Los muros de la vergüenza
“Al corazón del amigo abre la muralla. Al veneno y al puñal cierra la muralla….”
Victor Manuel y Ana Belén.
La gran Muralla China con sus más de ocho mil kilómetros de largo, sirvió en su momento para proteger al gran Imperio Chino de las hordas bárbaras que querían conquistarle; hordas que no tuvieron otro camino final, que navegar el Pacífico para allegarse a las costas chinas y así sortear la infranqueable muralla. Esa misma que en la actualidad, parcialmente se conserva como una de las atracciones más importantes del mundo, siendo para miles de turistas, la emblemática entrada a la tan venerada como atacada cultura china.
Referente de la historia moderna, se erigió el Muro de Berlín; el cual con sus 45 kms de largo, partió en dos a una de las más bellas capitales europeas, y sumó su largo a otros 155 kms de vallas electrificadas que transmutaron a Alemania y a sus ciudadanos, en dos países obligados a odiarse. Erigido en 1961 y bautizado como el muro de la vergüenza, evitaba a los alemanes del este, hijos de la nueva República Democrática Alemana, cruzar a la capitalista y desarrollada Alemania Occidental. Más de 200 muertos cayeron en el intento fallido de cruzarlo, y un número inimaginable de familias se separaron en la noche aciaga de su construcción, finalmente, en noviembre de 1989, el muro cayó, y hoy son sólo pedazos del mismo, los que en distintos museos del mundo, nos invitan a no olvidar y a reflexionar sobre los alcances de la miseria y crueldad humana.
El muro israelí de Cisjordania, una barrera inaudita e inconclusa de 721 kilómetros de largo. Muro criticado por la ONU, la Corte Internacional de Justicia y otras organizaciones en pro de los derechos humanos, tiene como objetivo principal el proteger a los asentamientos israelíes de los palestinos. Hasta hoy, el logro del muro ha servido tan solo para intensificar la violencia en dicha región. Por demás decir que no es una atracción turística, sino una sinrazón de vergüenza y odio en crecimiento.
Como colofón, mencionar al muro que separa a México de los Estados Unidos. Llevan construyéndolo ya muchos años; en ciertas partes es de madera, en otras de alambre, y en unas más, de hormigón. Sin embargo, el Senado norteamericano con la nueva ley de inmigración, dejará al Muro de Berlín y al muro israelí como mínimos intentos de discriminación y nula tolerancia.
El gobierno estadounidense ha declarado duplicar el número de agentes de la Patrulla Fronteriza y en principio se construirán más de mil kilómetros de muro entre ambos países. Así, habremos de llegar a los más de tres mil kilómetros de longitud, que son los que nos unen y separan de nuestro vecino.
La construcción de éste nuevo muro de la infamia, prevé también proporcionar millones de dólares para equipos de vigilancia avanzada. El senador republicano John McCain acepta: “Seremos la frontera más militarizada desde la caída del Muro de Berlín, es por ello que esta enmienda es muy importante…”
Cuentan que el Muro de Berlín estaba cercado por mallas, trincheras, alambre de púas, perros de ataque, y que todos los soldados que le vigilaban tenían la instrucción de disparar a matar si alguien intentaba cruzarlo ilegalmente. ¿Será algo así lo que espera a nuestros paisanos?
Es cierto que todos los países deberían de ser libres y soberanos para de manera consensuada hacer con su territorio lo que sus ciudadanos decidan; pero cuando se trata de levantar un muro para evitar el tránsito de personas, deja su carácter unilateral, transgrediendo los derechos humanos que nos rigen.
El objetivo de este muro no es otro que el detener el flujo de migrantes latino americanos. Pero más allá de las decisiones de Estado, los migrantes llegarán a su destino con y a pesar del muro. O en todo caso, decidirán no seguir emigrando con él o sin él. Es una cuestión de oportunidades en ambos lados de la frontera. Oportunidades económicas y de vida, donde lo único certero es que se traducirá en un negocio fabuloso para la siempre floreciente industria militar norte-americana.
Sin embargo, Estados Unidos perderá como nación, al no permitir la entrada a su territorio, de muchas personas de valía. Hoy en día en Estados Unidos conviven 11 mil doctores mexicanos y 15 mil latinoamericanos que laboran y enseñan en diferentes empresas y áreas del conocimiento, sin mencionar los que viven en las calles realizando todo tipo de obras.
No sabemos si el objetivo de este nuevo muro de la vergüenza (como el de Berlín) podrá ser alcanzado. La historia de los muros, demuestra lo contrario. Son un gasto en dinero, trabajo y vidas; innecesario. Tal vez, por lo mismo, algún día encontremos un trozo del mismo en algún museo, como muestra inequívoca de la mezquindad humana.
Mientras eso sucede, nuestro muro compartido, se conservará como una aberrante infamia a la nación creada por migrantes, a su himno que reza “O'er the land of the free and the home of the brave” (La tierra de los libres y el hogar de los valientes). La construcción de este muro mata su libertad y reduce el número de hombres valientes que siguen forjando dicha nación.