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Sismo acaba con 2 familias, un templo y un bautizo en Atzala

  • Alberto Melchor
La solidaridad de los pobladores de este municipio quedó de manifiesto en la recuperación de los cuerpos, el velorio y sepulcro tras el sismo que azotó a Puebla
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ATZALA, PUE.- Un cambio de día en el bautizo de Elideth significó su muerte, la de sus padres, sus padrinos y otros asistentes a la misa, quienes fueron sorprendidos por el sismo de 7.1 grados que redujo a escombros el techo de la iglesia de Santiago Apóstol, en el municipio de Atzala, ubicado en la Mixteca poblana.

Los familiares de la pequeña aseguran que la misa debía celebrarse en domingo, sin embargo el padrino y regidor de Chiautla de Tapia, Florencio Flores Nolasco, sugirió hacerlo entre semana por motivos personales. Una decisión que es vista por los deudos como “una mala jugada del destino”.

La solidaridad de los pobladores de Atzala tras los estragos del sismo quedó de manifiesto en la recuperación de los cuerpos de entre los escombros, en el velorio y sepulcro de 11 de los 12 acaecidos en esta tragedia.

Día atípico para realizar bautizo

Doce de las 43 muertes que dejó el sismo de este martes en Puebla las albergó la iglesia del patrono de Atzala, donde tradicionalmente las ceremonias de bautizo se realizan los fines de semana.

Sin embargo los padres de Edileth, Manuela e Ismael, simplemente deseaban cumplir con el requisito básico del catolicismo y dar bautismo a la menor nacida en julio pasado.

Los padrinos, Susana y Florencio, fijaron la fecha. Este martes con la bebé en brazos acudieron a la iglesia del pueblo, ubicada a un costado de la plaza principal de Atzala.

Por parte de Edileth los únicos asistentes de su familia serían sus padres y su media hermana María de Jesús.

Mientras por parte de los padrinos acudirían Carmela y Feliciana, madre y hermana de la madrina. Así como de Aurelia y Fidelia, hermana y madre de Florencio. Y Samuel y Azucena, hijos del regidor, de 3 y 4 años de edad.

Párroco y sacristán salvan la vida de milagro

El bautizo sería oficiado por Pedro Tapia, párroco de Atzala, auxiliado por su fiel sacristán, quien se encargó de alistar todo lo necesario para que a las 13:00 horas del martes 19 de septiembre iniciara la misa.

A la mitad de la celebración, cuando el reloj marcaba las 13:14 horas las paredes de la Iglesia del siglo XIX comenzaron a tronar y, en cuestión de segundos, la bóveda central se desplomó como si de papel se tratara, cayendo sin piedad sobre Edileth, su familia y demás asistentes.

La estructura cayó completa contra el área de las bancas, sin embargo los techos de los extremos trasero y delantero se mantuvieron en pie, permitiendo que el párroco Pedro y su sacristán salieran corriendo por una puerta lateral, donde se ubica el Santísimo de la Iglesia.

Sin ningún rasguño, el sacerdote y su ayudante vieron desde afuera cómo sucumbía el templo, al tiempo en que vecinos que salían de sus casas por el sismo se alarmaron al escuchar el derrumbe de la bóveda y la cúpula central.

Atzala se vuelca al apoyo de los feligreses

Casi por instinto, decenas de hombres y mujeres que habían visto impávidos la catástrofe de su santuario, irrumpieron entre las enormes rocas que hasta poco antes servían como techo, intentado buscar entre las ruinas cualquier signo de vida.

Durante 12 horas acarrearon restos del inmueble que, pese a superarlos en peso, fueron llevados hasta el atrio sin importar que lo poco que quedó en pie pudiera venirse abajo en cualquier momento.

Al paso de las horas las esperanzas de encontrar sobrevivientes disminuían, pues de entre las ruinas lo único que encontraban eran los cuerpos sin vida de los feligreses.

La incertidumbre extendió más tiempo la búsqueda, pues los rumores aseguraban que eran más de 20 los asistentes al bautizo, por lo que aunque ya habían recuperado a 14 personas, se empeñaron en revisar debajo de la última roca.

Gracias a su intervención, rescataron con vida a dos personas más.

Muestran solidaridad hasta la tumba

El apoyo de los vecinos que se convirtieron en rescatistas ante la pasividad de las autoridades, quienes no los auxiliaron de ningún modo, se mantuvo durante el velorio de las 11 primeras víctimas, y este miércoles cuando Ismael se sumó a la lista de decesos.

Debido a que él fue trasladado hasta la ciudad de Puebla para ser atendido junto con el otro lesionado, sus restos no llegaron durante la tarde de este miércoles, por lo que solo se sepultó a 11 personas.

Durante las pocas horas que se velaron los cuerpos a las afueras de la casa de la familia de Florencio Flores Nolasco, decenas de habitantes acompañaron a los deudos, quienes abrieron las puertas de su hogar incluso a los brigadistas que comenzaron a llegar hasta este miércoles.

Apoyo se hace visible con la presencia del gobernador

El anuncio de que el gobernador Antonio Gali Fayad visitaría este día la zona cero de Atzala, movilizó a decenas de corporaciones que desde temprana hora comenzaron a sacar las rocas que con sus manos habían removido los pobladores horas antes.

Asimismo se hicieron presentes paramédicos y policías, quienes brillaron por su ausencia una noche antes.

Pese a esto, los deudos recibieron con brazos abiertos al mandatario, quien acudió a donde eran velados los cuerpos para expresar su pésame a las familias afectadas por el sismo.

Con música de banda les dan el último adiós

Habían transcurrido 29 horas desde el fatídico minuto del sismo, cuando llegó el momento de darles el último adiós. Los féretros fueron desfilando al compás de rezos que contrastaban con la música de banda de fondo.

Escasos minutos tardaron en llegar al cementerio de la localidad, y aunque habían fallecido juntas y así fueron veladas, llegó la hora de separar a las víctimas, que de no ser por el sismo habrían pactado su compadrazgo.

En una enorme fosa fueron acomodados los féretros con los restos mortales de Florencio, Susana, Samuel, Azucena, Carmela y Feliciana; mientras que en el extremo contrario del cementerio se dio sepultura a Aurelia, Fidelia, María de Jesús, Manuela y la pequeña Elideth.

El templo será demolido para construir uno nuevo, mientras que las casas dañadas serán evaluadas para saber si correrán con la misma suerte.

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