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Destacan en IBERO Puebla valor del periodismo testimonial
El periodismo es uno de los oficios más peligrosos de México. De acuerdo con Artículo 19, un profesional de la información es agredido cada 12 horas. Gracias al trabajo impasible de reporteros y periodistas es que ha sido posible develar numerosas historias de graves violaciones a los derechos humanos, así como la réplica fundamentada a los discursos del oficialismo en turno.
Así lo plantea un comunicado de la IBERO Puebla en el que además se apunta que durante la época de la Cuarta Transformación se ha configurado un discurso que proclama el fin de las violaciones de los derechos humanos, del neoliberalismo y de la corrupción. Herramientas como la Plataforma Nacional de Transparencia, brazo del derecho a la información del que gozan todos los mexicanos, han permitido corroborar, matizar y desmentir este tipo de aseveraciones.
Desde su vocación especializada, el colectivo de reporteros A dónde van los desaparecidos ha explotado todos los recursos jurídicos e institucionales a su alcance para dotar a las familias de un arma fundamental en la búsqueda de sus seres amados: la información verificada. Así lo expusieron tres de sus colaboradores a colectivos reunidos en las instalaciones de la IBERO Puebla.
La organización, aliada de Quinto Elemento Lab, se enfoca en la explicación del fenómeno de desaparición al público en general y a la recolección de información útil para las familias. Como expuso Efraín Tzuc, la suma de las coberturas en los ámbitos locales de cada integrante (distribuidos en casi todo el territorio nacional) permite contar con una visión panorámica de la problemática.
La idea de constituirse como grupo organizado surgió tras la publicación del multigalardonado reportaje México, el país de las dos mil fosasen 2018. Dicha investigación multidisciplinar reveló por primera vez las cifras reales de personas no identificadas, lo que puso en el foco la crisis forense y de seguridad que vive el país.
Los colaboradores entendieron que el fenómeno se renueva día tras día y es necesario realizar un diagnóstico permanente. La réplica de la información ha sido clave para expandir el espectro mediático para crear incidencia en la sociedad. “Tratamos, desde la trinchera de la información, hacer algo al respecto [de la crisis de desapariciones]”, refrendó la periodista Aranzazú Ayala.
Cada reportero ha cobijado un par de docenas de casos particulares con una mirada humana para amplificar las más de 90,000 voces silenciadas. La articulación de nuevas formas de narrar las historias impulsó la creación de la serie Camino a encontrarles, una antología de podcasts en donde se abordan los métodos que han creado los colectivos para trabajar y suplir las carencias estatales.
Destacan las historias de Las rastreadoras de Sinaloa, que se han especializado en la recolección de datos; un grupo de terapeutas de Chihuahua es especialista en dar acompañamiento a hijos de personas desaparecidas; y Funden en Nuevo León, que utiliza tecnología de punta para identificar irregularidades en el suelo que puedan dar pistas. Estos ejercicios de periodismo testimonial, sintetizó Marcela Turati, permiten darle identidad a las cifras.
Cuentas pendientes
De acuerdo con sus propias vivencias, los integrantes de A dónde van los desaparecidos indicaron que el Gobierno no construye la información necesaria para llevar a cabo las investigaciones. A la fecha, no se conoce el número de cuerpos que existen en todas las SEMEFO del país; tampoco hay una cartografía oficial de fosas clandestinas. “Parecería que no hay transparencia: muchas veces inventan los datos o los ocultan”.
La ley de transparencia actual (2013), aunque ampliamente celebrada a nivel internacional, no ha encontrado cohesión con la ley de desapariciones (2018). Efraín Tzuc denunció que los organismos públicos, como la Comisión Nacional de Búsqueda, mantienen prácticas de opacidad ante las investigaciones de violaciones a derechos humanos. “¿Realmente están tratando de garantizar la seguridad de las personas (…) o se trata de evadir el escrutinio público sobre su trabajo?”.
Aunada a los obstáculos institucionales, la precarización del ejercicio periodístico enfocado en derechos humanos, al igual que los altos índices de violencia, ha dificultado el posicionamiento mediático del tema. Aranzazú Ayala reiteró que la suma de esfuerzos ha permitido multiplicar los alcances de difusión, así como una cobertura más robusta del tema.
El periodismo también contribuye a acercar a las personas a los mecanismos de acceso a la información y transparencia, mismos que han sido sobrecomplejizados por las propias autoridades y que no siempre están al alcance del ciudadano común. Tanto el reportero como el familiar hacen las veces de perito, forense, abogado e intérprete en medio de la tragedia humanitaria.