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La contingencia es oportunidad de formar hábitos y comunicación
Hablar con las personas más pequeñas del hogar sobre la cuarentena y sus causas puede resultar una tarea complicada. No obstante, también supone una oportunidad de formación de hábitos y canales de comunicación.
“¡No podemos salir ni a la calle ni al patio! ¡Hay un bicho y es feo!”, le dice una niña argentina a su papá. La conversación, grabada por este último, se viralizó en redes sociales gracias a la ternura de la pequeña y su capacidad de entender lo que muchos adultos se rehúsan a aceptar.
Las y los más jóvenes, frecuentemente subestimados, pueden ser bastante perspicaces cuando se les habla con el lenguaje correcto. La clave está no solo en recurrir a palabras y conceptos sencillos, sino a referentes iconográficos como las múltiples representaciones del virus. Así lo recomienda la Mtra. Mónica Palafox Guarnero, coordinadora de los Posgrados en Psicología en el Departamento de Ciencias de la Salud de la IBERO Puebla.
Mitigar las ansias por la incertidumbre temporal puede resultar un reto importante. Para evitar el fenómeno clásico de “¿Cuánto falta?”, se puede recurrir a narrativas fantásticas para ayudar a la comprensión y paciencia. Está el caso de Susana Distancia, la nueva superheroína encargada de enseñarnos cómo cuidarnos durante estas fechas de guarda. “Ella nos dirá cuándo salir”.
¿A qué jugamos ahora?
Las rutinas nos vuelven disciplinados y le dan un hilo conductor a nuestro día a día. En tiempos como estos, es importante establecer acuerdos para el desarrollo de actividades concretas en horarios definidos: tener tiempo para comer en familia, estudiar, jugar o leer.
En el aspecto académico, dice Palafox Guarnero, se recomienda intentar seguir los horarios escolares habituales: si los martes tenía clases de geografía e inglés, atender esas asignaturas todos los martes. También es importante los denominados ejercicios de descarga de tensión: actividades lúdicas que buscan mantener a las niñas y niños en movimiento.
Todas y todos aprendemos
Si bien las niñas y los niños suelen ser el eje de las familias, es importante que todos los habitantes del hogar se sientan tranquilos y cómodos, pues la convivencia permanente puede generar asperezas. Por ello, se deben establecer límites y dinámicas de convivencia de forma explícita.
Para ello, la Mtra. Palafox recomienda la asignación de espacios para estar solas o solos, incluso para las y los más pequeños. “El espacio íntimo tiene que ver con la gestión de las emociones ante un escenario de convivencia cercana al que no estamos acostumbrados”. Esto ayudará a reforzar la idea de individualidad, así como el respeto y tolerancia hacia los demás.
Como reconoce nuestra académica, “estamos ante nuevas vías de expresión de los sentimientos, pues los tiempos de quietud nos dan la facultad de reflexionar y canalizar lo que sentimos.” Las semanas de resguardo son una oportunidad para reforzar las dinámicas de familia, al tiempo que aprendemos mejores hábitos de higiene y nos reconocemos en los demás.