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Hambruna sobre la Sierra Negra de Puebla

  • Staff
El presidente de Cáritas Mexicana declaró que México se dirige hacia un “periodo de supervivencia”.
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Fue hasta el pasado viernes 8 de mayo que el secretario de Salud de Puebla, Jorge Humberto Uribe Téllez,  dio a conocer que los contagios por Covid-19 ascienden a 972 y las muertes rebasan ya las 200. Sin embargo, junto al rápido aumento de casos existen otros problemas; tal es el caso de la falta de alimentos.

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) le encargó a Rogelio Narváez coordinar dos programas de alcance nacional: las llamadas Redes Vecinales de Solidaridad (Reves) y Familias sin Hambre, puestos en marcha con pocos días de diferencia con el fin de combatir la escasez de alimentos que asola ya en varias partes del país.

“En México vamos hacia una hambruna. Estamos por entrar en un periodo de supervivencia. No es ninguna exageración de nuestra parte. Por eso estamos invitando a la sociedad a que se solidarice con los más necesitados, pues ante esta emergencia no es válido quedarse con los brazos cruzados”, expresó Narváez.

Además, asegura que en algunos puntos de Quintana Roo, Jalisco, Chiapas y el Estado de México comienzan a detectarse brotes de escasez de alimentos y que en zonas como la Sierra Negra de Puebla “ya tienen hambruna” y advierte: “Estamos por entrar en un periodo de supervivencia”.

Con las Reves se apuesta a que, vía las parroquias, en las mismas comunidades se recolecten víveres y medicinas para dárselos a sus miembros más vulnerables, realizando así un ejercicio de “autogestión”.

Familias sin Hambre consiste en recabar donativos de la población en general para comprar despensas y entregarlas a las familias que ya padecen los estragos de la hambruna, según una nota de Proceso.

Para aplicar ese programa, comenta Narváez, Cáritas Mexicana dispone en todo el país de alrededor de 100 mil voluntarios distribuidos en 74 Cáritas diocesanas y mil 200 parroquiales. Y para recibirlas llamadas telefónicas de la población necesitada fue necesario recurrir al apoyo de las empresas Telmex y Qualfon para que abrieran rápidamente un call center.

—¿Todas estas llamadas son de gente que tiene hambre y está pidiendo alimento?

¡La gran mayoría, 90%; el resto es gente que nos habla para ofrecemos una donación o son personas desesperadas que sólo quieren ser escuchadas porque ya no aguantan su situación económica.

—¿Podría decirse que el número de llamadas es una especie de termómetro que les sirve para medir el grado de necesidad?

Si. claro. Y no sólo eso, sino que también nos permite identificar los lugares que tienen la mayor necesidad de víveres.

—¿Cuáles son éstos?

—Por ejemplo, aquí donde estoy ahora. en Veracruz, principalmente en la zona de San Andrés Tuxtla. También de Coahuila nos solicitan muchos víveres, sobre todo de Nueva Rosita. Ni se diga de la región centro de Jalisco, principalmente de lamancha urbana de Guadalajara y lo que es Tlaquepaque. La Sierra Negra de Puebla ya tiene hambruna. Están también las comunidades desplazadas de Chiapas. Y por supuesto. los municipios pegados a la mancha urbana de la Ciudad de México, como Ecatepec, Chalco, Tlalnepantla y Cuautitlán.

Estas solicitudes, explica Narváez, generalmente las hace cada familia que tiene carencia, pero también pueden ser “colectivas” o para grupos vulnerables.

Hasta el jueves 7, a unos 15 días de estar operando Familias sin Hambre, se han entregado 13 mil 453 despensas de un universo de 30 mil 90 solicitudes, según cálculos del personal de logística del programa.

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