Convertidos en verdugos y  victimarios, sin la racionalidad de la agresión física o verbal, niños, adolescentes y jóvenes en México han pasado a formar parte de las filas de “pequeños” agresores que con toda frialdad practican lo que se conoce como acoso escolar o Bullying.

Sin duda los signos de esta descomposición social en nuestro país, muestra sus peores efectos paradójicamente en las escuelas, donde los casos y la crueldad de los mismos, han revelado efectos tan dramáticos como suicidios de niños y adolescentes que optaron por terminar con su vida, antes que seguir padeciendo el llamado acoso escolar.

Las historias son terroríficas, expuestas con el realismo crudo de las redes sociales, donde hemos visto videos de golpizas, intimidación y toda clase de agresiones que vulnera los derechos humanos de niños y jóvenes que se convierten en estadística del bullying en México.

Cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos documentan tan sólo en 2013, 252 casos de bullying en nuestro país.

Los casos han surgido sin distingo alguno; en la mayoría de las entidades está documentado algún caso de acoso en contra de infantes o adolescentes, que en el mejor de los casos, han reportado daño físico y escapado de la muerte.

Los focos rojos se han encendido ante las víctimas de acoso que se registran en México.

Organizaciones Internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) han hecho públicos algunos indicadores que sin duda, exhiben a México como uno de los países donde el acoso escolar se ha convertido en un riesgo latente para estudiantes.

Cifras del organismo internacional señalan que 18 millones 781 mil 875 alumnos mexicanos, de primaria y secundaria, padecen algún tipo de acoso escolar.

Hace unos días, el Presidente Enrique Peña Nieto adelantó que en breve anunciarán la política nacional de escuelas libres de acoso.

La lentitud para reaccionar por parte de la Secretaría de Educación Pública es más que evidente. El problema del bullying en México, rebasó a maestros y autoridades, quienes sólo han sido espectadores de tan lamentables agresiones que han cobrado la vida de algunos adolescentes.

La urgencia de actuar en escuelas e instituciones educativas llama a la urgencia de frenar una violencia que pareciera clonarse entre todas las instituciones educativas del país.

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