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Investigación académica debe tener impacto social: IBERO Puebla
Durante cinco días, académicos, profesores y público invitado atendieron a la Semana de Investigación de la IBERO Puebla para encontrar formas de escuchar el grito de un mundo herido. A un año del primer caso positivo de COVID-19 en nuestro país, la labor investigativa ha virado sus esfuerzos hacia nuevas y exacerbadas necesidades, lo que ha dado pie a dos cuestionamientos faro.
La resolución de problemas reales
Han llegado a México diferentes iniciativas europeas encaminadas al impulso regional de innovación y colaboración multidisciplinaria y multicultural. Prueba material de ello son los Living Labs, espacios que buscan trascender los conocimientos de las aulas hacia la aplicación tangible con las personas. El fin último de estas perspectivas es la resolución de problemas reales.
De acuerdo con estos principios impulsados por la Unión Europea, la nueva investigación tiene que estar orientada al planteamiento de misiones de innovación que resuelvan problemas críticos al tiempo que impulsen el desarrollo y el empleo. “Cada misión debe considerar no solo lo científico, sino los impactos sociales que giran en torno a ellas para incluir a la gente”, aclaró el Mtro. Aristarco Cortés Marín.
El Director del Instituto de Diseño e Innovación Tecnológica (IDIT) de la IBERO Puebla retomó estos conceptos para vislumbrar los horizontes a los que tendría que aspirar el trabajo latinoamericano. Estos incluyen acciones para la adaptación al cambio climático; la lucha contra el cáncer; la generación de ciudades inteligentes; el tratamiento adecuado de mantos acuíferos, y el impulso de la salud alimentaria y el cuidado del suelo.
Existen tecnologías empoderantes cuya relevancia actual crecerá exponencialmente en el futuro. A finales del año pasado, IBM desarrolló una inteligencia artificial capaz de identificar el lenguaje natural en ensayos académicos para provocar nuevas aristas en las investigaciones. Para Cortés Martín, esta y otras herramientas similares serán esenciales en el trabajo académico.
Ante la fluctuación de las sociedades producto de las múltiples incertidumbres de la realidad, el experto lanzó una advertencia a la Comunidad Universitaria. “La tecnología va mucho más rápido de lo que podemos entenderla y aprovecharla. Las brechas tecnológicas se van haciendo barrancos; tenemos que acelerar las opciones de tecnologías para la gente que tiene menos accesos”.
En un mundo hipertecnologizado, el conocimiento socioambiental refrenda su papel como heredero de la ampliación de las “ciencias normales” en el reconocimiento de la subjetividad, con lo que se promueve la necesidad de dialogar en el ánimo de comprender una realidad compleja.
La Dra. Valentina Campos Cabral, investigadora del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xavier Gorostiaga, SJ (IIMA), evocó algunos aspectos a considerar en el caminar hacia futuros esperanzadores. Uno de ellos involucra el proceso de colonialidad-decolonialidad
Como alternativa, se deben recuperar experiencias de los silenciados para comprender otras formas de vida y de conocimiento. De igual manera, la desvinculación de los humanos del ambiente ha de contrarrestarse con enfoques biocéntricos que otorguen una visión crítica a la instrumentalización de la Casa Común.
Rescató también el feminismo como reivindicador de la necesidad de estudiar las prácticas masculinas dominantes a la par de la transformación ecológica y las éticas del cuidado. A partir de la visibilización de las vivencias interseccionales de las mujeres, explicó Campos Cabral, podrán identificarse y erradicarse los esquemas de discriminación.
Construir sociedades justas y sustentables
A las universidades jesuitas se les propone un estudio profundo de los problemas económicos y sociales para entender la crisis ambiental como un grito de la creación. “Ante esta conflictividad, la investigación debe crear caminos y dar respuestas para mirar con optimismo el cambio y la transformación”. La investigación está invitada, pues, a operar desde el trabajo en red para servir al bien común y construir sociedades justas y sustentables.
Valentina Campos concluyó enfatizando la necesidad de reflexionar sobre el lugar del investigador en sus objetos de investigación. “Debemos aspirar a un conocimiento útil, que reconozca la heterogeneidad de los actores sociales y que promueva la justicia ambiental”.
La civilización quebrada interpela a construir cuidado como horizonte cultural y político. Como reflexionó el Dr. Eduardo Almeida Acosta, investigador de la IBERO Puebla, el coronavirus nos invita a luchar contra el antropocentrismo, exigir servicios de salud que hagan frente a los hábitos predatorios y transformar el sistema alimentario patológico ─que, se especula, dio origen a la pandemia─.
Los nuevos investigadores deben inspirarse en los mitos propios y las ideologías ajenas, considerando que la indignación no debe obstaculizar el pensamiento y que las acciones deben generar conocimiento. El trabajo académico, resumió, debe ser exvestigativo, no investigativo, con la finalidad de mirar hacia afuera de nosotros mismos.
Como seres humanos, estamos en relación permanente con la naturaleza y la tecnología. El problema no recae en el antropocentrismo, sino en el antropoegoísmo. “¿Para qué tanta velocidad si no se aterriza en nada? Me encantaría que los Living Labs se orientaran al bien de la humanidad, lo cual no está pasando”. Almeida Acosta llamó a trascender las investigaciones de los laboratorios y aulas para encontrarse con las vulnerabilidades reales.
No hay caminos hechos; la discusión plural demanda un escrutinio continuo de todas las dimensiones de la vida. “Reflexionemos y llevémoslo a lo concreto. Hagámoslo desde la escucha diversa y hacia la reconstrucción de los tejidos sociales”. El diálogo de saberes, concluyó el foro, permitirá analizar y reconocer las prácticas propias y ajenas.
Para volver a ver el foro clausura, ir a la siguiente liga: https://youtu.be/