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Incendios en Bolivia arrasan 28.6 millones de hectáreas de bosque en 5 años
Entre 2019 y 2024, Bolivia perdió más de 28.6 millones de hectáreas de bosque y pastizales por incendios forestales, reveló ayer el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
Los datos los expuso Eulogio Núñez, director del INRA; precisó que en 2023 el país marcó récord en superficies quemadas, con 6.2 millones de hectáreas; afectaron principalmente a los departamentos amazónicos de Santa Cruz y Beni.
De acuerdo con los datos del INRA, en 2019 los incendios forestales provocaron la quema de 5.2 millones de hectáreas; en 2020 ardieron 4.9 millones de hectáreas; en 2021 se quemaron 4.1 millones de hectáreas; en 2022 se registraron 4.4 millones de hectáreas arrasadas.
En lo que va de 2024, hasta agosto, la extensión de territorio quemado llegó a 3.8 millones de hectáreas. Núñez explicó que un 40 por ciento de las tierras quemadas corresponden a bosques, mientras que el 60 por ciento son pastizales. Pérdida crítica para la biodiversidad, la producción agrícola y ganadera.
"Por tipo de propiedad, cruzando la información histórica, siempre la mayor parte de las quemas están en la mediana y empresarial, luego están las tierras fiscales, luego las tierras comunitarias de origen (TCO)", precisó Núñez sobre los incendios que azotan Bolivia.
Las estadísticas demuestran que Santa Cruz fue el departamento boliviano más afectado, con un 66 por ciento de las hectáreas incendiadas en 2019. Sin embargo, Beni tomó la delantera en varios años posteriores, llegando a concentrar el 70 por ciento de las áreas quemadas en 2023.
La autoridad enfatizó que la tendencia refleja la vulnerabilidad de estas regiones frente al cambio climático y las prácticas agrícolas tradicionales, como el uso del fuego para limpiar terrenos, una técnica que genera desastres a gran escala, conocida como chaqueo.
"Estamos viendo cómo el mal uso del fuego está generando enormes pérdidas productivas y daños irreparables a nuestros ecosistemas. Debemos repensar nuestra relación con la tierra y educar a las futuras generaciones sobre la importancia de la prevención", advirtió el director del INRA.
A su juicio, la magnitud del desastre no se mide sólo en hectáreas quemadas, sino en la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo que podría afectar la seguridad alimentaria de Bolivia en el futuro cercano. (JRLM)