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Díaz Cid: sí hay yunquistas radicales pero no somos asesinos

  • Efraín Núñez
Afirma que en torno a la organización que ayudó a fundar se construyeron mitos como la secrecía, los asesinatos y la intención de imponer gobiernos clericales
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Cansadocon el peso de sus 78 años en la espalda, buena parte de los cuales dedicó a la lucha anticomunistaManuel Díaz Cid reconoce que algunos de sus aliados yunquistas son “radicales” y tuvieron manifestaciones de “violencia exagerada”.

En plática con e-consulta, introspectivo, el fundador en los años 50 del Frente Universitario Anticomunista (FUA) habla sin tapujos de la que fue definida por el periodista Manuel Buendía como la “organización”, a la cual reivindica al afirmar que en torno a ésta se construyeron algunos mitos como la secrecía, los asesinatos y la intención de imponer gobiernos clericales.

Ya retirado de las aulas en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), la cual fundó y es reducto de la lucha entre “fuas” y “carolinos”, el intelectual recién homenajeado sostiene que su pasado “ideologizado” estaba lleno de “telarañas”, conclusión que ahora comparte en las charlas de café con sus otrora enemigos recalcitrantes: los comunistas.

Aunque por momentos la voz se le entrecorta, con una exhalación profunda sostiene: “no maté a Joel Arriaga”, con lo que rechaza las acusaciones en su contra. Esta confesión la compartió con la viuda del ex activista de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, asesinado en 1972, y con el periodista Álvaro Delgado, autor de “El Yunque: la ultraderecha en el poder”, libro que desnudó a la organización de ultraderecha.

Los mitos en torno al Yunque

Poco o nada ha cambiado en la oficina del “Centro de Investigaciones Políticas” de la UPAEP desde la última plática que Díaz Cid concedió a este reportero. En este lugar reflexiona sobre los temas políticos de México, rodeado por un mar de libros, un crucifico colgado en la pared y un pequeño busto conmemorativo de las visitas del Papa Juan Pablo II a México.

Han pasado dos años en realidad, pero como en aquella charla, Díaz Cid se siente cómodo para hablar del Yunque y del Frente Universitario Anticomunista (FUA) el cual fundó en 1955.

–Con la frase “hoy hablaremos de temas de los que se poco se habla”, inició su discurso que ofreció durante su homenaje (el pasado 28 de abril).

¿Por qué se habla poco del Yunque? –Se le preguntó a Díaz Cid.

–Se habla poco de esos temas porque hay poco que se haya escrito y que tenga algún valor, hay muchos rumores, muchas interpretaciones que no coinciden con la realidad. Por eso vale la pena entrarle de frente, esto es muy amplio, hay que platicarlo y tenemos que oírnos a nosotros mismos para tener algún provecho.

–Usted define al Yunque como una organización “discreta” pero los autores Manuel Buendía y Álvaro Delgado (premio nacional de periodismo en 2003) la califican como “secreta” y “violenta”. ¿Qué opina de estas posturas? –Se le insistió.

El mito de la secrecía se sostuvo porque es la etiqueta que le pegan a uno antes de hablar. He hablado con Álvaro Delgado varias veces. Le he dicho que tenemos que reconocer que hay algunos de los militantes con estas características y otros más radicales todavía pero eso no define ni el trabajo, ni los proyectos, ni los planes de quienes pensamos que nuestra aportación era para mantener los derechos del mundo cristiano.

La violencia no es del todo mito  

Ataviado con una camisa amarilla clara, una corbata negra a rayas y moviendo su mano derecha a modo de explicación, en la que sobresale su argolla matrimonial, admite que el Yunque tuvo manifestaciones de fuerza exagerada.

“Admito que en algunos lugares la violencia no es mito, que se tuvieron manifestaciones de fuerza exagerada. Esto a mucha gente le gusta porque más que estar interesados en ver cómo nos ponemos de acuerdo están interesados en lo contrario. Esto es lo que lleva a los radicalismos”.   

–¿La violencia llegó hasta el asesinato?

–Ese sí es un mito. Las muertes de Enrique Cabrera (20 de diciembre de 1972) y de Joel Arriaga (20 de julio de 1972) fue por gatilleros profesionales. La viuda de Joel Arriaga me acusó durante mucho tiempo de ser el asesino de su esposo. Yo lo conocí cuando el conflicto universitario (de los años 70 en Puebla) apenas comenzaba. Venía del Politécnico, donde estaba ligado a un movimiento. Nunca fue mi amigo ni mi enemigo, es de las personas que uno conoce pero nada más. Le decía a su viuda a través de interpósita persona cómo me puede acusar sin haberme oído. –Reflexionó.

Quien fue considerado por Buendía como ideólogo de la ultraderecha en México manifestó que otro de los mitos en torno a la organización es que pretendió implantar “gobiernos clericales”.

“Se dijo que somos una organización de militantes de la iglesia como factor que tiene que resolver las problemáticas como si regresáramos al año 1300 con los pontífices de aquella época con el argumento de que la iglesia participaba también en la política”.

El arzobispo Márquez y Toriz no me daba órdenes

Díaz Cid toma un respiro en la plática y luego califica como un “mito” la versión en el sentido de que el ex arzobispo, Octaviano Márquez y Toriz, incitaba a los jóvenes católicos de la época de atentar contra los carolinos.

Él nos regañó cuando intentamos impedir una película pornográfica, lanzando un líquido que olía a rayos. Nos llamó y nos dijo, jóvenes ustedes no son gánster. Me dijo en mi diócesis esas cosas no se hacen”.

Manifestó que no conoce algún ex militante del FUA o del yunque al que Márquez y Toriz lo haya incitado a la violencia.

“Si la acusación fuera cierta sería un buen momento para revisar y pedir disculpas de las cosas que se hicieron mal”.

El Yunque lucha por no derrumbarse

Manuel Díaz Cid sostiene que hoy el Yunque, como muchas organizaciones que sobrevivieron la caída del Muro de Berlín, lucha por “no equivocarse” para que no se le venga encima toda su estructura ideológica como sucedió al comunismo.

“Hoy estamos tratando de encontrar un horizonte más grande. Hoy hemos descubierto que la causa no puede estar suscrita a la Universidad de Puebla, que hay muchas otras cosas que hacer”.

Reconoció que la “organización”, que buscaba entre sus objetivos, “implantar el reino de Dios en la Tierra”, tiene un problema de identidad.

“Se pregunta si ya no soy esto qué soy ahora. Hablar ahora del FUA es una locura, no hay nada que lo soporte o lo haga viable. Lo que parece ser más lógico es lo más difícil de alcanzar. A la gente le gustan los planteamientos de confrontación y desgarramientos pero México necesita salir de esta situación”.

Mi pensamiento anticomunista tenía telarañas

Como en su discurso del 29 de abril, Manuel Díaz Cid reflexiona sobre sus aciertos y errores. Entre estos últimos destaca que su pensamiento anticomunista y antisemita estaba lleno de telarañas.

“En una reunión con intelectuales católicos en Colombia conocí a Alberto Methol Ferré, quien me hizo ver las telarañas en la mente que no me dejaban ver claro. Me ayudó a recuperar la confianza en el argumento”.

Seis décadas después de los años convulsionados y de los movimientos estudiantiles, el propio Díaz Cid comparte sus conclusiones con sus ex enemigos comunistas, con quienes dialoga y debate alejado de las posturas radicales.

“Vivíamos la época de las ideologías. Se definía de derechas y de izquierda. Nos hizo falta a todos un poco de serenidad para ver qué era lo que debatíamos. Ahora me reúno con Ramón Beltrán, con uno de los hermanos Santillana y varios otros más. Un grupo de unas 25 personas que nos reunimos en un plan civilizado. Hablamos sin interrupciones y luego debatimos”.

Al paso de los años Díaz Cid, el lejano joven antisemita y antimasón, concluye que los fuas y carolinos se detestaban por cosas “que no profesaban”, sino de las que apenas habían oído hablar.

No obstante, reconoce que con el único partido político con el que se le ha dificultado llevarse durante su vida es con el PRI porque “nunca le ha encontrado fondo”.

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