comportamiento quedaron a deber sobre todo en varas. En el jolgorio colectivo se les concedió un arrastre lento a los despojos del quinto y sexto de la tarde. Se les pasó la mano. 

La tercera y última corrida de Tlaxcala, no fue una mala corrida, pero es injustificable el jaleo final con las salidas a hombros. Las premiaciones inmoderadas son frecuentes; lo grave es que se difunde el resultado y la foto de los toreros a hombros como si de un triunfo apoteósico se tratara. Acá entre nos, de eso se trata, de magnificar lo común, en términos coloquiales: darse coba.  

Diego Silveti le vendió al público una faena de bisutería que le compraron como si de alhajas se tratara. Fue en el quinto de la tarde, “Don José”, un castaño bragado, con poca cornamenta. Salió abanto, Silveti lo brega, sólo puede dar dos verónicas y una media. El toro se encuentra al caballo del picador, sólo un refilonazo porque sale huyendo, ahora lo llevan, recibe un piquetito de Salomón Azpeitia, eso es suficiente para que el juez no conceda ningún premio al cornúpeta. 

En banderillas, “Don José” trajo loco a Luis Alcántar, Gustavo Escobedo, un aspirante a subalterno, deja un par al cuarteo, entra de cabeza al callejón y el público lo saca a saludar al tercio. 

Diego inicia con la muleta pegado a las tablas, ahí logra algunos pases, luego lleva al castaño a los medios, logra una tanda buena, el toro acomete, en el último muletazo quiere huir, el torero no lo deja. En La siguiente tanda “Don José” cambia de lidia, ahora con la cara alta y ni siquiera pasa completo. Cambia Diego a la mano izquierda, sufre un desarme, insiste, el toro ya no transmite peligro, una tandita más; el castaño ya se fue a la zona de tablas. El toro francamente huye, Silveti saca a relucir el colmillo, logra uno que otro muletazo, firmas, trincherillas, desdenes, algunos bonitos, el público festivo lo celebra. Unipases, no hay ligazón, el toro ya no tiene recorrido.  

Diego termina con las infaltables manoletinas que la gente festeja, ya está enfiestada. Estocada a un tiempo que queda tendida, el toro tarda horrores en doblar. La gente se confunde, cree que el toro no cae por bravo y no por la mala colocación de la espada, no suena ningún aviso, Silveti descabella y, por fin, dobla el toro. 

El público quiere harto premio, le encantan los marcadores abultados. Se conceden dos orejas y arrastre lento al toro. 

A Pepa Nava le toca el cierra plaza, se llama “Celestial”, es un colorado, bragado; logra dos lances de rodillas; de pie, dos verónicas. Un puyacito de Daniel Morales. Pepe quita en forma variada: caleserina, tafallera, revolera. Coge los palos logra un cuarteo, un violín. Cierra con otro cuarteo. 

Pide permiso al juez para lidiar y estoquear al toro, eso sólo se hace en el primer toro del lote. Brinda a los niños monosabios que, además de su labor en el ruedo, mostraron el pizarrón con los nombres de los 18 toros que se lidiaron a lo largo de la feria. Los chavales son Jesús, Emiliano y Bruno Rojas. El gesto gusta a toda la gente que ovaciona con mucha fuerza. Es la segunda ovación de la tarde para los chiquillos, antes los habían aplaudido cuando pasearon una lona en el ruedo con la frase “# sí a los niños en los toros”. 

Pepe Nava inicia pegado a tablas con un pase por la espalda, dos muletazos más. Se va a los medios, una tanda por la derecha, otra, el toro se revuelve, en una de esas lo echa pa’rriba sin consecuencia. Ahora sí es el torero de siempre, algunos pases más, el toro sin ser nada del otro mundo embiste. Nava se tira a matar deja una estocada entera que provoca que el toro caiga inmediatamente. El matador Manolo Cortés, juez de plaza, concede una oreja, pero es tal la presión desde el callejón justo abajo del palco del usía, que éste saca el otro pañuelo, y el cartel que indicaba vuelta al ruedo al burel.

Ernesto Javier Tapia “El Calita” abrió plaza con un toro que ni fu ni fa, no pelea en el caballo de Othón Salinas. Un buen par de banderillas de Fernando García. Con la muleta pases sin nada especial, dos pinchazos y estocada. Silencio.

A su segundo lo lancea a la verónica en los medios, Paco Salinas ejecuta la breve suerte de varas, cumplen con los palos El Pool y el aspirante. Calita realiza una faena con buenos muletazos, logrados porque nunca le quitó la muleta de la cara. Tres pinchazos, un aviso. La gente ovaciona al toro en el arrastre y saca al torero a saludar al tercio. 

Diego Silveti lidió el segundo de la tarde, éste se encuentra con la cabalgadura de Efrén Acosta, en cuanto siente la puya, huye, sabroso quite por gaoneras. Pasa las de Caín Juan Ramón Saldaña en la suerte de banderillas. 

Diego inicia el último tercio con estatuarios en la zona de tablas. Se va a los medios, el toro es tardo, cuando se decide lo hace con emotividad. Hay dos tandas más hasta que el toro se raja y huye. Silveti, literalmente lo corretea, logra algunos pases más dándoles las tablas a “Zurdo”. Mal con la espada el matador, le suenan dos avisos. 

Pepe Nava se enfrenta al toro sardo de pinta, se llama “Carnal”, sale en tercer lugar. Breve el puyazo de Omar Morales, Pepe parece otro, no es el diestro decidido de siempre. Como puede con las banderillas y sin confiarse totalmente en el tercio de muleta. No pasa nada. 

Al final del festejo, cerca de las 8:00 de la noche, con clima frio, se premió a los triunfadores del serial. De Haro el mejor toro, Angelino de Arriaga el torero con más premios recibidos, Atlanga, el mejor encierro.

Fotos: Marincho Herrera

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