La democracia participativa: Villoro
- José Alarcón Hernández
“Hasta en las democracias más
puras una minoría detenta el
poder contra la mayoría esclavizada”,
Mijail Bakunin.
Luis Villoro Toranzo fue un destacado filósofo mexicano con amplia trayectoria como investigador, catedrático, diplomático y escritor.
Nació en Barcelona, España, el 3 de noviembre de 1922, de padres mexicanos. Fue doctor en Filosofía y Letras por la UNAM, con mención Summa Cum Laude.
Realizó estudios en la Universidad de la Sorbona, en París Francia, y en la Ludwiguniversität, de Munich Alemania.
Formó parte del grupo Hiperión, fundado por Leopoldo Zea.
Fue presidente de la Asociación Filosófica de México, embajador ante la UNESCO y director de las publicaciones Crítica y de la Revista de la Universidad.
Obtuvo diversos reconocimientos: el Premio Nacional de Ciencias y Artes y el Premio Universidad Nacional en Investigación y Humanidades.
Fue miembro de El Colegio Nacional, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas.
Entre sus publicaciones destacan: Los grandes momentos del indigenismo en México; El proceso ideológico de la Revolución de Independencia; Páginas Filosóficas; Signos políticos; Creer, saber, conocer.
Los temas de filosofía de Villoro son: la comprensión metafísica de la alteridad, los límites y alcances de la razón, el vínculo entre el reconocimiento y el poder, la búsqueda de la comunión con los otros, la reflexión ética sobre la injusticia, la defensa del respeto a las diferencias culturales, y la dimensión crítica del pensamiento filosófico.
Su larga trayectoria intelectual se divide en tres etapas: de la filosofía histórica; de lo universal o de la filosofía teórica; y de la síntesis o de la filosofía práctica.
Villoro tuvo una vida política activa en la izquierda.
En uno de sus artículos “Sobre democracia consensual”, afirma que el modelo occidental de democracia representativa parece imponerse en el mundo.
Este modelo de gobierno ha servido para liberarse de un sistema totalitario, pero igualmente ha llevado a la destrucción de formas colectivas de vida de las comunidades.
“En algunas comunidades tradicionales de México, por ejemplo, en lugar de la imposición de las mayorías, el diálogo entre todos, conduce a consensos. Así, en los acuerdos finales nadie queda excluido porque en vez de la lucha entre partidos o de la predominancia de uno solo, existe diálogo razonado entre los miembros de una comunidad”.
“En muchas comunidades la asamblea designa para cargos de dirigentes, a personas que destacan por su edad y su sabiduría, y los gobernantes están sujetos al control de los miembros de la comunidad. Los gobernantes sirven obedeciendo”.
Estos procedimientos preservan las relaciones de las comunidades, no se imponen los partidos políticos.
En la democracia actual, advierte Villoro, la vida comunitaria está amenazada por la sociedad individualista moderna.
“La democracia representativa de nuestro país restringe la participación del elector a ciertos actos puntuales –como el día de la jornada electoral–, ya que terminando éstos, el ciudadano se ausenta y pierde el control sobre sus representantes, quienes en adelante deciden por él”.
“Este tipo de régimen es un procedimiento para substituir el poder de los ciudadanos; crea un estamento social ligado a los partidos y a las funciones públicas, el cual es el verdadero detentador del poder; está constituido por una burocracia política y sostenido por el poder económico”.
“Esta democracia se funda en el principio de la competencia; igual que la burocracia del partido triunfante ha descartado a sus electores. Una vez en el poder se hace a un lado a las minorías perdedoras”.
“Un rasgo del procedimiento democrático es la exclusión”.
“La democracia consensual es el ideal para superar las deficiencias de la democracia occidental al poner énfasis en procedimientos de participación de todos en las decisiones del poder”.
“No se basa en la competencia partidista sino en el principio del acuerdo. Su idea es evitar la exclusión”.
“La democracia consensual forma parte de una concepción anterior al pensamiento moderno y exige cooperación, ayuda mutua y decisiones compartidas. Se funda en el ordenamiento legal decidido por los ciudadanos”.
“Este modelo supera el individualismo y la falta de participación política”.
Villoro le apuesta a una democracia de consenso en México.
Que haya diálogo para superar diferencias.
El filósofo afirma que éste es el ideal para un país complejo, donde la comunicación interpersonal y el conocimiento recíproco de los problemas comunes son escasos.
“Aquí subsiste una pluralidad de grupos con puntos de vista e intereses que no se comunican. Sólo cabe un consenso básico porque el reconocimiento de las diferencias implica dar a cada quien lo suyo. La justicia es equidad en el trato de todas las diferencias”.
“La propuesta de una democracia radical o participativa sólo podrá realizarse si pasamos de un Estado nacional homogéneo a un Estado plural, basado en el reconocimiento de las diferencias”.
“Deben establecerse relaciones intercomunitarias para poner freno a los excesos del poder”.
“Incluso en asuntos de particular importancia del común de los ciudadanos debe establecerse la consulta, el referéndum y el plebiscito”.
“Esto no implica la eliminación de los partidos, sino restringir sus facultades”.
¿Será posible construir una comunidad renovada de auténtica participación social?
Luis Villoro Toranzo murió el 5 de marzo de 2014.
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Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.